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El Festival de Música y Danza de Granada hizo anoche honor a su lema de este año, 'Universos vocales', con la primera de las varias citas líricas de nivel que se integran en su programa. Ciertamente, la más cercana, por el origen de sus intervinientes ... y por la comunión casi espiritual con un espacio, el Palacio de Carlos V, que ayer se convirtió en un protagonista más de la velada. Originalmente, el programa propuesto cuando se inició la venta de las entradas incluía exclusivamente arias y duetos de ópera, además de los clásicos intermedios musicales. Sin embargo, con buen criterio, la Dirección del Festival modificó la 'set list' inicial para incluir una segunda parte dedicada exclusivamente a la zarzuela, manteniendo algunas piezas de la primera parte original. Así, Verdi –un autor en el que el barítono Carlos Álvarez es un consumado especialista–, dio paso a romanzas, duetos y piezas orquestales de algunos autores claves del mal llamado 'género chico', como Moreno Torroba, Pablo Luna o Sorozábal.
Sobre las tablas del Carlos V, que registró una muy buena entrada con el patio de butacas bastante concurrido a pesar del calor y del día entre semana, se dieron cita una orquesta, la Filarmónica de Málaga, muy unida a la capital granadina porque granadino es el sello, IBS Classical, donde han grabado sus más destacados discos, como esa notable 'Quinta' de Mahler. Su director titular, José María Moreno, llegó a sonar en algún momento para sustituir a Andrea Marcon al frente de la OCG, antes de que llegara Lucas Macías. Y en cuanto a los cantantes, Carlos Álvarez hunde sus raíces en esta ciudad, donde tuvo sus primeros éxitos, mientras que la soprano María José Moreno, nacida en Castilléjar y madrileña de adopción, venía al festival de su tierra natal con el objetivo de dejar la misma buena impresión que la hizo triunfar en roles como la Reina de la Noche de 'La flauta mágica' o la Rosina de 'El barbero de Sevilla'.
Lejos de la informalidad atuendaria de que hicieron 'gala' los Diotima el lunes, anoche la Filarmónica de Málaga se plantó en el escenario toda de negro, y con menos de diez minutos de retraso con respecto al horario establecido, atacaron con decisión y presteza –quizá excesiva en algún pasaje concreto– la Obertura de 'Las bodas de Fígaro'. El objetivo, predisponer el ánimo de cara a la noche, se cumplió a la perfección. De negro aparecieron también los dos solistas, ella con una túnica abierta y bonito estampado. Juntos interpretaron, también de 'Le nozze...', 'Crudel! Perché finora', el dúo del Conde y Susana del tercer acto, sobrado Álvarez y juguetona Moreno. Precioso el gesto de complicidad de ambos en la parte final. Nueva salida de Álvarez en solitario para cantar 'Hai già vinta la causa', el aria del conde enfadado que planea su venganza. Muy bien de nuevo Álvarez en el fraseo, aunque algo tapado por la Orquesta, en general, estupenda, en el tramo final.
Y de una obra maestra mozartiana a 'la' obra maestra, para muchos: 'Don Giovanni'. Excelente la soprano granadina María José Moreno en 'Crudele!… Non mi dir', el aria de Doña Ana que la Callas elevó a los cielos. El público estaba disfrutando. Mucho más cuando oyeron la muy familiar 'La ci darem la mano', que cerró el capítulo mozartiano. Muy apropiado el mutis fingido del final, que provocó la sonrisa.
Llegó el momento de Donizetti, con la Obertura del 'Don Pasquale', interpretada con vigor, para finalizar la primera parte con la muy divertida 'La voilà, la voilà…', de 'La fille du regiment'. Más momentos de diversión, muy bien afinados y pletóricos de voz ambos, antes del descanso.
Tras este, el patio de butacas –donde coincidieron el jugador de baloncesto Pablo Aguilar y la soprano Mariola Cantarero– disfrutó con una amplia panoplia de sentimientos, desde lo trágico –de nuevo muy bien María José Moreno en la romanza de Marola de 'La tabernera'– hasta la pasión del dúo 'Para comprar a un hombre' de 'Luisa Fernanda'. La capacidad interpretativa de Carlos Álvarez se puso de manifiesto en su muy emocional versión de 'Qué me importa ser judío', en cierta medida, un alegato a favor de la igualdad, de la zarzuela 'El niño judío'. En definitiva, una noche de las que crea afición, con un programa bien interpretado por solistas y orquesta.
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