Luz Casal en Marbella es una voz que tranquiliza

Txema Martín

Domingo, 23 de agosto 2020, 00:30

Comenta

Esta noche en Marbella hacía calor de verdad y Luz Casal salió al escenario del Starlite con una chaqueta blanca, muchas lentejuelas y un brillo en los ojos que ya no abandonaría durante todo este concierto en el que cualquier cosa hacía subir la temperatura. En una entrevista para este periódico, mi compañero Alberto Gómez preguntó a la cantante sobre cómo sería este concierto: «Eléctrico, eléctrico, eléctrico». Así fue. Porque lo que no se le puede negar a este espectáculo generado en este preciso momento es la intensidad. Después de un parón de cinco meses y medio, Luz Casal vuelve sin haberse ido como lo que es: una mujer fuerte y con mucho sentimiento. Un prodigio que nació en Galicia pero que es del lugar desde el que cante. Anoche fue malagueña y, de alguna manera, ya nunca dejará de serlo.

«Hoy es un día memorable por lo que significa este reencuentro después de cinco meses y medio. Me gustaría dar las gracias a todos los que trabajan aquí y quiero que sea una noche muy especial y que digáis que este es el mejor concierto en el que habéis estado. Yo, desde luego, me voy a acordar de este concierto toda la vida», dijo en un momento del primer tramo, dedicado sobre todo a canciones recientes como 'Que corra el aire', que sirvió para abrir la noche al poco de dar las diez, o 'Lucas', cuya historia además de cantar, contó emocionada. En el auditorio de Marbella había mucha gente, pero tampoco puede decirse que estuviera lleno. La incertidumbre también hace repensar la presencia en cualquier acto que no se celebre en casa, pero las 'calvas' en el aforo no importaron, ya que esta fue una experiencia emocionante y satisfactoria, con unos momentos preciosos.

Su voz de seda tiene la virtud de tranquilizarnos. Su tono es muy distinto hablando que cuando canta, pero en los dos casos sirve para lo mismo: repartir paz. Lo que ha hecho durante el confinamiento es admirable. 2.000 llamadas de teléfono a gente que necesitaba escuchar y ser escuchada. Estás en casa muy triste y te llama Luz Casal para alegrarte el día, que no es poca cosa. Esa misma inclinación hacia la bondad y esa generosidad extraordinaria está reflejada también en su arte, responsable de una carrera honesta que reivindica una alegría sencilla.

Esta noche vino acompañada por una batería, tres guitarras, un bajo y un órgano (con piano de cola). La mayoría de ellos, músicos muy expertos, de los que mantienen la distancia de seguridad. La atención al uso de las mascarillas por parte de la organización del festival volvió a ser ejemplar. Tampoco te dejan ponerte de pie y no se puede fumar en todo el recinto. Al principio, en un festival de música que tiene trailers y anuncios de tantas marcas, también dan un aviso sobre las salidas de emergencia y los baños y al rato parece que en cualquier momento vamos a despegar y hay que abrocharse el cinturón, tal y como hay que hacerlo para pedirse una caña.

La artista cambió de vestuario un par de veces y en el final se nos presentó de blanco para cantar 'Piensa en mí' y en este tramo también cantó 'Te dejé marchar', otra balada capaz de emocionar a cualquiera. Luego vinieron más canciones así, que no tienen época porque pertenecen al bagaje de una cultura común y emocionante. 'Entre mis recuerdos' es un ejemplo de canción redonda y parece increíble que Luz Casal la esté interpretando como si te la cantara por primera vez. Ahí entran también 'Un nuevo día', o 'No me importa nada', con la que volvió el carácter que luego nos hizo sonreír con 'Rufino', que nos lleva a comer langostinos, y resucitó de nuevo con 'Besaré el suelo' que es la favorita de quien esto escribe y que además se llevó una ovación larga para recompensar una actuación de verdad memorable. El público estaba encantado. Al final, Luz, sí que nos vamos a acordar de este concierto.