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Empezó la charla pidiendo indulgencia. «No es mi medio, estoy acostumbrado a hacer canciones, espero que no se me vaya la pinza», dijo tras coger ... el micrófono. Pero para no ser su campo, para sentirse fuera de su zona de confort, El Kanka acabó dando una masterclass de más de una hora en la que estuvo en su salsa, cómodo y divertido. El malagueño aportó las claves de su trayectoria, una carrera singular, al margen de la industria, convertida en 'caso de éxito' por el público. Lo hizo en una sala del Polo de Contenidos Digitales frente a decenas de profesionales de la música y aspirantes a serlo en Brisa Studio, las sesiones profesionales que anticipan el festival que él encabeza en el Dique de Levante del Puerto de Málaga (del 25 al 27 de julio).
Tiene más de un millón de oyentes mensuales en Spotify, no le faltan conciertos y no cabe duda de que su nombre está de actualidad: ha compuesto el himno con el que el Málaga C.F. ha ascendido a Segunda, suya es la canción de la nueva película 'Cuerpo escombro' con Dani Rovira, ha aparecido como asesor en 'La Voz Kids' y acaba de ser elegido pregonero de la Feria de Málaga. El Kanka está de moda. Y, lo más importante, ha cumplido ampliamente con el objetivo que se marcó en sus inicios: «Quería vivir de la música y que si se me rompía la lavadora, la pudiera arreglar sin que eso perjudicara seriamente mi economía del mes». Antes una rotura de la goma era un drama, ahora no.
La base de todo -argumentó- es la vocación, disfrutar con lo que hace. Porque «un proyecto que desde el principio piense en el dinero o en la fama no va a aguantar mucho, porque hay que comerse algunos mojones por el camino». Desde conciertos sin cobrar, a otros donde «la gente pasa de tu culo», pasando por actuaciones en las que no se escucha «absolutamente nada». «¡Yo he perseguido a alcaldes para que me pagaran!», exclamó con su guasa habitual. Situaciones «desmoralizantes», un «tormento constante», que solo se aguantan si tienes un «amor vocacional» por esto.
El Kanka recordó su primer concierto: un día en la tetería Harén, cuando un tipo llamado Jesús Sánchez con una guitarra y un clarinete le invitó a acompañarle. Y aquello le gustó. Tanto que crearon el grupo Doctor Desastre y se puso a componer. Pero sin una pretensión real de dedicarse a esto, por puro disfrute. Primero fueron a verle sus amigos, después los amigos de sus amigos y más tarde los amigos de los amigos de sus amigos. Ya son una legión. Para engancharles a su proyecto, El Kanka desveló algunos trucos que planeaba con El Manin, su fiel escudero a la percusión: hacían payasadas para que el público, aunque no se supiera las canciones, «se riera y entrara en nuestra peli». Ahora también las siguen haciendo, aunque ya no lo necesiten. «Ahora la gente viene a mis conciertos a cantar las canciones que ya se sabe, es un karaoke. A veces pienso que incluso sobro yo», bromeó.
Pero el salto de nivel, la verdadera profesionalización de su proyecto, llegó cuando entró en el equipo María Pellicer, su mánager y mano derecha. Ella le hizo ver que no había que hacer todos los conciertos que le ofrecieran, que había que trazar una estrategia. Le animó a apostar por salas de mayor tamaño: «Aunque vendas lo mismo y ganes menos, lanzas un mensaje a la gente según los sitios en donde tocas». Y se fue de la Clamores (300 personas) a la Joy Eslava (900). Tardó en entrar en festivales, por su perfil musical pero también porque no aceptó ir a cualquier precio. Durante dos o tres años se negó a tocar en el Viña Rock en un formato menor, hasta que en una edición le acabaron ofreciendo el escenario grande a las siete de la tarde. «Y eso nos abrió las puertas».
Es consciente de que en su carrera ha pecado «más de exceso que de defecto». Ha dado ocho conciertos en ocho día, se ha hecho Málaga-Vigo-Cádiz del tirón y ha estado diez años de gira ininterrumpida en España y en Latinoamérica. Algo que tiene un coste «físico y mental real», y que le hizo tomar la decisión de parar un tiempo a finales de 2021. Por eso cuando piensa en su concepción del éxito, lo tiene claro: «Siempre que me lo pueda permitir, quiero llevarme mejor con mi trabajo. Bajar la intensidad y ser un pelín más exclusivo. No quiero que me paren por la calle ni ganar más. Quiero estar donde estoy pudiéndome permitir trabajar menos, con más tiempo para la creatividad». Todo llega.
De momento, se subirá al escenario principal del Dique de Levante el 27 de julio como gran protagonista de un concierto rodeado de amigos. Será en el tercer y último día del Brisa Festival, un evento por el que pasarán artistas y bandas como Izal, Lori Meyers, Ángel Stanich, Kiko Veneno, Dorian, Xoel López y muchos más.
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