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Chucho y Bebo nacieron el mismo día, un 9 de octubre. En la foto, posan en el último cumpleaños que celebraron en 2012.
De tal Bebo... tal Chucho

De tal Bebo... tal Chucho

Dice que cada vez descubre más cosas de su padre que están en él. El maestro del jazz latino le recuerda mañana en un concierto benéfico en Benalmádena

Regina Sotorrío

Jueves, 16 de octubre 2014, 01:02

Con el tiempo ha ido «descubriendo» que se parece mucho a él. En los gustos: «Fui a un restaurante y pedí un plato de bacalao. El mismo que tu padre, me comentaron». En las fobias: «Tenía miedo a las alturas, igual que yo, pero no lo supe hasta que subimos juntos a un lugar que estaba muy elevado... y los dos dijimos ala vez: ¡esto está muy alto!». Incluso en las manías: «Él tenía la costumbre de andar siempre con la maleta con el repertorio encima. ¡Yo hago lo mismo y no lo sabía! Me lo dijeron cuando llegué a tocar al Cervantes: lo traes igual que tu padre». Se parecen tanto que hasta nacieron el mismo día:un 9 de octubre. De tal palo, tal astilla;de tal Bebo...tal Chucho.

«Ahora cumpliría 96 años, le extraño mucho», reconoce el pianista, que acaba de regresar de un concierto en su Cuba natal. Ha sido una visita relámpago, después de una intensa gira internacional y antes de un esperado reencuentro con su segunda casa, Benalmádena. Allí, cumpliendo con lo que ya es una tradición en él, ofrecerá un recital benéfico. Chucho Valdés recauda mañana viernes fondos para Cudeca (fundación dedicada al cuidado del cáncer en pacientes en fase avanzada) y para Una luz para Ezequiel (que busca financiación para devolver la visión a un niño con retinopatía) con una actuación que brinda a su padre y maestro Bebo Valdés, fallecido hace un año y medio. Amigos como Javier Ojeda y Genara Cortés le acompañarán esa noche en el auditorio de Tivoli World.

«A Bebo le debo mi música al cien por cien», asegura. Eso «y el ser constante en el estudio, la disciplina en el trabajo, el respeto al público y a uno mismo», enumera uno de los pianistas de jazz latino más prestigiosos del mundo, con cinco Grammys y tres Latin Grammys en su estantería. En Tivoli, Chucho le recordará tocando piezas que escribió su padre, composiciones propias y un tema al que tiene especial cariño, incluido en su último álbum Border-free. Se llama, precisamente, Bebo y en él combina dos formas de tocar: «la mano izquierda es Bebo y la derecha soy yo». El pianista de Lágrimas negras la escuchó antes de fallecer, «y se reía mucho porque decía ¿cómo conseguiste hacer las dos cosas al mismo tiempo?». Y apostilla Chucho: «Es la herencia. Día a día voy descubriendo más cosas de él que están en mí».

Le encanta esa «familiaridad» que de pronto encuentra en un gesto o en un comportamiento. Porque estuvieron mucho tiempo separados, con solo encuentros esporádicos cuando sus agendas coincidían, pero los últimos tres años los pasaron uno al lado del otro en Benalmádena. «Tuvimos esa suerte», recuerda con emoción.

Habla desde La Habana, donde tocará junto a la Filarmónica, recién llegado de una «maravillosa» gira por EE UU y Canadá solo al piano, después de haber tocado con Wynton Marsalis en Nueva York, y con cuatro paradas entre medias en Brasil. «Sí que extraño estar tanto tiempo fuera de casa, pero es que toda la vida he trabajado de esta forma. Este es mi pan nuestro de cada día», resume.

En los tiempos de calma que le deja la gira compone la banda sonora para una película hispanocubana (se titulará Esteban y el piano), que grabará en su estudio de Benalmádena. Y ya prepara un disco de duetos de jazz que hará en marzo de 2015 en Nueva York junto a grandes voces e instrumentistas internacionales, que aún no puede desvelar. Lo importante es «no parar nunca».

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