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Soraya Arnelas: «Mi chico es perfecto: físico de guiri con acento andaluz»

Soraya Arnelas: «Mi chico es perfecto: físico de guiri con acento andaluz»

Me he convertido en ‘la Madonna española’. Pese a mi ‘look’ rockero, soy una mujer muy tradicional. Me eduqué en un colegio de monjas No me gustan las escuelas públicas porque hay demasiada libertad. Ahora estoy de gira

Nuria rozas

Jueves, 25 de agosto 2016, 00:24

¿Piensa en su novio, el modelo Miguel Herrera, cuando canta al amor?

No siempre hablo de mi historia. Pero cuando escucho a otros artistas sí que pienso en mi amor.

¿Qué queda de la muchacha de Valencia de Alcántara (Cáceres) que se fue a recorrer mundo como azafata?

¡Muchas cosas! Yo siempre comparo la vida con un saco lleno de vivencias y aunque esa Soraya, la que salió de Operación Triunfo, ha quedado en el fondo, sigue estando. He madurado y hay cambios. Pero sigo siendo muy trabajadora, perfeccionista, cabezota...

Cuesta creer que antes de ese programa no cantara ni debajo de la ducha.

¡Pues te prometo que no! La primera vez que lo hice fue obligada en un karaoke porque mis compañeros de la aviación se enteraron de que me habían cogido en el programa. Hay dos cosas que nunca he querido enseñar, las dos que mejor hacía de pequeña: hablar idiomas y cantar. ¡Me daba mucha vergüenza!

¿Qué hace para sentirse bien?

  • Coger el coche e ir a Extremadura con mis perritos a ver a mis padres. Con las piscinas naturales es mi pequeño paraíso. Desconecto el móvil y me olvido de todo.

Sabiendo que tenía ese talento, ¿no cantaba aunque fuera a solas?

Piensa que vivía en un pueblito de 5.000 habitantes donde no había escuelas de canto. En el colegio daba teatro y sí que me veían con actitudes. Era una niña muy viva, abierta, siempre que venía alguien nuevo yo era la primera en conocerlo... Pero nunca le dijeron a mi madre lo que a la de Marisol: «Esta niña es una artista». Y ellos tampoco se podían permitir económicamente el lujo de llevarme a Madrid.

¿Sus padres tienen algo que ver con el artisteo?

¡Nada! Mi madre trabaja en un hospital y mi padre se dedica a la pintura.

Cuando empezó, se propuso estar tres años sin vacaciones. ¿Lo cumplió?

¡Uy! Estuve más. Los primeros siete años no tuve vacaciones. Las primeras fueron después de Eurovision, que me fui una semanita a Grecia. Ahora ya me lo tomo de otra manera, pero al principio solo quería trabajar, trabajar y trabajar.

¿Cómo recuerda sus veranos de la infancia?

¡Deseando que terminara el colegio y con un calor terrible! Con mi pandilla de verano, en la piscina, o viviendo mil y una aventuras. Pero lo recuerdo muy lejano y eso que no soy tan mayor.

Se le resistió el carné de conducir, aunque al final lo sacó. ¿Tiene otra asignatura pendiente?

Me lo saqué a los 30 años. ¡Imagínate! Tenía fobia. Y mira que tenía necesidad de coche porque mis padres viven en Extremadura ¡y tampoco tienen! Necesitaba ir a verlos. ¡No podía bajar siempre en un autobús o con un chófer! Pero pocas cosas más se me han resistido... Para que mentir.

Su madre la tuvo con dieciséis años. Usted, que quería ser una mamá joven, ¿no va tarde?

Sí (risas). Sí que me planteó ser madre y más teniendo una pareja estable desde hace cuatro años. ¡Pero el problema de las mujeres es buscar el momento!

La barrera del idioma

Se ha pasado de los guiris al producto nacional. ¿Qué tiene Miguel para ser el elegido?

La mezcla perfecta porque tiene apariencia de guiri: rubio, ojos azules, alto. Y luego un acento sevillano, un arte y un humor...

¿Qué le llamaba la atención de los hombres extranjeros?

El misterio de saber de sus culturas, porque somos tan diferentes... Y yo, como siempre he sido una esponjita... Pero llegado un punto de la relación en el que hay que solucionar cosas importantes, ¡el idioma era un problema!

¿Qué aprendió del colegio de monjas al que fue?

Educación, saber estar, valores... Pesé a mi look, yo soy muy clásica en las maneras. ¡Soy una mujer de mi casa! Me gusta hacer mis labores, aprendí a coser gracias a ellas, cocinar... ¡Y también, los niños! Me enseñaron los valores de la familia, y el día que tenga hijos me gustaría que ellos también los aprendieran.

Clásica y tradicional. Pero no machista, ¿no?

¡No, no! Lo que te digo, los niños también aprendieron a coser, a cocinar y a ayudar a sus mamás y a sus futuras esposas. Y eso te lo da esa educación familiar. Yo, sinceramente, creo que los colegios públicos dan demasiada libertad. Mis primas han ido y han suspendido algún curso. Sin embargo, las monjas siempre están encima.

«El único político al que pondría en un calendario erótico sería a Aznar». ¿Y de los nuevos?

¡Ahora no pondría a ninguno en ningún lado! Prefiero rellenar los periódicos con gente inteligente y que sepa hablar.

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