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Regina Sotorrío
Jueves, 9 de febrero 2017, 00:48
Ha pasado más de dos décadas como mero elemento decorativo en unas dependencias municipales. Pocos, salvo los funcionarios que ocupaban los despachos del Área de Juventud, sabían la historia que escondía esa guitarra de la esquina, un asunto que en su día acaparó decenas de titulares, pero que el tiempo se encargó de diluir. La repentina muerte de su propietario devolvió todo aquello a la actualidad y a las páginas de SUR. Ahora, la guitarra que George Michael firmó y cedió a Málaga tras su controvertido concierto de 1989 regresará a la escena pública. Tras la repercusión de la noticia publicada por este periódico sobre el destino del instrumento, el Área de Juventud lo sacará de las oficinas municipales para exponerlo de forma permanente en el Museo Interactivo de la Música de Málaga (MIMMA).
La guitarra, en estos momentos protegida en una vitrina de metacrilato, ocupará una de las salas del museo de calle Beatas que cuenta con participación del Ayuntamiento y se integrará en su discurso expositivo «para contar parte de la historia musical de la ciudad», apunta su director Miguel Ángel Piédrola. Pero antes de trasladarse a su ubicación definitiva, las seis cuerdas que luciera George Michael en el concierto de la Rosaleda dicen que como simple atrezzo serán eje de un ciclo de actividades en la Caja Blanca. El Área de Juventud, en colaboración con el MIMMA, diseña para la próxima primavera una agenda que incluirá una performance, un concierto tributo a cargo de bandas que han pasado por el certamen MálagaCrea y una exposición de fotos con imágenes de aquel concierto del 3 de julio de 1989. Un evento que no estuvo exento de polémica. Hasta el último momento planeaba la duda de si el cantante de Faith se subiría al escenario de la Rosaleda tras sufrir el día anterior un desprendimiento de retina practicando deportes acuáticos en Ibiza. De hecho, aterrizó en el aeropuerto a las 23.50 horas, al límite de su actuación, que estuvo precedida por Toreros Muertos y Grace Jones.
A las 12.000 personas que bailaron al ritmo de la figura musical de moda no les importó ni la espera ni que el concierto durara apenas una hora. Pero el susto vendría después, cuando se supo que su paso por la ciudad había dejado un agujero en las arcas municipales de 130 millones de las antiguas pesetas. Su caché y los gastos de producción ascendieron a 155 millones, pero la taquilla solo ingresó 24,5, con menos público del previsto y, según dicen, más invitados de la cuenta.
Eso sí, dejó un regalo por contrato a la ciudad:una Gretsch Synchromatic, una guitarra acústica que se fabricaba en los años 30, 40 y 50, donde el artista estampó su firma en letras doradas. No era eléctrica, no pudo tocarla en el directo, pero George Michael la llevó por estética, amante como era de los instrumentos vintages. En su momento, el Ayuntamiento barajó incluso la posibilidad de subastarla para recuperar parte del dinero perdido, pero finalmente pasó a engrosar los fondos del patrimonio municipal.
En los próximos meses, la guitarra de George Michael se incorporará al vasto y variado catálogo del MIMMA, que garantizará su seguridad y conservación, y compartirá sala con otras piezas de la época. Elisa Pérez de Siles, concejala de Juventud, insiste en que no será una exhibición sin más. Será la llave para reforzar las sinergias entre el área y el museo, y la excusa de charlas y ponencias en torno a la realidad musical de la ciudad y su evolución. Puede que no sea el fondo más valioso ni el más singular del MIMMA, pero no hay duda de que será el instrumento con más estrella de la colección.
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