david lerma
Martes, 16 de agosto 2022, 00:09
A finales de los noventa, la romanza 'Con te partirò' que cantaba Andrea Bocelli se convirtió en uno de los temas más reconocibles de la oficialidad musical, que entonces se movía, entre los modernos, entre la electrónica, el trip-hop, el brit-pop y el ... drum'n bass. Nostálgica, elevada y romántica como si estuviera fuera de época, pronto se empleó con carácter irónico en decenas de producciones televisivas y cinematográficas, entremezclada con aquellas más actuales. Una de las más reconocibles fue la serie 'Los Soprano'. La canción de Bocelli ilustró las fantasías de infidelidad de Carmela e invocó la nostalgia napolitana en el primer viaje de Tony a Italia. Hasta allí lo acompañó Paulie Gualtieri, interpretado por el recientemente fallecido Tony Sirico.
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Gualteri llega al país de sus abuelos sin saber ni una palabra de italiano. Pasea orgulloso por las calles, creyendo entender el carácter de sus más lejanos ancestros. Se sienta a tomar un expreso en lo que hoy llamaríamos un rinconcito mono. Levanta la taza con lo que considera que es la gracia italiana y, dirigiéndose a un grupo de locales en actitud de hermandad, suelta: ¡Commendatori! El rechazo es instantáneo cuando lo fulminan con una mirada de indiferencia. 'Con te partirò' ilustraba muy bien la exaltación y la posterior decepción de este personaje perdido en sus falsas evocaciones. La evocación de anoche en la cantera de Nagüeles, durante el concierto de Bocelli en Starlite, fue genuina, real y más de veinte años después, carente de ironía.
Canción para los que han vivido mucho, ayer el anfiteatro marbellí se reencontró con ella al final y con un músico que, más allá de su tema más reconocible, se presentaba no solo como un gran voz lírica, sino como un buen instrumentista. Bocelli arrasó entre los mayores, apasionados ayer; los más jóvenes, convencidos, incluso tocados.
Vino, además, con empaque de galán tardío o de Homero primordial y enternecedor, frente a aquella imagen de los noventa, entre el pop, la barba interesante y la melena airosa con raya en medio. Un conocido de Marbella acompañaba a su madre, una mujer culta, al graderío, un poco con esa distancia irónica que suponíamos antes. Durante toda la actuación guardaron silencio. Al término fue un «cierra los ojos y verás», como dijo Joubert. Fue un lleno total, por cierto.
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El recital arrancó, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Málaga, con la alegre 'La donna è mobile' de 'Rigoletto', de Verdi, a la que siguió una pieza de 'Il trovatore'. Piezas cortas de apenas cuatro minutos que se fueron sucediendo con demasiada facilidad, aunque el público no dejó de aplaudir a su término. Con las dos piezas de Andrea Chenier de Giordano, subió de tesitura, más grave en su compromiso operístico, que cubrió la primera parte del concierto con el hermoso 'Intermezzo' de la 'Cavalleria' de Mascagni, o 'Soave Fanclulla' de Puccini y, de nuevo con Verdi, el Brindisi de 'La traviata'. La soprano Cristina Pasarolu lo acompañó con generosidad en la mitad del repertorio. En la segunda parte, con temas más populares, la comunicación con el público creció, hasta el paroxismo cuando ensayó un 'Sole Mio' eficaz, el aria de Nessum Dorma y, por supuesto, 'Con te partirò', que arrancó alguna furtiva lágrima.
La de Bocelli es la clásica historia de superación con sus más de 80 millones de discos vendidos. Quedó totalmente ciego a los 12 años tras golpearle un balón en el rostro, aunque ya arrastraba un glaucoma congénito. A pesar de las dificultades, Bocelli prosperó en la música después de escuchar, con tres años, una ópera que sonaba en una habitación contigua en una clínica de Turín donde había ingresado.
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En sus inicios, supo esquivar el desánimo compaginando las clases de canto del tenor Franco Corelli con sus estudios de Derecho. Tras su victoria, en 1994, en el Festival de San Remo, parte de la crítica especializada dice que no tiene una voz indicada para la ópera. Ya es tarde. Bocelli se convierte en un fenómeno. En 2017, el director británico Michael Radford trasladó a una película la novela autobiográfica 'La música del silencio' que había escrito el propio Bocelli en 1999, ya convertido, siquiera por esta noche, en un verdadero 'commendatore'.
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