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Johnny Hallyday, de cuero y negro rigurosos, en una pose clásica durante un concierto en 2012 en Canadá. / Afp
A la vejez, rock and roll

A la vejez, rock and roll

Johnny Hallyday afronta a sus 72 años una multitudinaria gira que supera de largo el centenar de conciertos mientras publica su disco número cincuenta

miguel pérez

Jueves, 7 de enero 2016, 00:01

A punto de morir en 2009, el cantante galo disfruta de una actividad frenética y de un poderde convocatoria que le permite rozar el millón de entradas en un tour

Madrid. «En mi cabeza sigo teniendo veinte años. Continúo pensando en las mismas tonterías. Soy un chico grande». Johnny Hallyday resume de esta manera su particular fórmula para dejar encerradas en el armario la manta y las zapatillas de felpa y, a sus 72 años, continuar colgando en su cuenta social retratos a lomos de una de sus Harley Davidson por el desierto de Estados Unidos, fotografías de su mujer, la joven modelo Laetitia Boudou, bajo el epígrafe «¡soy un bastardo con suerte!», o imágenes aferrado a un cigarrillo, haciendo caso omiso del ya superado cáncer de colón y las complicaciones de una operación de hernia que en 2009 a punto estuvieron de enviarle al otro mundo y que le obligaron a permaneces varias semanas en un coma inducido.

Algún poder rejuvenecedor debe tener su enfoque de la vida porque lo cierto es que Hallyday acaba de publicar De Lamour, su álbum de estudio oficial número cincuenta, justo un año después de lanzar Rester Vivant, disco que la crítica situó entre «los mejores» de su dilatada carrera ha editado más de un centenar entre los de estudio y directos y también como uno de los más sobresalientes del rock internacional en 2014, por encima de bandas a las que saca varias décadas de edad.

De Lamour parece encaminado en la misma dirección, a la vista de la efusividad con que ha sido recibido y en el que renueva su amor al rockabilly. Todo esto sucede mientras va completando las escalas de la gira Rester Vivant Tour que dura dos años (2015-2016), para la que ya ha cerrado más de 125 actuaciones en su país, sin que todavía haya detenido el contador. De hecho, el cantante está doblando fechas en bastantes ciudades ante la fuerte demanda de entradas. Lo más cerca que ha estado de los fans españoles ha sido Biarritz, en junio y hace unas semanas en Toulouse, donde regresará el 12 de marzo para ofrecer un segundo concierto.

«He hecho lo que tenía ganas de hacer», explica el astro galo respecto a Rester Vivant (Seguir vivo), donde se permitió grabar «a la antigua, con todos los músicos en el estudio» y colar canciones con mensajes donde se confesaba «más distendido», cercano a sus amigos y enamorado de la vida y de su amplia familia. De Lamour, uno de sus discos más personales según asegura, adopta en cambio pautas más políticas y encara al rnr con la actualidad más trágica: rinde homenaje a los empleados de Charlie Hebdo asesinados en un ataque yihadista, aborda la crisis migratoria y denuncia la muerte de Michael Brown, el joven afroamericano tiroteado en agosto de 2014 en Ferguson por un policía estadounidense que le disparó por la espalda.

Hallyday es un roquero épico con una vida sentimental igual de épica: en 1965 contrajo matrimonio con la actriz Sylvie Vartan, convirtiéndose en la «pareja de oro» de Francia hasta 1980, cuando se divorciaron. Después de tres relaciones fallidas, encontró la estabilidad con Laetitia Boudou en 1996. Es padre de cuatro hijos adoptó dos niñas vietnamitas y uno de ellos, David, fruto de su relación con Vartan, es cantante y el culpable de haber convertido en abuelo al Elvis europeo.

Johnny Hallyday, cuyo verdadero nombre es Jean-Philippe Léo Smet, nació en París el 15 de junio de 1943. Vio la luz en una noche de tormenta, y también en la noche de los tiempos, en medio de la Francia ocupada por los nazis. De padre belga y madre gala, su biografía cumple todos los tópicos del rock. Una juventud rebelde, un carácter inconformista, guapo, cazadoras ajustadas de cuero, gafas oscuras, amante del rnr, coches, motos, apariciones en el cine ha participado en una docena de películas, amoríos de alto voltaje, devoción por el espectáculo... E incluso persecuciones fiscales.

Aznavour y Delon

Aunque ama a Francia y Francia le ama a él, son conocidas ya sus viejas rencillas con el fisco. Siempre ha declarado que no rehuye pagar impuestos, pero con la misma contundencia sostiene que no le gustan los gobernantes que «tratan de ladrón a quien tiene un buen coche». Y con ese argumento decidió poner tierra de por medio, intentó obtener, sin éxito, la nacionalidad belga y finalmente se instaló en Los Ángeles. A un buen puñado de kilómetros del gabinete socialista francés.

En una reciente autobiografía, el cantante confiesa su «sensibilidad de derechas», algo de lo que pocos dudaban tras haber respaldado a Valéry Giscard dEstaing, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. Pero en su descargo es posible que parte de esa ideología se deba a la propuesta que los socialistas hicieron en 2007 para gravar a oriundos del país que tuvieran su fortuna fiscalmente instalada en el extranjero. Con humor, en la calle se denominó la tasa Johnny.

Aun con todo, Hallyday sigue siendo un excelente negocio para Francia: aparte de sus empresas, sus conciertos dejan una fortuna en conceptos de recaudación e ingresos turísticos, dado que atrae a miles de seguidores de todo el mundo. Su gira de 2012 vendió 700.000 entradas dentro de las fronteras francesas y en la actual se espera superar ese listón con holgura.Sólo para sus bolos en París se expidieron 80.000 entradas. De eso hace meses. Nada extraño. Cuando en 2013 quiso festejar su 70 aniversario con un gran concierto en la capital gala se vio obligado a ampliarlo a tres actuacones para dar cabida a 60.000 personas. Charles Aznavour y Alain Delon subieron al escenario.

En esta ocasión, el vuelco del público ha sido estremecedor. Hallyday ha actuado en Bercy apenas dos semanas después de los atentados de París. Se interpretó La Marsellesa. «Todos unidos», clamó el hombre que perdió a varios conocidos en Le Bataclan y que, inmediatamente después de los atentados, dijo: «Aunque el público no venga, no quiero cancelar los shows. Debemos demostrar a estos asesinos que no les tememos».

Al igual que Rester Vivant, su nuevo disco es un ejercicio de rock adulto en estado puro. No hay artificios ni recursos añadidos que sirvan para tapar defectos o buscar la magnificencia. Hallyday ya sabe que posee la excelencia y se la contagia a sus músicos. Algo propio de un icono de la música europea y de la cultura francófona, amigo de Hendrix, un tipo que ha sabido conservar la ortodoxia del rnr tanto en sus más de mil canciones grabadas como en su actitud. Baste recordar el pundonor que mostró en 2009 tras la publicación de Jaimal Seul, un álbum que fue considerado muy por debajo de las expectativas del artista al haber vendido sólo 150.000 copias en sus primeras semanas (muchos en España matarían por esa cifra). De inmediato, Hallyday anunció su intención de meterse de nuevo en un estudio para grabar otro disco con el que recompensar a sus fans. Por distintas circunstancias personales y logísticas, Lattente salió en 2011. Distribuyó 600.000 ejemplares en pocos meses.

Un aspecto esencial que explica las grandes cifras movidas por el rocker francés es que todavía mantiene el tipo. Cierto, ya no es el músico que a finales de los 90 llegó a un concierto en el Stadi de France descolgándose por una cuerda desde un helicóptero situado por encima del estadio. Pero todavía es un animal del espectáculo, capaz de abrir un bolo cruzando a pie un teatro entre los abrazos y empujones de 14.000 fans; una inmersión que no muchos artistas se atreven a realizar.

Desde su recuperación médica ha protagonizado otras dos giras memorables, On Stage y Born Rocker, acompañado por una pléyade de colegas como Aznavour y el rockabilly Brian Setzner. También ha creado un supergrupo junto a Jacques Dutronc y Eddy Mitchell, sus antiguos compinches de Vieilles Canailles (viejos canallas). «Es un poco como lo que hicieron Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis», ha señalado. Francia vive, por lo tanto, una nueva gesta épica de Johnny, en una imagen diferente a la que el país ha podido ver en Salaud, on taime, película de amistad y reconciliaciones familiares dirigida por Claude Lelouch donde Hallyday interpreta junto a Eddy Mitchell a un fotógrafo de guerra padre de cuatro hijos. Casi, como la vida misma.

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