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Imagen capturada desde un dron, durante el concierto de SFDK, uno de los más multitudinarios de las dos jornadas. A. F.
En el Alameda Festival no se duerme

En el Alameda Festival no se duerme

Unas 6.000 personas se congregan en este pueblo malagueño para vivir la primera edición en la que no se paró de bailar desde mediodía hasta que salía el sol en el fin de semana del 20 y 21 de mayo

CRISTINA PINTO

Domingo, 22 de mayo 2022, 17:09

Se respiraba un ambiente diferente en Alameda en el fin de semana del 20, 21 y 22 de mayo. Y eso se notaba nada más pasar por la primera rotonda que llega a este pueblo malagueño, que daba la bienvenida a miles y miles de personas con un mismo destino: el Alameda Festival. Alrededor de 6.000 almas festivaleras pisaron el recinto ubicado en el polígono La Amarguilla para no dejar de vibrar con la música de esta primera edición de la nueva fiesta alamedana. A este pueblo le gusta mucho un sarao y esta cita era la mejor excusa para apuntarse a la marcha con artistas como Mala Rodríguez, SFDK, El Canijo de Jerez, Juanito Makandé, Little Pepe, Antílopez o Mr. Kilombo. Y todo eso desde las 15.00 hasta las 7.00 horas sin dejar de escucharse música entre los dos escenarios del recinto.

En el segundo y último día del estreno del Alameda Festival empezaba a caer el calor, aunque todavía a ese sábado le quedaban unas horas rondando los treinta grados. Pero eso no le importaba a los festivaleros de siempre y a los nuevos que se unían a esta cita, como esa mujer del pueblo que se acercaba a la taquilla a canjear su entrada por pulsera: «Esta tarde no he abierto ni la tienda, es que no podía perderme a Javier», le contaba a la chica de organización. Ese artista al que no quería perderse es Javier Martínez, guitarrista del grupo alamedano 'Viene la Curva', que estaba a punto de poner su rock andaluz sobre las tablas. Junto a él, a las siete de la tarde ya estaban en el escenario Jairo, Fran, Juan José o Carlos entregándose a su pueblo.

Eso era solo el calentamiento de una noche que apuntaba maneras. La música de Mr. Kilombo acompañaba la llegada del atardecer con un repertorio variado desde la sensibilidad de 'Sinmigo' hasta el estilo reggae de 'Tiempo al tiempo' para ir terminando su concierto. Mientras, abrazos entre antiguos amigos de la comarca de Antequera que se reencontraban en este festival y también otros que se unían a este pueblo que no conocían antes de ver el cartel del Alameda: había gente de toda Andalucía, España e incluso algunos festivaleros internacionales. Como la pareja de una joven italiana y un chico canario, que vive en Dublín pero que se mueve allá donde va Juanito Makandé según confesaban en Alameda.

Encuentros en el camerino

Por los camerinos se movía ya este cantante gaditano preparando su turno. Por allí estaba la cabeza pensante de este festival, Gustavo Gordillo, y parte del gran grupo de trabajadores: Lidia, Cristina, Ylenia, Juande o las gemelas Ana y María, que preparaban las salas para que a los artistas no les faltase ni un detalle antes de salir al escenario. Habían dormido poco del día anterior, pero estas trabajadoras estaban ilusionadas por la noche que quedaba por venir mientras colocaban en las mesas las tortillas de patatas caseras, anchoas selectas, botellas de whisky premium y el típico tapeo. A esa zona de los camerinos llegaba también El Canijo de Jerez, que se fundía en un abrazo con su colega Juanito Makandé, con el que unos minutos más tarde cantaría en el escenario. Cada uno tenía su concierto pero El Canijo subió a hacer un tema con su amigo gaditano.

En esos dos conciertos la pista de baile del Alameda Festival ya se llenaba. Era el turno nocturno y el sentimiento garrapatero de El Canijo de Jerez convirtió al público alamedano en uno más del concierto, que cantaba a capela uno de los himnos 'El aire de la calle', dedicado al fallecido Migue del histórico grupo Los Delincuentes. El Canijo no dejaba de sorprender y se colgó la bandera del Málaga CF o incluso culminó el concierto entregado totalmente a los que estaban al frente del escenario. Y lo de entregarse totalmente es tal cual: se tiró a sus fans, que le mantearon y pasearon por la marea del Alameda Festival durante un buen rato. El sentimiento garrapatero se sintió y bailó también en el concierto de Juanito Makandé, que además puso su duende y magia tocando el cajón y esa guitarra que tan bien le queda a su voz.

Imagen principal - En el Alameda Festival no se duerme
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Imagen secundaria 2 - En el Alameda Festival no se duerme

Había zona de camping gratuita y tuvo tanta demanda que el viernes tuvieron que habilitar nueva zona para más tiendas de campaña. La acampada es, sin duda, otra de las partes más especiales de los festivales: ahí se conocen a nuevos amigos y se comparten mañanas de resaca, hielos, comida y muchas cosas más que cualquiera puede imaginarse. Entre las cientos de personas que pasaron parte del festival en esa zona estaba Sergio, que enseñaba su tatuaje recién hecho 'Sin miedo a vivir', canción y disco del grupo sevillano SFDK. «Hace muchísimos años que lo escuchamos», comentaba con sus amigos Carlos, José María y Jorge. Con ellos estaba luego lo más cerca del escenario posible para no dejar de cantar ni una canción del conciertazo que se marcó Zatu, la voz de SFDK, que tenía ese mismo tatuaje pintado en su mano.

No fue suficiente con la energía de estos sevillanos para iniciar la madrugada y el malagueño Little Pepe tomaba su turno -también subió a Zatu para cantar con él- y el Alameda Festival no dejó de saltar hasta casi las tres de la madrugada con esta voz del reggae malagueño. Luego fueron La Sombra del Grajo, Yoni Dientes, Dittt y Memo Live los que culminaron y pusieron el broche de oro a la primera edición del Alameda Festival cuando el reloj marcaba las siete de la madrugada.

Pero eso no era suficiente para algunos, que hacían piña en el camping y volvían a cantar todos esos temazos que se escucharon en el festival acompañados de sus cajas y guitarras. A las diez de la mañana seguían entonando canciones, riendo y recordando anécdotas de esos dos días en alameda. Llegase quien llegase, cualquiera estaba invitado a ese corrillo que estaba en mitad de la acampada y que cada vez se hacía más grande. Muchos no se conocían pero por unas horas fueron los mejores amigos cantando a pulmón y disfrutando de las últimas horas de festival. Alameda no durmió en el fin de semana del 20 y 21 de mayo. Qué será lo que tienen los festivales. Y sus campings...

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