Compositoras y directoras: ahora les toca a ellas

Cuando se fundó la Sociedad Filarmónica de Málaga hace siglo y medio, ellas no eran admitidas como socias. Su presencia se contemplaba meramente como 'mujer de'. Hoy representan el 80 por ciento de sus miembros y ahora, en la inmensa mayoría de los casos, los acompañantes son ellos. La institución musical más antigua de la ciudad, la más conservadora por su larga historia, toma nota del giro de los tiempos y traslada esa realidad interna a su programación. Mujeres intérpretes y compositoras protagonizan esta temporada una agenda tradicionalmente copada por los hombres, una pista de que algo está cambiando en la sociedad y, por ende, también en la música clásica.

Lo corroboran las ocho mujeres que se reúnen para este reportaje sobre el escenario del Teatro Cervantes, ocho profesionales de la dirección de orquesta y de la composición en Málaga, los campos donde la igualdad de género muestra más resistencia. Pertenecen a diferentes generaciones, casi 20 años separan a algunas de ellas, pero entre todas cunde una sensación general de optimismo.

María del Mar Muñoz ha sido elegida hace pocas semanas para llevar la batuta del Coro de Ópera de Málaga en una de las temporadas líricas más ambiciosas tras el parón de la pandemia; la Orquesta Filarmónica de Málaga incluye en su programa de abono en el Teatro Cervantes una obra de Diana Pérez Custodio; Reyes Oteo estrenará este curso una pieza en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina de la mano de la Sociedad Filarmónica y Silvia Olivero ha coordinado un libro dedicado en exclusiva a las 'Compositoras andaluzas contemporáneas'.

En esta publicación de la Editorial Monte Victoria, Olivero, Pérez Custodio y Oteo comparten páginas con Isabel Royán, Ana Blanco, Cristina Gallego e Inmaculada Godoy –todas afincadas en Málaga– y otras nueve autoras de la comunidad. Cada una acompaña su currículum de una partitura para piano con la voluntad de reflejar el «estado de la creación musical en Andalucía».

«Estamos ya cerca de poder abandonar mecanismos compensatorios», se felicita Reyes Oteo (Sevilla, 1982), compositora y luthier electrónica capaz de crear música con su cuerpo a partir de sensores en la piel. El reto de estos tiempos es normalizar su presencia, que no haya que forzar la mirada para incluirlas en las programaciones. La meta es llegar a ese día en el que «no se miren los nombres», apostilla la compositora Inmaculada Godoy (Málaga, 1972). «Porque ahora, tristemente, las apuestas tienden a ser por el Día de la Mujer, pero la dirección de orquesta son 365 días al año», matiza Silvia Olivero (Málaga, 1975), una pionera con la batuta en la provincia.

En la composición el título de veterana lo ostenta Diana Pérez Custodio (Algeciras, 1970): 200 títulos llevan su firma. Defiende que la mujer siempre ha sido «importante», pero ahora además empieza a ser «visible». «La mujer en la música no es más que un reflejo de la sociedad. Conforme van cambiando cosas que nos hacen la vida más vivible, podemos plantearnos dedicarnos a este tipo de profesiones que tienen un plus de complicación», señala la autora.

La docencia es el común denominador entre ellas. «Ya sabemos cómo está la cultura en España. Hay que comer de otra cosa y dedicarse a esto en los ratos libres. Si encima le añades la maternidad... cuanto menos ayudas tienes menos fácil nos lo ponen», reflexiona Pérez Custodio. «Pero cuando una es madre también se organiza igual que cuando un director es padre. Tenemos que salir de esos estereotipos en los que deciden muchas veces por ti qué es lo que puedes hacer», demanda Olivero.

En sus discursos hay una palabra que se repite: «confianza». «Falta ese ejercicio de confianza en nuestro trabajo», dice Isabel Royán (Málaga, 1983), especializada en la composición para cine, videojuegos y multimedia. Y continúa: «A nosotras se nos sigue pidiendo más portfolio, más experiencia, y a veces parece que para los compositores no es necesario tanto 'background' a las espaldas». «Te cuestionan. Digamos que llega un director y dan por hecho que sabe hacer su trabajo y cuando tú te pones en el podio está la pregunta de 'a ver qué hace', 'cómo lo hace', 'a ver si puede'», aporta Olivero. Es un problema de educación social: «El puesto de directora implica una autoridad y todavía la sociedad supone que la autoridad es masculina».

Por eso sigue siendo extremadamente complicado acceder a las orquestas profesionales. La inmensa mayoría de las mujeres directoras se suben al atril de bandas o agrupaciones semiprofesionales. «Tenemos que demostrar muchísimo más que estamos preparadas», declara Ana Blanco (Granada, 1987), compositora y directora de la Banda Municipal de Álora. Una situación que, como dice la compositora Cristina Gallego (Granada, 1989), se complica cuando al hecho de ser mujer se une la juventud: «Un mismo trabajo realizado por una mujer joven no da la misma seguridad que si lo hace un hombre joven».

Y, pese a los obstáculos que quedan por saltar, todas son conscientes de que la realidad hoy es muy diferente a la de solo unos años atrás gracias a las muchas mujeres que les precedieron en esta conquista. «Nunca me he sentido marginada, ni he recibido comentarios despectivos o insinuaciones», reconoce María del Mar Muñoz (Málaga, 1985), que empieza un nuevo camino en la lírica en la dirección del Coro de Ópera de Málaga. «¡Y este año han ganado el Goya a mejor música original dos mujeres!», exclama Royán. Las nuevas generaciones cuentan además con un aliado decisivo: las redes sociales. Como indica Blanco, las herramientas 'on line' permiten que sea una misma quien tome las riendas de su promoción y su publicidad: «Te puedes hacer visible». Y cada vez, afirma Gallego, son más las referencias femeninas que tienen las estudiantes en los conservatorios.

Pero en este punto aparece una barrera que merece ser analizada: hay muchas alumnas, incluso en algunas ocasiones son mayoría en el nivel profesional de la educación musical, pero el cupo se reduce al acceder al Conservatorio Superior. «A la hora de seguir adelante con la carrera, ellas se quedan por el camino», analiza Godoy, profesora del Martín Tenllado. De los 347 alumnos inscritos el curso pasado en el Superior de Málaga, 144 son mujeres frente a 203 hombres. Y más de la mitad de todas ellas se reparten entre solo tres especialidades: piano, violín o canto, donde duplican o incluso triplican al hombre.

Su presencia, sin embargo, sigue siendo prácticamente testimonial en el departamento de Dirección y Composición: 47 alumnos frente a siete alumnas (cuatro en composición y tres en dirección). Una diferencia que fluctúa levemente cada curso, pero que no muestra signos de recortar esa distancia tan marcada. «La pregunta es por qué suceden estas desigualdades en estos estudios, donde ya todo depende de la elección personal de los alumnos y alumnas», plantea Reyes Oteo, profesora de Composición en el Superior y coordinadora de igualdad.

Quizás la respuesta esté en el ritmo lento y pausado de la integración de la mujer en puestos de responsabilidad, sobre los escenarios, en el contenido de los estudios musicales y en los propios centros docentes. Ahora son visibles, sí, pero no lo suficiente. En ese mismo departamento de Composición y Dirección, solo imparten clase tres mujeres profesoras frente a diez hombres. «Tiempo al tiempo. Las primeras mujeres directoras y compositoras inspiran y marcan el camino para que esas niñas se animen y vean que es posible, que no somos bichos raros por hacer algo que no sea típico de mujer. Somos unas afortunadas porque estamos viviendo nosotras ese cambio. Me siento importante por estar ahí marcando ese terreno con mis compañeras», dice Muñoz. Y todas aplauden.

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