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Arcángel, en La Aduana, minutos antes de salir a actuar. Francis Silva
Arcángel: «Volver a tocar en directo es un alivio; al menos se ve un horizonte más claro»

Arcángel: «Volver a tocar en directo es un alivio; al menos se ve un horizonte más claro»

El cantaor celebra su primer concierto tras el confinamiento anoche en el Museo de Málaga, una actuación con la que acercarse a la normalidad

Viernes, 3 de julio 2020, 01:43

Ha pasado la cuarentena estudiando, mejorando sus habilidades culinarias y defendiendo los derechos del colectivo flamenco para apuntalar sus cimientos de cara a la crisis del sector cultural provocada por le coronavirus. Francisco José Arcángel Ramos (Alosno, Huelva, 1977), tenía ganas de tocar. Ayer lo hizo por primera vez tras la cuarentena en el Museo de Málaga, dentro del programa Música y Museos 2020, un ciclo que convierte el Patio de la Aduana en un escenario selecto. Arcángel no estaba nervioso, ni por el parón ni por el cartel de 'no hay entradas'. Pero sí se le nota, durante la conversación previa a su salida a escena, que está concentrado en volver a hechizar a un público del que ha estado demasiado tiempo separado.

–¿Qué se siente al actuar de nuevo tras estos meses?

–Pues se siente uno raro (ríe). Raro porque se le ha perdido la práctica a esto, pero bueno, también me siento algo mejor por el hecho de tocar. Volver a tocar en directo es un alivio, al menos se ve un horizonte más claro. La cosa se veía muy poco alagüeña, por eso hay muchas ganas de retomar la actividad normal, de hacer lo que nos gusta, estar en el escenario.

–¿Le preocupa que los conciertos sean diferentes al tener menos aforo?

–El tema del aforo nunca me ha importado. Uno tiene que intentar buscar su momento y su espacio independientemente de la gente que tenga delante. Algo diferente serán los conciertos, sí, pero por el aforo no me preocupa nada. De hecho me gusta que sea de 500 personas para abajo.

–¿Por qué?

–Bueno, la intimidad tiene muchas cosas buenas. Decimos íntimo pero en realidad queremos decir cercano; cercanía con un público que, aunque te merma en algunas cosas, te da otras muy buenas, como tener una impronta diferente. No es lo mismo estar sin ver a nadie a tenerlos tan cerca que los puedes tocar. Es algo que se nota muchísimo.

–¿Cómo cree que cambiará la industria musical y del flamenco a raíz de este parón?

–Bueno, cambia todo. Han cambiado las personas (espero que para bien, porque mucho me temo que puede pasar que una vez dejemos atrás el bache no nos acordemos de lo que hemos vivido). Todo cambia, y el arte cambia, la industria cambia, así como han cambiado los seres humanos. Creo que este periodo a cada uno le ha hecho luchar de una forma diferente, pero qué duda cabe de que dentro de cada uno de nosotros ha habido una pequeña revolución, ¿no? Cada uno ha podido y sabido afrontar esta situación de una manera diferente. Quien lo haya aprovechado saldrá reforzado, quien no, tendrá más problemas de los que tenía antes. Las reglas del juego también cambiarán, aunque aún no tenemos claro cómo. Hay que darle tiempo al sistema para asimilar lo que ha pasado.

–¿Cree que los gobernantes están tratando a la música en directo como se merece?

–Yo creo que no, eso ha sido tradicionalmente así, y ahora igual. Se han hecho algunas buenas cosas que antes no se hacían porque, evidentemente, es una situación extrema. Pero creo que se ha caído en el mismo error de siempre: tomar medidas de espaldas a nosotros, tomar decisiones de como ellos creen que van a solucionar los problemas del sector sin preguntarle a la gente del sector.

–¿Piensa que la sociedad valorará la música en directo más que antes?

–Pues, mire, a mí me gustaría. Pero la verdad es que yo he vivido con bastante tristeza el ataque que hemos sufrido durante el confinamiento [los músicos y los artistas] la primera vez que decidimos luchar por nuestros derechos. Sufrimos el revés de mucha gente, así que espero que hayan aprendido a valorar más la música. Sinceramente, después de haber sido el sostén, junto con muchas otras cosas, de los malos momentos... yo he vivido amargamente cómo la gente malentendió que tratásemos de luchar por nuestros derechos y se nos llamase usureros, de gente poco sensible y de inoportuna.

El cantaor se refiere al 'apagón cultural' que una parte del sector llevó a cabo tras la falta de apoyo presupuestario al mundo de las artes. «El ministro de cultura no asignaba ni un solo euro de las ayudas económicas a la cultura, protestamos y la gente nos dijo que no era el momento, como si fuésemos unos insensatos», matiza.

–¿Cómo vivió el confinamiento?

–Estudiando mucho cante, escuchando muchas cosas que hacía mucho tiempo que no escuchaba, intentando aprender a cocinar mejor y, sobretodo, entretenido en la creación de Unión Flamenca. Es una asociación que hemos creado de profesionales del flamenco para defender nuestros derechos y hacernos visibles frente a las administraciones públicas, para que tengan también un interlocutor claro.

–¿La asociación ha nacido durante el confinamiento?

–Sí, ha sido fruto de la cuarentena. Eso ha sido la que ha provocado y propiciado su creación. Si no hubiera habido este parón de conciertos y actuaciones habría sido imposible para un grupo de profesionales trabajar en la asociación, celebrar juntas directivas... muy complicado.

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