joaquina dueñas
Sábado, 22 de agosto 2015, 23:59
El Festival Starlite colgó el cartel de no hay localidades por última vez anoche con la actuación del tenor Andrea Bocelli. Su voz sin igual puso el broche de oro al festival marbellí que como bien comentaban entre el público «no podría hacerse en otro sitio, no ha llovido ni un sólo día». Entre los asistentes personalidades de la ciudad de hoy y de siempre como María Luisa de Prusia, Gunilla Von Bismarck o Beatriz de Orleans. Por supuesto, no faltaron los incondicionales de esta edición, José Manuel Parada y Raúl Sénder. Pero la sorpresa de la noche la dio, sin duda, la presencia de Gloria Camila, hija de la desaparecida Rocío Jurado y del torero José Ortega Cano, que venía a descubrir al tenor italiano ya que como ella misma reconoció escucha habitualmente «pachangueo y bachata». El público general, sin embargo, estaba bastante alejado de este último perfil. Parejas de avanzada y mediana edad aficionados al bel canto que para esta ocasión lucían prendas mucho más desenfadadas que las que acostumbramos a ver en los grandes templos de la ópera.
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El cantante celebró con esta actuación sus 20 años sobre los escenarios. Dos décadas en las que ha ofrecido recitales en algunos de los lugares más emblemáticos del mundo como el teatro Torre del Lago, cuna de Puccini, o el Great Lawn de Central Park. Así, para la ocasión le acompañaron sobre las tablas la Orquesta Sinfónica del Vallés, dirigida por Marcello Rota. El concierto estuvo precedido por un vídeo promocional de la Fundación de Andrea Bocelli para, seguidamente, salir la orquesta a escena e interpretar la apertura de Nabucco de Verdi. Al término, faltando un cuarto de hora para las doce salió a escena la estrella de la noche que llenó con su inconmensurable voz La Cantera de Nagüeles, haciendo vibrar de emoción a la concurrencia con Donna non vidi mai de Manon Lescaut de Puccini.
Con más de 80 millones de copias venidas en todo el mundo, el tenor presentó una primera parte de ópera con Verdi, Puccini, Giordano o Bizet como protagonistas. Así, pronto llegó el turno de La donna è mobile del Rigoletto de Verdi, pieza aceptada con entusiasmo, a tenor de los bravos y de los aplausos que despertó, tanto entre el público más entendido como entre los menos experimentados. El músico, escritor y productor musical contó con la colaboración de la soprano Paola Sanguinetti que interpretó con exquisitez O mio babbino caro de Puccini y compartieron Vicino a tes sacqueta y Brindisi de La Traviata. Al cierre de esta edición, al público le esperaba tras el descanso una segunda parte con clásicos del siglo XX como En Aranjuez con tu amor del maestro Rodrigo o Cant help falling in love de G. Weiss.
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