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Regina Sotorrío
Martes, 23 de agosto 2016, 00:38
Es difícil ver a El Cabrero fuera del escenario porque, como él dice, por las avenidas por donde anda «se pasea poca gente». Cuando no hay concierto, se mueve por las veredas del campo sevillano: de seis de la mañana hasta que se hace noche cerrada, «el horario que imponen las cabras». José Domínguez nunca fue (ni quiso) un cantaor al uso, es un «cabrero que canta» a «lo que se cuece» a su alrededor con una clarividencia asombrosa. Quizás porque a él no le distraen las prisas del asfalto ni los whatsapp del móvil. El Cabrero responde a esta entrevista por email al llegar de pastorear: su compañera Elena Bermúdez y su hijo le formulan las preguntas y transcriben sus respuestas respetando su habla andaluza. Este viernes romperá por unas horas su rutina para cantar en el Auditorio de Benalmádena, precedido por su hijo Emiliano Domínguez Zapata.
Una curiosidad. ¿Por qué solo responde entrevistas por email?
Hago algunas entrevistas por ahí, donde me pilla, en los teatros o festivales, pero una vez que vuelvo a ocuparme de las cabras no altero mis horarios, que son los que imponen ellas, los que requiere el ganao. Me voy a ordeñar a las 6 de la mañana y vuelvo noche cerrada. Además, no me gustan las entrevistas por teléfono, no me entero bien de las preguntas.
Ya ha superado los 40 años de carrera y sigue siendo uno de los cantaores más demandados y de los que más atención despierta. ¿Se ha convertido ya El Cabrero, como dicen, en un fenómeno social?
También decían que yo me iba a quedar en ser el cantaor de la Transición. Yo no creo que sea un fenómeno social. Cuando me dijeron eso yo tenía treinta y pocos años y ya voy pa los 72 Bueno, eso no son más que etiquetas que le ponen a uno. Yo soy un cabrero que canta y, cambiando la estrofa de Dávalos, «un animal que canta y piensa».
¿Por qué es tan difícil verle fuera de un escenario?
Porque por las avenidas por donde yo ando se pasea poca gente. Cuando me bajo del escenario ya estoy deseando llegar a casa para volver a mi rutina, que para muchos sería insoportable, porque no hay vacaciones y la calor se lo come a uno pero a mí me gusta el ganao y la paz del campo.
¿Es consciente de su influencia en los jóvenes? Muchos comparan a Niño de Elche con usted por el carácter social y político de su cante.
Me suena, pero creo que no he coincidido en ningún festival con Niño de Elche. Las comparaciones no me gustan. A los jóvenes que me han dicho que «cantan por mí», que es como llamamos a eso de la influencia, siempre les recomendé que se miraran en el espejo del cante y no en el de cualquier otro cantaor. Pero así se empieza, yo en la mili cantaba por Fosforito, un grandísimo maestro, luego uno se va encontrando a sí mismo.
¿Cómo se explica que entre su público haya tantos roqueros? ¿Usted escucha esa música?
No, yo no escucho rock o, muy de higo a breva, uno o dos temas si suenan en casa Sí he escuchado a los Marea y a Reincidentes porque son amigos y tenemos cosas juntos. Lo mío es el flamenco, el tango y otras músicas de raíz. Lo que veo de bueno en el rock es que hay alma, pasión, autenticidad y una actitud parecida a la mía, de decir las cosas por derecho, sin recovecos Y sí que cada vez vienen más gente del rock y se sientan al lado de aficionaos de toda la vida y yo, pues hago el mismo repertorio para todos, o sea: cante jondo.
El campo, dicen, ya no da para vivir. ¿Seguirá pastoreando?
Los pequeños ganaderos ya casi han desaparecido. Pagan la leche al precio de hace 30 años y los piensos los venden al precio de hoy; por eso, al cabo del año, se les pierde dinero después de haberles dedicado siete días a la semana. Si no fuera por el cante no podría tenerlas, y así será mientras pueda y las piernas me sostengan.
¿Qué no soporta de la vida sobre el asfalto? ¿Nunca ha sentido la tentación de instalarse en la ciudad?
¡No, no, nunca! ¡Ni se me pasa por la cabeza! Antes viviría en una choza en medio del monte que en una ciudad, y lo digo en serio. Yo no estoy hecho pa la ciudad ni la ciudad pa mí.
Me gustaría que me hablara de Elena. Ella es quien transcribe esta entrevista, también quien compone algunos cantes, pero siempre a la sombra del artista.
¡Elena qué va a estar a la sombra! Aquí cada uno hace lo suyo, yo cabras y cante y ella las mil y una cosas Elena me cogió siendo un acebuche y me ha hecho dar olivas gordales. Para mí Elena, como se puede imaginar, es lo esencial. Una gran mujer. Tenemos en común muchas cosas y una de ellas es la pasión por la música. Yo para hablar de Elena no tengo palabras.
Canta «Siempre fui esa oveja negra/ que supo esquivar las piedras». ¿Le han puesto muchas piedras por el camino? ¿Los mismos flamencos?
¿Los flamencos? No creo, pero sí las camarillas que han querido vestir a sus pájaros con mis plumas muchas veces. Y los poderes y sus medios. ¿Tú has visto alguna vez un pastor que no le eche los perros o le tire piedras a la que se sale del redil?
¿Es cierto que en alguna ocasión se plantearon no darle un premio por llevar las botas sucias?
Se me mancharían de barro antes de entrar, pero yo no echo cuenta de esas cosas No se lo plantearon, es que no me lo dieron, por eso y porque no había saludao al jurado. ¡Yo iba a cantar, no a un desfile de moda, y saludé al público! Eso fue en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, a finales de los 70. Por cabezonería repetí y me dieron los premios por soleá y malagueña. Nunca más volví a participar en ningún concurso.
«Tienen seguro el comer/ banqueros, curas y reyes/ Y el pueblo tiene el deber / de rebelarse a sus leyes/ y quitarlos del poder». ¿Por qué no nos rebelamos?
Por ignorancia, por miedo y por cobardía. Te voy a responder con otro fandango: «Ha cogío mal camino /pueblo que vota en su contra / Lo mismo que los cochinos / que por un puñao bellotas / se van con el enemigo».
Participó en algunas manifestaciones del 15-M. ¿Le ha decepcionado en lo que ha quedado aquello?
No, yo no participé, pero las apoyé. He ido a muy pocas manifestaciones en mi vida, no le he aportado mucho en eso a la sociedad, sólo he cantado contra lo que me parecía injusto, y he pagado el precio de molestar al poderoso, y también le canto a la belleza del paisaje y a la gente. Y sí, me han decepcionado aquellos que por ver un tuerto son capaces de saltarse un ojo; los que se venden por un puñao bellotas.
Ya en el 83 cantaba «Andalucía ya sabe lo mucho que le han robao/ y más mentiras no cabe». Podría ser una letra de hoy...
¡Con ver los informativos ya tienes la respuesta! Todas las letras que he cantao desde que empecé, en los 70, se podrían haber escrito hoy.
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