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Núria Espert será la primera actriz española en subirse al Teatro del Soho tras el estreno con 'A chorus line'. S. Parra
Núria Espert: «Cuando miro al pasado no sé cómo he podido hacer tantas cosas»

Núria Espert: «Cuando miro al pasado no sé cómo he podido hacer tantas cosas»

La actriz llega este fin de semana al Teatro del Soho de la mano de Lluís Pascual y su adaptación de 'Romancero gitano'

Miércoles, 12 de febrero 2020, 00:34

El paso del tiempo le ha enseñado a tener «empatía», algo heredado de su condición de actriz. Núria Espert (Barcelona, 1935), llega este fin de semana al Teatro del Soho CaixaBank con el 'Romancero Gitano' de Federico García Lorca, obra adaptada por el exdirector del teatro de Antonio Banderas, Lluís Pascual. La intérprete recibe esta semana en Málaga el V Premio Internacional Humanismo Solidario 'Erasmo de Rotterdam'.

–¿Cómo se siente al ser la primera actriz española en pisar el Teatro del Soho después del estreno con 'A chorus line'?

–El estreno de un nuevo teatro, que lo he hecho muchas veces a lo largo de mi carrera, siempre es excitante. Este lo es más porque pertenece a alguien por quien tengo una gran estima, que es Antonio. Y después porque está en una ciudad que amo, que visito con regularidad, la preciosa Málaga. Y porque el espectáculo está dirigido por Lluís Pascual, que también participó en los últimos tramos del Teatro del Soho.

–¿Se le hace raro venir a Málaga y que no sea para actuar en el Teatro Cervantes?

–La verdad es que soy infiel, lo reconozco. Quizá lo echaré de menos, pero puede más la ilusión de estar en un proyecto que nace de algo tan personal y tan generoso como es la construcción de un nuevo teatro. Es algo muy costoso en todos los niveles, el económico, el artístico, el de la dirección… Es muy complicado un nuevo teatro grande. Porque este es un gran teatro para cosas grandes y tengo muchas ganas de verlo. En el otro he estado muchísimas veces, me va a perdonar que ahora cambie un poco [ríe].

–¿Qué le parece la apertura de este teatro en Málaga?

–Pues como el ansia de dejar algo de él (de Antonio Banderas) ahí. Se podía haber inventado un negocio, pero inventa un teatro en el que piensa actuar, al que quiere especialmente porque nace de muchísimos sacrificios. Yo espero que tenga muchísimos proyectos para el futuro y que le incluyan a él como actor o director, que le fuercen a ocuparse de ese regalazo que ha hecho. Espero que le dedique parte de su tiempo y de su creatividad

–¿Qué opina de la salida de su íntimo amigo Lluís Pascual de la dirección del teatro?

–Puedo comentar lo único que sé. Sé que Lluís entró al marcharse del Lliure de Barcelona, que quedó un momento en blanco en su vida. Antonio lo llamó para ayudar en los últimos toques del teatro. Necesitaba a alguien del mundo del teatro para que diera las últimas órdenes, alguien que conociera a fondo las dificultades de un teatro y de su funcionamiento. Creo que una vez hizo esto y estrenó con tantísimo éxito, el papel de Lluís no tenía ya sentido.

–Qué representa Lorca para su carrera como actriz?

–Significa muchísimo, muchísimo. Aparece y desaparece en mi vida como el Guadiana. Desde muy pequeñita cae en mis manos un poema de Lorca, yo tenía nueve o diez años y no sabía quién era. Me dieron un texto que me aprendí de memoria y que recitaba porque mis padres eran aficionados al teatro y les encantaba enseñarme versos. Después de eso, cuando ya era una actriz, cuando ya había leído todo Lorca y sabía que era el poeta que se adaptaba maravillosamente a mis deseos, a mi temperamento, a mi manera de entender la poesía y el teatro, empecé a recitarlo de forma profesional y lo he hecho durante toda mi vida. Hay montones de discos hechos en aquella época en la que hablar de Federico no era fácil ni tranquilo hasta que llegamos a 'Yerma', que supuso un salto enorme, grandísimo en mi carrera, cogida de las alas suyas. Cuando nos llamaban de todo el mundo para actuar era importante el éxito que arrastrábamos pero más aún la figura de Federico en medio de nuestros hierros, nuestra lona y nuestra poesía.

–¿Qué le ha enseñado el paso del tiempo sobre el escenario?

–A mí de todo, de todo [ríe]. El tiempo sobre el escenario pasa suavemente, no te das cuenta. No soy melancólica, pero si no tienes más remedio que mirar atrás, cuando miro al pasado me parece imposible haber hecho tantas cosas incluso sabiendo que he tenido muchos años para hacerlas. Aparecen las memorias al recordar hitos, dentro de la carrera, también los errores, las veces que nos hemos equivocado, que hemos ofrecido algo que no ha interesado o que no ha salido bien, pero por encima aparecen tantos momentos dulces... y siempre de lucha. Tener compañía propia en la España franquista era una cosa horripilante porque estabas bajo la lupa de unas gentes que te consideraban enemiga.

–¿Y fuera de las tablas?

–Pues yo creo que mucha comprensión. Y a ponerse en el sitio del otro, eso lo he practicado mucho, he dedicado mucho esfuerzo emocional a que eso sea verdad para mí, que no sean palabras nada más. Ponerte en el sitio del otro cuando estás viendo un conflicto o te rodea el conflicto, es el momento de saber si realmente eres capaz de tener empatía.

–Debe ser cosa del oficio...

–Sí. Nuestra profesión favorece la bondad, nos obliga a leer muchísimo, a comprender a los personajes, y eso que a veces el personaje es lo más alejado de ti mismo que existe. Como en 'Quién teme a Virginia Woolf', estaba haciendo un personaje al que detestaba, el esfuerzo era triple, salí de esa función absolutamente agotada porque representarla era un gran esfuerzo para mí. Debía defenderla no como un personaje literario sino como una mujer a la que le ocurren una serie de cosas.

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