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Jorge Barbó
Sábado, 19 de julio 2014, 01:46
Uno está amodorrado en la oficina, donde lo más estimulante que le puede ocurrir es que ese café de la máquina le provoque un apretón o que Sonsoles, la de contabilidad, se agache a recoger un bolígrafo estratégicamente lanzado al suelo para lucir canalillo. Cansado de ver en Facebook esos malditos selfies de gente bronceada y feliz que está de vacaciones, se dispone a echar un vistazo a la cotización del Nikkei y, para pasar el trago, se calza los cascos y se pincha una sesión de Spotify. ¿Moderneo? El 101 Festival está demasiado reciente. ¿Flamenquillo pop? Definitivamente, no. Las inquietantes sugerencias de la gramola digital proponen una playlist basada en David Guetta. Sube el volumen y desliza el ratón hacia el play. Los primeros golpes de ritmo de ese 'Sexy Bitch' le sacuden, los pies se le van bajo la mesa, empieza a mover la cabeza, como ese perrillo ochentero que viajaba en la parte de atrás de los coches. Y para cuando se quiere dar cuenta, está poseído por el ritmo machacón, a punto de subirse al escritorio, como si fuera la tarima de un ahumado club, para botar descamisado, brazo arriba, sudoroso y excitado. ¡Subidón!
Si el DJ y productor es capaz de provocar eso en una anodina oficina, lo que no podrá hacer el próximo 1 de agosto en Marbella a los platos de esa máquina de hacer dinero que es su cabina. El concierto tendrá lugar en el Estadio Municipal de San Pedro Alcántara que será remodelado por la promotora con una inversión de 70.000 euros. En total, 38 shows de aquí al 2 de octubre. Siempre con su inseparable tarjeta de memoria en el bolsillo, porque el pincha de pelo lacio no va cargado con vinilos. Y entre tanto vuelo tendrá que hacer una escala cada jueves del verano en Pachá Ibiza donde esta noche le aguardan sus yonquis del ritmo, que han pagado 80 euros por levantar brazos al ritmo de ese 'Lovers on the sun' de aires western, llamado a convertirse en el hit veraniego.
Rey destronado
Porque cada vez que un tema sale de la mezcla de Guetta se convierte en lo más escuchado de forma casi inmediata, desplazando a los mejores temas rock. Lo suyo es un éxito conseguido a golpe de marketing, cimentado en una agudísima combinación de bajones y subidones, hilvanados con transiciones electrónicas, como una suerte de montaña rusa del compás. Es el mismo patrón por el que están cortadas todas sus producciones. Y su adictiva droga siempre engancha. Guetta feat Rihanna, feat Madonna, feat Black Eyed Peas, feat Nicky Minaj, feat Flo Rida... hubo un tiempo en el que todo el que era alguien quería pincharse con el DJ francés. Hubo un tiempo en el que él era el amo del corral de la música de baile. Hubo un tiempo. Ahora el rey Midas del house se ha visto obligado a ceder su trono. Su tirón sigue casi intacto, sí, pero ya no es el pincha mejor pagado del planeta. Según la última lista Forbes de los DJs más ricos del mundo, el guaperas adicto a Instagram, Calvin Harris, es ahora el que más millones mueve haciendo sudar al personal con sus rompepistas 'Summer' o ese 'Feel so close', en el que a la infalible receta electrónica añade una pizca de vibrante guitarreo, el justo para el que el indie convencido no se sienta demasiado mal tras desfasar con el tema.
Hasta 46 millones de dólares se embolsó Harris en 2013 según la publicación, seguido del holandés Tiësto con 32 millones de dólares que ingresó tras ofrecer 140 sesiones en todo el mundo. El pobre David se tuvo que conformar con 30 millones tras recorrerse las salas de Las Vegas a Ibiza y producir temas como el 'We found love' de Rihanna, que se convirtió en uno de los éxitos más rutilantes de la artista el año pasado y que a día de hoy acumula ¡134.563.113! reproducciones en Spotify. Pero los datos relacionados con la nómina de Guetta hay que cogerlos siempre con pinzas, como aquellos 500 euros que se decía que cobraba por minuto en su mejor momento, cuando hizo botar al mundo con esa remezcla de 'I gotta feeling' de los Black Eyed Peas. El caché del artista, así como sus exigencias para cada show son todo un secreto. Este periódico se ha puesto en contacto con la promotora XLR Music, la encargada de la sesión del BEC, para preguntar por los detalles del bolo. ¿La respuesta? "Esas informaciones no se pueden difundir".
Fiesta 'F*** me, I'm famous'
Algo menos hermético es todo lo relativo a su vida personal. Al parecer, el lucrativo tándem que formaba con su mujer Cathy Lobé se rompió hace unos meses. Y todo apunta a que el asunto se va a enfangar por la pelea de un suculento patrimonio. De momento ya no aparecen en los flyers que promocionan su fiestón en Ibiza desde hace un lustro y el 'David & Cathy Guetta' ha pasado a un David Guetta & Friends que denota soltería. Según apuntan los que mejor conocen el backstage de la noche, ella era quien movía los hilos de una carrera multimillonaria, quien sustentaba las relaciones públicas que han llevado al parisino a convertirse en el rey de Ibiza. Con, ella, con su ex-plosiva reina consorte, creó la fiesta 'F*** me, I'm famous' de Pachá, que toma su nombre de la cuestionable tarjeta de visita con la que Guetta intentaba llevarse a la cama a las féminas cuando su fama no daba para más que pinchar en el Broad Club, una discoteca gay de Les Halles, y Cathy se dedicaba a poner copas y aguantar a los clientes babosos en 'Les Bains Douches', un garito de la capital francesa.
Cuesta poco suponer que aquella vida noctámbula no hacía demasiada gracia a unos padres de extrema izquierda, ambos judíos sefarditas. En alguna entrevista ha llegado a reconocer que su madre no se sentía orgullosa de él y prefería presumir de hijo con su hermano Bernard, un reputado periodista experto en geopolítica. El propio Guetta cuenta que tuvo una infancia complicada, con un padre ausente al que no conoció hasta los 14, cuando decidió largarse a vivir con él. Ahora, a pesar de que su agenda parece incompatible con cualquier cosa parecida a una vida familiar normal, ejerce de orgulloso padre de familia con sus dos vástagos. Lejos quedan aquellos coqueteos con las drogas, con el desfase de la noche. "Probé el éxtasis de joven", reconocía en una entrevista para Rolling Stone. "No juzgo a quien toma drogas, pero no creo en ellas como medio para entender mejor la música. Como DJ, mi vida es más fácil si la gente se droga, eso es un hecho", reconocía este camello de subidones que asegura que su única motivación para seguir en el business es ver a la gente bailar. Y los muchos ceros de su cuenta corriente también ayudan, claro.
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