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Naturaleza y música caminan juntas en la vida de José Miguel Guzmán, y esas raíces del terreno marcan la identidad de El Cirguero. Para la entrevista elige el paraje de la desembocadura del Guadalhorce. Con los pies en la tierra desde sus inicios en la ... música, este cantautor que vive a caballo entre Madrid y Alhaurín el Grande derrocha optimismo pese a la pandemia.
-La desembocadura del Guadalhorce. No es mal sitio.
-La verdad es que para ver pajaritos y disfrutar de la biodiversidad es un lugar muy interesante.
-Río arriba no es lo mismo, con los vertidos de aguas residuales.
-Efectivamente, ambos sabemos que río arriba hay lugares donde resulta menos agradable pasear, pero a ver si poco a poco, con la suma de cada uno, se soluciona.
-Podría dedicarle una canción. Ahí lo dejo.
-Pues igual sí.
-Naturaleza y música. ¿Los dos ejes de su vida?
-La música es lo que me ha acompañado desde los 15 años, aunque también he tenido que hacer otras cosas para subsistir, muy ligadas a la naturaleza. Durante 11 años fui guía de montaña, también he sido agricultor ecológico de la finca familiar en Alhaurín el Grande y, por tradición en casa, también conozco el oficio de pastelero. No soy un experto en nada, pero sí un ejemplo de diversidad.
-¿La naturaleza como escape?
-Y también una necesidad; es donde me encuentro más cómodo. Estos últimos cuatros años he estado en Madrid, pero cada día libre era más fácil verme en las sierras de Guadarrama que por el Centro.
-Alhaurín y Madrid, día y noche.
-La vida en el campo me encanta, pero Madrid a nivel cultural es muy interesante, así que estos años allí no los cambio por nada. Hay mucha música en directo y muchas oportunidades.
-Pregunta poco original, pero obligada. ¿De dónde sale Cirguero?
-El enigma es muy sencillo (risas). Es mi identidad. Viene del pájaro jilguero. Mi abuelo los criaba. Él nunca dijo jilguero, decía 'cirguero', así que me tomé la licencia de escribirlo como lo hablamos en mi pueblo, que es con 'c' y 'r' porque ése es mi origen. No me avergüenzo de cecear ni de venir de un pueblo ni de la agricultura.
-La primera vez que se subió a un escenario como El Cirguero compartió cartel con Luis Eduardo Aute. Menudo estreno.
-Pues sí, fue en 2005 en el primer y único ciclo de canción de autor que ha habido en Alhaurín el Grande. Fue una oportunidad muy bonita poder conocer a un artista de su talla y a una gran persona.
-Algún consejo le arrancaría, ¿no?
-Me aconsejó que siguiera buscando mi identidad, porque el proceso creativo es la búsqueda de tu propia identidad. Uno puede destacar en calidad técnica de instrumento o a la hora de cantar, pero lo que te sale más natural es mostrarte como eres.
-Y esa relación con La Mari, ¿de dónde viene?
-De la naturaleza y de la música. Fue hace 7 años, cuando el equipo de localización para grabar el vídeo de Mari 'Lo mejor pa ti' me llamó por mi trabajo de guía de montaña. Y, claro, cuando fueron a grabar aproveché para darle mi primer disco y tocar la guitarrita por allí como el que no quería la cosa. Ahí surge una relación de amistad y de varias colaboraciones con Mari. Ella colaboró con mi ultimo disco (a dúo en 'Qué casualidad') y yo en el suyo. Es estupendo tener una amiga tan buena gente y tan respetada a nivel musical.
-¿Con quién compartiría canción?
-Con artistas de la tierra como Kiko Veneno o Javier Ruibal. Me inspiran un montón y representan la identidad andaluza del terreno.
-¿Puede vivir de la música?
-Es complicado. Con la pandemia se ha demostrado que es uno de los sectores más débiles. Casi todos los que estamos en clase media-baja tenemos que alimentarnos de otras cosas.
-Al componer, ¿primero el huevo o la gallina? ¿la letra o la música?
-La tortilla, jaja. Depende. Casi siempre llevo la libreta y el boli, o ahora el móvil, para apuntar frasesitas, tonterías y ocurrencias porque tengo todo el día la cabeza llena de pajaritos. Normalmente hago un texto y la canción empieza cuando improviso y sale una línea de música que me gusta.
-¿Se considera optimista?
-Si no lo fuera, tendría una inmobiliaria o estaría ayudando a especular un poquito más.
-¿Incluso para encontrarle algo positivo a la pandemia?
-Durante bastantes semanas pensaba que podría salir algo positivo de todo esto y que la humanidad mejoraría y sería más solidaria, pero viendo la salida en tromba tengo mis dudas, así que tengo que retroalimentar el optimismo por otra vía. Lo único positivo es que nos ha parado un poco a todos. Mi padre es la primera vez que para desde los 14 años.
-¿Cómo se le da la pastelería?
-Es un oficio que conozco desde pequeño por mi abuelo, mis tíos y mi padre, que es un pastelero artesano estupendo en Alhaurín. Soy cantautor, pero cuando quieras te siembro la huerta o te hago un bizcocho y unas milhojas. Es uno de los colchones que puedo tener a la hora de arriesgar con la música, saber que estoy tocando un montón pero que para llegar a final de mes tengo que echar extras de camarero o pastelero.
-Se le ve con los pies en la tierra. Nada de divo.
-No me llama la atención ese rol, aunque tiene que haber gente para todo, divos y cirgueros.
-¿Cómo va la nueva normalidad?
-Con mucha ilusión, porque hace dos meses me veía dedicándome a hacer pastelitos, sembrar el huerto y tocar la guitarra cuando me apeteciera. Pero en el mundo de la música estamos acostumbrados a lidiar con lo que venga, y desde julio hemos vuelto a los conciertos, así que con mucha ilusión de seguir haciendo música.
-¿Nuevo disco a la vuelta?
-Estaba grabándolo en Madrid en marzo cuando se paró todo. Si todo va bien, en septiembre lo retomaremos. Tengo mucho ilusión, porque es el trabajo de dos años y contamos con la producción de Javier Paxariño y de Gonzalo Lasheras.
-¿Un rincón que le inspire?
La Sierra de las Nieves; el Tajo de la Caína es uno de los lugares que más me gustan. Y en Alhaurín el Grande, el Barranco de Cañas, donde nace el río Fahala y donde ha estado mi infancia.
-Una escapada al...
-El Estrecho. Desde Tarifa hasta el Cabo de Trafalgar es una de las zonas a las que siempre me escapo porque me resulta bastante inspiradora y un ejemplo de diversidad. Es un espectáculo estar en la playa y ver la migración de miles de aves, con gente desnuda bañándose y uno mismo también desnudo. Es muy inspirador.
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