Lleva cuatro décadas sobre los escenarios y afirma que no le interesa «lo más mínimo» el reguetón. Adolfo Flores ha hecho honor a su apodo de 'Caimán' del rock malagueño, liderando un sinfín de proyectos desde los primeros 80 con bandas como ... Extraños Aquí, Los Caimanes, Katerpillar Blues Band, Blue Minnies y actualmente Motel Caimán. Con este grupo lanzó antes de la pandemia 'La canción del Mar', disco que estrenarán en concierto en otoño; pero además se sube a las tablas cada fin de semana con la banda de versiones Señor Mirinda. Asegura que no ha llevado nada mal el confinamiento, «salvo por no poder juntarnos con los amigos para tocar y tener que hacerlo todo por la pantallita». Por eso, se alegra de haber vuelto a «esta nueva, loca y absurda a veces normalidad».
Publicidad
–¿Lo de su apodo de 'Caimán' tiene algo que ver con el de Barranquilla?
–Nooo (jajajá), pero no me importaría conocer esa ciudad.
–¿De dónde viene ese apelativo?
–De la época en que creamos Los Caimanes, allá por los 90. Nos pareció un buen nombre. Este año se cumplen 30 años del debut discográfico con 'Amor, veneno y laca de uñas' con Cambayá Records.
–¿De ahí viene el nombre de su grupo actual, Motel Caimán?
–Viene de ahí, era un pequeño homenaje a esa banda y a ese tiempo.
–Han pasado ocho años desde el lanzamiento de 'La puerta de atrás', su anterior disco. Se han tomado mucho tiempo….
–Teníamos material para grabar dos años después del primero, pero hubo cambios en la banda: nos dejaron Oti a la batería y también Rafa Salas, que se llevó sus temas para sus proyectos. Otros eran míos y se quedaron, aunque hubo que componer el resto y rehacer la banda. Pero las bases y parte del disco se grabaron hace ya seis años.
–¿Con quién comparte tablas en esta formación ahora?
–Son mis viejos amigos Álvaro Cebrián al bajo, Manuel Olmo a la guitarra y teclados, el Canío a la guitarra y Jose Cantero a la batería, que después del disco y por motivos de trabajo ha dejado las baquetas en manos de Dani Cuenca.
Publicidad
–¿Desde muy niño le gustó lo de la música?
–Sí, Gerundula fue nuestra primera banda, éramos muy jóvenes y no teníamos equipo. Ensayábamos con guitarras de palo y batería, por lo que las cuerdas apenas se escuchaban. Éramos Antonio Cerbán, Javi Montero, Jose Enrique 'Chana' y yo. El nombre viene de una vieja canción de los 70 de Status Quo. Debutamos en la caseta de la Peña El Bastón y llegamos a tocar en el certamen de Jerez a comienzos de los 80.
–Luego fueron mejorando sus instrumentos...
–Ya con equipo eléctrico montamos Género Oculto. Poco después, con 20 años y junto a mi querida Olga Valero como cantante, formamos Extraños Aquí, con Oti, Sebas y Rafa. Grabamos nuestro primer disco e hicimos gira nacional con el sello de Servando Carballar, La Fábrica Magnética, junto a Seguridad Social o Aviador Dro. Incluso nos fichó Zafiro, pero la cosa no salió. Olga dejó la banda, me puse a la voz y nacieron Los Caimanes.
Publicidad
–¿No se cansa de inventar nuevos grupos y de estar todos los fines de semana en la carretera?
–Sarna con gusto no pica. Yo llevo toda la vida currando en distintos trabajos para llenar la nevera, pero la música es la que llena mi vida, es una cuestión vital.
–¿Es posible vivir en la actualidad de la música?
–No. Pero no solo hoy, siempre fue difícil.
–¿De qué vive usted entonces?
–Ahora trabajo en una fábrica de ascensores, llevando las compras. Por cierto, ¡un saludo a mis compañeros de Ramos Elevación!.
Publicidad
–¿Qué otros trabajos ha realizado para sobrevivir?
–Desde botones o hamaquero a electricista, pasando por técnico de sonido y montaje de escenarios, técnico de estudio… un poco de todo.
–Pero su perfil de Facebook dice que ha estudiado Historia...
–Esa es mi gran espinita, no haber seguido estudiando después del COU. Me puse a trabajar. En casa hacía falta porque mi padre murió muy joven y ya te lías y no vuelves. Con treinta y tantos hice al acceso para mayores y me matriculé en Historia por la UNED, pero solo hice primero, y no del todo, en dos años…
Publicidad
–¿No piensa acabar la carrera?
–Mi sueño es retomarlo algún día.
–Lo suyo es más la guitarra...
–Aparte de medio tocar la guitarra, componer y cantar, me gusta mucho el bajo y aprovechando mi amistad, más que mis dotes como bajista, me cuelo en las bandas de mis amigos, como la de Pepe Salas, Mad Dogs, en la que hago blues. O acompañando a El Zurdo cuando los bajistas de verdad le fallan y no pueden ir...
–¿Cuántos conciertos tiene previstos para este verano?
–Con Motel Caimán lo tenemos difícil, haremos la presentación y poco más. Siempre nos quedamos fuera de lo poco que hace el Ayuntamiento porque no cuentan con nosotros, vaya usted a saber por qué, con un disco recién editado... se les habrá olvidado. ¡Qué le vamos a hacer! Con Señor Mirinda ya estamos en dos conciertos por semana.
Noticia Patrocinada
–Y eso a pesar de la crisis del coronavirus…
–Si no fuera por la tragedia del virus hablaríamos de más de 100 bolos este verano con Señor Mirinda. El año pasado solo en los 10 días de feria hicimos 29 conciertos…
–¿Prefiere entonces la Mirinda a una cerveza fresca?
–¡¡Cervezas con mis Mirindas!! (Jajajá).
–¿Cómo surge ese grupo de versiones con El Zurdo?
–Por la amistad y las ganas de tocar más en directo de lo que nos permitían nuestras bandas propias. Iba a ser algo pasajero, pero ya llevamos para cinco años.
Publicidad
–¿Por qué vuelven a estar de moda los grupos de versiones? ¿Tan malos son los actuales?
–Siempre existieron las orquestas tocando canciones de moda, yo me considero orgulloso heredero de aquellas bandas que tocaban en verbenas y ferias. Siempre eran las primeras en comprarse buenos instrumentos; por ahí han pasado gente como Rockberto, Lito o el gran Manolo Sierra. Quiero pensar que, con distinto enfoque, hacemos lo mismo y con la misma intención de que la gente se lo pase bien con música hecha por músicos en directo.
–¿Echa de menos los veranos de descanso de su infancia?
–Los veranos en familia en Capuchinos y Rincón de la Victoria son inolvidables, llenos de vida y buen ambiente. Pero yo soy del barrio de Huelin y de mayo a septiembre nos íbamos en bici al espigón a bañarnos. A la vuelta, nos quitábamos el salitre en una fuente de calle la Hoz, frente al cuartelillo de la Benemérita que había, para que las madres no se dieran cuenta. Y aquí sigo viviendo, creo que es un sitio privilegiado.
Publicidad
–Cuatro décadas en el mundo de la música son muchos años... ¿pesan los años sobre el escenario?
–Pesan los kilos (Jajajá). Yo me lo paso igual que hace treinta y tantos, con la misma ilusión. Para ello la compañía es fundamental y en general me junto con buena gente.
–¿Hay buen rollo entre los músicos malagueños?
–Yo lo tengo, y procuro seguir siendo amigo de más gente cada vez, eso será buena señal…
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.