Cita, posposición y reencuentro. Pero un reencuentro apoteósico, de esos que pasan a formar parte de los anales de Málaga. Lo de Manuel Carrasco y su regreso a la ciudad corta el aliento si hablamos de cifras: 27.500 personas en un solo recinto, para ... una sola actuación y para una gira que ya pasó por la ciudad en 2019. Y en Málaga, seamos sinceros, no hay recinto que soporte tal cantidad de enamorados de la música.
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La marabunta resultaba, incluso, difícil de otear: el Estadio Ciudad de Málaga lleno, como nunca antes, con una pista improvisada y con sus seguidores dispuestos a demasiados metros del escenario. Pero lo cierto es que nada tiene importancia cuando 'La cruz del mapa' aterriza emocionante en un escenario inmenso al que no le faltaba detalle.
Pasadas las 22.40 horas una enorme equis roja se iluminaba para que los corazones latieran aún más rápido, lo que levantó los gritos del recinto. A Eduarda González, probablemente una de sus seguidoras más veteranas (con 82 años), se le iluminó la mirada en cuanto la música comenzó a sonar: «¡Guapo! La juventud no le dice nada, con lo guapo que es», gritaba esta malagueña entre risas. Con el primer tema (y el más reciente), Carrasco puso el listón demasiado alto: 'Hay que vivir el momento', el mejor mensaje para sacudir la tristeza que nos ha acompañado demasiado tiempo: Ana, la hija de Eduarda, lloraba de emoción desde el primer tema y secaba sus lágrimas con una sonrisa de melancolía. Este momento fue uno de los más importantes del 2022 para muchos malagueños, y prueba de ello fueron los abrazos constantes entre amigos, los bailes espontáneos y las lágrimas ilusionadas.
Había demasiada expectación por este concierto, las entradas llevaban guardadas en un cajón desde hace dos años y los rostros libres de mascarillas no iban a esperar ni un segundo más para cantar con su onubense favorito. Lo cierto es que al artista también le pudo la emoción, y gracias a las pantallas en forma de rombo que decoraban los laterales del escenario los malagueños pudieron comprobarlo muy de cerca. Con una chaqueta blanca y camisa negra, Manuel Carrasco daba rienda suelta a un show que desde el primer minuto se preveía intenso: «Dios mío, de verdad, qué sueño es este que tú me cumples esta noche y en este sitio, Málaga. ¡Qué emocionado estoy! Llevaba días pensando en que Málaga siempre ha sido una cita muy importante para mi vida», se sinceró en su primera conversación con el público, que le respondió con una ovación muy cariñosa. Él, mientras tanto, no podía quitar la sonrisa del rostro, un gesto que iluminaba más que los focos del escenario.
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Pronto llegaron sus canciones himno, 'Aprieta' o 'Mujer de las mil batallas', los temas que levantaron de un salto a una grada abarrotada y nada estática. Mientras tanto, el público de la pista agitaba con fuerza globos amarillos que la organización repartió entre muchos de los que llegaron primero; miles de brazos se movían al unísono, rítmicos y con fuerza. A Carrasco esta unión entre desconocidos le motivó tanto que se animó a bailar mientras cantaba y, como consecuencia, el grito del público sonó con intensidad.
Tal era el sentimiento de cariño entre artista y público que en un momento más íntimo, con Carrasco ante el micro solo con su guitarra, se atrevió a cantar un tema de Los Delinqüentes, 'El aire de la calle', una sorpresa para los garrapateros de la pista que la bailaron y vivieron con más euforia que si la cantara la formación original.
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Con el tema 'No dejes de soñar' llegó uno de los momentos con más luz del concierto, literalmente. Las linternas de los móviles hacían las veces de luciérnagas, un espejismo que se acompañaba de una letra llena de optimismo, amistad y un mensaje de lucha necesario. A Carrasco ni le salían las palabras, conjugar una frase se hacía difícil, pero expresó ese cariño guardado recordando sus comienzos, en «salas pequeñas» de la ciudad.
Sin duda, uno de los puntos fuertes de show es su apertura en canal hacia el público, mostrando esa humildad que le hace crecer después de más de 20 años en la música. A Francisco José, un pequeño en las primeras filas, le concedió el deseo que escribía en su pancarta: «Tengo el deseo de subirme contigo al escenario», mensaje que se podía leer con un corazón coloreado en rojo. Y como el genio de la lámpara, Carrasco puso en el centro de la escena al pequeño, lo abrazó con fuerza y se hizo fotos con él mientras el público gritaba a coro: «¡Qué bonito, qué bonito!».
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Tras una pequeña pausa, 'Me dijeron de pequeño' fue la puerta para que el concierto entrara en otra fase, mucho más familiar si cabe: «Os voy a decir una cosa: estamos pasando una noche que no tengo palabras. Yo sabía que iba a haber bien ambiente, pero lo que me estoy encontrando no», confesó ante tanta muestra de «cariño infinito».
Sin mostrarse exhausto, y superando las dos horas y media de show, el artista interpretó la bulería dedicada a Málaga, con la que repasaba sus monumentos, personajes más emblemáticos e incluso la victoria de El Real Madrid de anoche. Ya tenía a sus malagueños ganados, no le hacía falta más. Bueno, sí, otro reencuentro.
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