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Sebastián Arteaga
Domingo, 14 de abril 2024, 11:53
Consumo rápido, a modo de 'fast food'. Humor blanco. Corrección velada. Eclecticismo musical escamoteado e infantilismo populista complaciente con eso que llamamos «mayoría social». Canciones compuestas y pensadas para ser troceadas en historias de Instagram. Números, 'likes', interacciones, reproducciones; cifras. Corazones y fueguitos. Mucho impacto, ... pero poca alma. Parecen pocos, pero son muchos quienes piensan que el rap necesita dar un golpe sobre la mesa y recordar las primeras lecciones del temario, reivindicar sus orígenes, su dignidad.
En la historia del arte, suele ocurrir cada cierto tiempo, normalmente cuando agoniza un periodo y se refleja en estado de crisis. Artistas con la actitud de kamikazes que, por pura necesidad, consecuencia de sus propias circunstancias, deciden apostar por su obra desde y hacia la raíz de su propio arte. Que nadie lo olvide: el rap nace ante una necesidad, la de gritar frente a una injusticia -social, política, económica, cultural- usando el arte como espada y escudo. Uno grita bien para evadirse de la realidad y pausar los problemas, o bien para enfrentarla y confrontarla. Solok.Os y Sabio son de los segundos.
Criminal Minded es la opera prima de Kaos y Sabiobeats. Para muchos es el mejor trabajo de rap de lo que llevamos de año. Una parte de la escena no los conoce demasiado, pero colaboran con Toteking, Dano, Kase O, Nico Miseria… y anoche Málaga pudo comprobar como suenan en directo: más reales, intensos y carismáticos si cabe, como el buen piscis.
Slow D y Shaeta fueron quienes introdujeron la dinámica de la noche, rebosantes de humildad, disciplina, brillo y ego. Once Again es la prueba perfecta de esta unión armónica de, a priori, contrarios, reapareciendo en distintas ocasiones, gesto digno de agradecer.
«¿Entonces Málaga está 'ready' pa' una noche rap, no? ¡Rap-shit!», preguntaba Kaos sabiendo de antemano la respuesta. Los del 08500 mostraron un estilo y presencia en el escenario tal que hicieron volar la sala y trasladar a sus asistentes a otros lugares. Por momentos, parecíamos estar en Londres, París o Berlín, ante la atmósfera creada por los sonidos de Julio y el expansivo 'flow' de Kaos. Y eso no lo consigue cualquiera. Dichosos aquellos que pudieron presenciarlo. «Qué ganas tenía de este bolo», afirmaba Kaos, quien guarda especial cariño a la ciudad. Una chica rubia responde con un «¡Guapo!», y él con un «¡Guapos, vosotros!» al momento. Gestos que muestran sensibilidad, empatía, verdad.
Gordo Master, Sokez, Cano Oasis… se encontraban tranquilamente junto al público, y eso es símbolo de mucho. Primero, de aquello que se dice: «real reconoce real». Segundo, de la sensación de libertad y casa que da el ambiente. Tercero, de estar, ser y vivir sin roles, máscaras ni disfraces. El arte de la calle no es artificio. 'Street lessons'. Sacramento.
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