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Un día en familia en los talleres didácticos del Museo Picasso Málaga. Migue Fernández
La ciudad y el museo

La ciudad y el museo

Línea de Fuga ·

A veces, se equilibra un poco la balanza entre la ciudad para ser visitada y la ciudad para ser vivida

Domingo, 8 de diciembre 2019, 00:42

Al otro lado de la plaza había varios planes para cruzar la Merced en un salto, subir a la segunda planta de la Casa Natal y acompañar a Paulina en la presentación de su libro. Al fin y al cabo, habían sido muchas horas de muchos días de estudio en la Biblioteca del Museo Picasso, como en el Centro de Documentación de la Casa Natal. Pero por malo de la agenda, esta mañana cada institución ha organizado una cita con apenas media hora de distancia, así que no hay manera de escaparse para estar con Paulina Liliana Antacli, bailarina, coreógrafa, artista plástica, doctora en Bellas Artes, profesora e investigadora sensible y apasionada en cada página de 'Picasso, Warburg y la fórmula de la ninfa', el estudio editado por la Fundación Picasso-Museo Casa Natal que ahora estrena en el salón de actos de la institución municipal.

Antacli dedica su libro a los «amigos» del Centro de Documentación de la Casa Natal, que comparten con los compañeros de la Biblioteca del Museo Picasso una tarea modesta y crucial: mantener el latido constante para que siga con vida la pequeña esperanza de que esta ciudad tome a Picasso como algo más que un pretexto comercial, para que sigan llegando investigadores de todo el mundo y, desde aquí, avivar nuevas luces que cuajen en libros, exposiciones y, sobre todo, interpretaciones ajenas al folclore promocional, la chiripa geográfica y el chascarrillo sentimental.

El Centro de Documentación de la Casa Natal y la Biblioteca del Museo Picasso cuidan el flanco investigador, académico, de una manera de entender al artista sin atender al corto plazo. Ahí están los estudiantes de Historia del Arte cogiendo notas y libros en la tercera planta de la fundación, los niños desfilando por los talleres didácticos de ambas instituciones. Porque esta semana también ha servido para echar memoria y cuentas en ese lado. Más de 100.000 personas han pasado por las actividades educativas del Museo Picasso en estos dieciséis años; es decir, casi tres generaciones de niños y niñas han tenido la oportunidad de crecer de la mano de las propuestas que ahora el equipo formado por María José, José María, Cristina, Anaïs, Carolina y Cristina transforman en algo parecido a una costumbre en un buen puñado de familias.

Los talleres del Picasso y los de la Casa Natal donde se afana Rosa con su equipo, la educación musical y los cuentacuentos en el Thyssen, el espacio didáctico del Pompidou, los fines de semana en el Museo Ruso, los paseos por el CAC de la mano de Inés, las primeras escapadas al Museo del Patrimonio y la Noche en Blanco cuando aún es de día en el patio central de la Aduana. Todo tan a la mano que puede cundir la tentación de olvidar su valor a largo plazo. Museos convertidos en centros educativos, en agentes culturales con agendas que van mucho más allá de las exposiciones, con Nacho multiplicándose en el Ruso y Paloma en el Picasso, que también estos días anunciaba el montaje de danza que ha encargado a Luz Arcas para la exposición 'Calder-Picasso' y dejarnos hasta el día del pase como al perro de Pavlov.

Esperar un espectáculo de danza en las salas de exposiciones, un concierto de jazz en el auditorio, esperar a V a la sombra de la higuera, verla salir radiante con una escultura, un dibujo, una corona de papel que guardará en un baúl hecho por ella misma, «como el baúl de Olga». Olga Khokhlova. Ese baúl de cartón que no hay manera de reciclar porque a cada poco lo coge, lo abre y le enseña a su hermano todo lo que hizo en el museo. V preguntando cuándo es Navidad porque sabe que volverá allí, repetirle que ya falta poco y compartir con ella la ilusión de que al final de cada mañana traerá una obra nueva con una historia que contar mientras subimos juntos la calle Alcazabilla hasta La Merced. Y sentir entonces que se equilibra un poco la balanza entre la ciudad para ser visitada y la ciudad para ser vivida.

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