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Es el pueblo más elevado de la Serranía de Ronda y el tercero de toda la provincia de Málaga. Cartajima, que es una de las villas que se encuentran en el Alto Genal, también puede presumir desde hace siglos de la blancura de la cal que reviste las fachadas de sus casas.
Pero, desde hace dos años, en esta localidad serrana han decidido darle un toque de color y romper la monotonía del blanco. Lo hacen con murales pintados por mujeres jóvenes del pueblo, que aprovechan los veranos para crear un auténtico museo pictórico al aire libre. Y que no quiere parar de crecer.
Esto es posible gracias al proyecto que se ideó en los primeros meses de la pandemia, bautizado como 'Fachadas creativas'. Así, entre julio y agosto de 2020, cuando el sol más apretaba en Cartajima, cuatro jóvenes entusiasmadas del pueblo se dedicaron a pintar doce murales en distintos enclaves del casco urbano. Como en la fábula de la hormiga y la cigarra, aprovecharon el verano para trabajar. A muchos cartajimeños de su edad, seguramente, les apetecía más darse un baño en la playa o en algunas de las pozas de aguas cristalinas del Genal o de sus afluentes.
La temática predominante en los murales de ese verano fue la naturaleza y el medio ambiente, algo fundamental para entender el valor añadido que tiene este pueblo malagueño.
Para ello se seleccionaron a cuatro jóvenes desempleadas del pueblo, que se encargaron de plasmar imágenes que aluden de una forma u otra al pueblo: un castaño con setas –yema de huevo– a sus pies, una prensa de mosto –vino del terreno– o un burro atado a la entrada de una vivienda. En total, una docena de murales que sorprendieron a vecinos y visitantes.
En el pasado verano, en 2021, la experiencia se volvió a hacer con otras cuatro jóvenes, dos de las cuales repetían la experiencia del año anterior. De nuevo, se pintaron otros doce murales, con una temática que giraba sobre todo en torno a las tradiciones de este pueblo situado a los pies del enclave kárstico de Los Riscos.
Y, como no hay dos sin tres, este verano de 2022, quien decida acercarse hasta este pueblo de montaña hasta finales de agosto podrá ver también como se incrementa con más pinceladas el original patrimonio pictórico de sus paredes.
En esta ocasión, sólo se han seleccionado a dos mujeres del pueblo para continuar lo que se inició hace ya dos veranos. Por un lado, está Alba González, que ha estado en las tres ediciones. Con 26 años es joven, pero la más veterana de las pintoras de murales en Cartajima. Le acompaña Sonia Ruiz, que con 31 años, suma su segundo verano dándole color a las paredes de su localidad.
En este tercer verano, Alba y Sonia están enfrentándose a una temática aún más original, los juegos infantiles de antaño. Además, tal y como apunta Yolanda Benítez, coordinadora municipal de este proyecto y dinamizadora cultural del pueblo, «hay cada vez más complejidad desde el punto de vista artístico». En este sentido, señala que hay más personajes y dibujos con mayor profundidad.
El objetivo de Sonia y Alba es que cuando acabe el próximo mes de agosto hayan finalizado al menos seis murales, aunque, según adelanta Yolanda, «no hay que descartar un séptimo».
De esta forma, para el próximo mes de septiembre, Cartajima podrá tener al menos una treintena de murales repartidos entre sus calles, gracias a esta iniciativa, que ha propiciado también que algunos vecinos hayan pedido a estas jóvenes vecinas que les pintaran sus fachadas.
Además de ser una clara apuesta por impregnar de arte las calles de este tranquilo municipio, con esta iniciativa también se apuesta por romper el tan temido despoblamiento rural.
Cartajima es un claro ejemplo en el que las iniciativas relacionadas con el arte forman una excelente simbiosis con el patrimonio natural. Basta tomar una perspectiva del casco urbano con el telón de fondo del castañar o del paraje de Los Riscos para entenderlo.
Este último espacio es un complejo kárstico de gran belleza que Cartajima comparte con Júzcar, el que fuera PuebloPitufo y ahora Aldea Azul. Las singulares iniciativas de los dos pueblos lejos de ser competencia se puede entender como idónea para darle un valor añadido a una zona con poca población, como es el Alto Genal.
Otra apuesta original es la que se ha puesto en marcha en otro pueblo vecino, Parauta, con un 'bosque encantado' y habitado por duendes, hadas y magos. Se trata de un camino de escasa dificultad que parte de este pueblo para dirigirse en dirección, precisamente, a Cartajima.
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