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Lo de la desnudez se lleva en la intimidad. Esa era la máxima en la España de finales del XIX y del XX, un país aferrado a su tradición católica y poco habituado a desvestirse en público. El arte fue la excepción, sobre todo en ... el ámbito académico para la formación de artistas en el retrato anatómico -reservado para ellos, porque ellas tenían vetado ese aprendizaje-, aunque esos mismos autores -ellos y ellas- fueron los que desafiaron esa moral en nombre de la libertad creadora. Viajando además de la iconografía realista a la simbólica que trajo la modernidad y las vanguardias. La desnudez del desnudo. Eso es lo que retrata la nueva gran exposición temporal del Museo Carmen Thyssen Málaga, que da la bienvenida con llamativos cuerpos masculinos firmados por un tal Pablo Ruiz -antes de consagrar el apellido materno de Picasso- a la leyenda de la venus de Julio Romero de Torres con la cara de la gran estrella internacional de cine mudo Raquel Meller. Y algunos dicen que también el resto de la figura.
Un siglo de arte a la intemperie y contracorriente es lo que exhibe 'Desnudos. Cuerpos normativos e insurrectos en el arte español (1870-1970), que en realidad avanza cronológicamente un poco más, hasta 1976 y los nuevos aires de la transición, con una litografía de grandes proporciones de un Joan Miró liberado de cualquier exigencia física para representar la figura humana con sus reconocibles manchas de color. «Estamos ante uno de los grandes temas del arte mundial, que no tuvo en España, un país marcado por la Iglesia, una corriente favorable, aunque paradójicamente de los diez denudos más importantes de la historia, tres son de autores españoles», ha explicado este lunes la directora artística del Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, en la presentación de la nueva temporal que estará en el Palacio de Villalón hasta el 9 de marzo.
La experta no ha tardado en citar esa trinidad de obras maestras al natural con acento hispano: 'La venus del espejo', de Velázquez; 'La maja desnuda', de Goya, y 'Las señoritas de Avignon', de Pablo Picasso. «Las tres hemos querido que estén presentes de forma indirecta en la exposición», ha detallado la experta, que ha señalado la obra de una pintora, Aurelia Navarro y su 'Desnudo de mujer' (1908), que desafía este terreno de la sensualidad vedado a las artistas con un homenaje velazqueño, o la gran obra de un Dalí que no parece Dalí, en la que reconoce el genio del malagueño Picasso con su versión de 'Las señoritas de Aviñón' (1970).
Precisamente, aquella obra original y rupturista del malagueño en 1907 es la que «destruye el concepto académico del desnudo como orden, armonía y belleza, según los cánones griegos», abriendo así una nueva puerta en el arte por la que se lanzan los artistas del siglo XX para apartar cada vez más el erotismo en busca de lo esquemático y lo simbólico como espejo del alma. «En lugar del cuerpo humano lo que buscan a través de sus obras es desnudar el interior», ha explicado Lourdes Moreno sobre esta exposición de producción propia que han comisariado Alberto Gil y Bárbara García Menéndez y que exhibe 86 obras procedentes de 45 museos y colecciones privadas diferentes.
Esta elevada cantidad de préstamos «es algo que el visitante desconoce, pero es una absoluta brutalidad que se une al discurso artístico que aporta esta exposición al mundo del arte español», ha destacado Guillermo Cervera, conservador general de la Colección Carmen Thyssen, que ha estado acompañado en la rueda de presenta de presentación de la exposición de la concejala de Cultura, Mariana Pineda, que también ha puesto el acento en el «rigor» y la presencia de obras cedidas desde el Reina Sofía al Museo Chillida Leku, pasando el Bellas Artes de Granada y Bilbao, la Academia de San Fernando, el Museo Sorolla o el Museo Picasso de Barcelona, entre otros. También la Fundación La Caixa con una magnífica obra de Anglada-Camarasa, 'Sibila', que además patrocina la exposición a través de su propia institución cultural y la entidad bancaria Caixabank.
En la selección se observa ese tránsito desde el erotismo como provocación al desnudo como representación de sensaciones y sentimientos. Un viaje que va desde el clasicismo del primer Picasso, de Rusiñol o de Sorolla a las primeras rupturas como los ancianos de Fortuny, que ya marca esa salida de los cánones de belleza clásica y de los cuerpos normativos y atléticos. Una transgresión que también está en 'Venus de la poesía' (1913), la obra de Romero de Torres aparentemente clásica, pero que no retrata a una diosa sino a una mujer, la gran diva del cine mudo Raquel Meller, que rodó en Ronda la gran producción internacional ‘Carmen’ (1924). Un óleo que no se exhibió públicamente hasta hace un par de décadas y que forma parte de la exposición.
El desnudo en la escultura, el dibujo y la fotografía también salpica esta ambiciosa exposición del museo del Palacio de Villalón que muestra el predominio del desnudo femenino en el arte -»los artistas han sido mayoritariamente hombres», explica Moreno-, pero que también exhibe la gran tradición del masculino, aceptado precisamente desde el ámbito académico. Así destaca la obra de Gabriel Morcillo, 'Dios de la fruta' (1936), reivindicación del cuerpo del hombre cargado de simbolismo gastronómico en lugar de explícito frente a la obra del mismo año de Zuloaga, 'Retrato de La Oterito en su camerino', que exhibe a la cupletista orgullosa de mostrar todo su esplendor físico. «Esta exposición es un canto de libertad y eso es lo que cuentan los artistas que hemos reunido», ha concluído la directora artística. Un viaje desnudo desde lo normativo al espíritu insurrecto de un arte que se reveló contra el tabú y el pecado de todo un país.
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