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De ella se ha dicho que no es de ningún sitio porque pertenece a todos los lugares a los que llega su voz. Sus raíces son de Galicia, el alma entre Barcelona y Madrid, y el corazón lo tiene en Málaga. Su acento remezclado es ... solo un indicio más de su versatilidad. Luz Casal es del lugar en el que cante y anoche fue de un castillo enfrente del mar, en una noche de verano perfecta. El festival Marenostrum, en la ladera del Sohail de Fuengirola, acogió una de las últimas citas de su tercera edición y aquel armazón de metal y de plástico se convirtió en un lugar para la emoción. Luz te recita las canciones al oído y luego pasa a desmelenarse mediante los latigazos del rock. Vocaliza con una voz única y cada vez más profunda y experta, pero también canta con todo su cuerpo. Siempre hay algún momento en sus conciertos en el que parece que te está mirando a ti, que te está cantando. Anoche los de las últimas filas de la grada echaban de menos unas pantallas para poder verla de cerca, pero seguro que en algún momento tuvieron esa sensación de intimidad que provocan una personalidad y una voz tan acogedoras.
A las diez de la noche había medio aforo atrapado en los atascos y la organización decidió retrasar 20 minutos el inicio de este concierto de presentación del último disco de Luz Casal, 'Que corra el aire', otro trabajo sobresaliente de canciones hermosas y de letras honestas. Uno se pregunta cómo se puede huir de la complacencia y sin embargo fabricar algo de tanta preciosidad. Por ejemplo, 'Morna' habla de la nostalgia, es como un fado de Cabo Verde y dice que le costó escribirla «por el pudor y por las dudas». O el homenaje a 'Lucas' escrito tras la emoción de leer el libro de una madre sobre un hijo muerto y que entre las dos han hecho inmortal. Acompañada por una banda de dos guitarras, bajo, batería y teclados, el primer tramo estuvo dedicado en exclusiva a las novedades. Hubo de rock con 'Tanto ruido', pero los decibelios llegarían más adelante, después del primer cambio de vestuario de una mujer a la que parece que todo le sienta bien.
«Aunque no vivo con los recuerdos a veces se siente que el momento que estás viviendo va a pasar a formar parte de tu memoria. Me gustaría que esta noche fuera recordada porque lo estáis pasando bien». Introducción perfecta para 'Entre los recuerdos' donde nos estremecimos con el gesto de su mano acompañando a las venas cuando dice «con el veneno sobre mi piel». O con su manera de echar a la soledad en 'Un nuevo día brillará' en el que el público también fue cantante. 'No me importa nada' sonó resplandeciente y con una interpretación fantástica, al igual que 'Sentir' o 'Besaré el suelo'. Después llegó la marcha: 'Plantado en mi cabeza', 'Loca' y 'Rufino' y resultaba difícil no unirse a la gente que se levantó para bailar al lado de las barras.
En el tramo final recuperamos la intimidad con canciones que han sido capaces de convertirnos en otra persona. 'Lo eres todo' se nos presentó con ella sola con piano. 'Piensa en mí', con dos guitarras y un bajo. Y «sin plumas, como si fuera a pelo» entonó otra canción pegada a su voz como es 'Un año de amor'. Ya con la banda al completo y en pleno bis llegó 'Amores' con una reivindicación de Mari Trini y el final con 'Y te dejé marchar'. Entonces aterrizamos en el lugar desde el que habíamos despegado en una noche en la que disfrutamos de la actualidad y nos dejamos llevar por los senderos que se esconden entre los recuerdos.
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