!['Les musiciens' (1952-1953).](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202007/23/media/cortadas/nicolas-RQFiJeIQZS4QhDDkayLTl4H-1248x770@Diario%20Sur.jpeg)
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Todas las galerías le querían, sus cuadros estaban muy cotizados y su fama traspasaba ya la frontera de Francia. Pero a él le devoraban las dudas. No le importaba el éxito, él «quería llegar a lo absoluto, ir más allá en su pintura», apunta el comisario Christian Briend. Con solo 41 años, en marzo de 1955, Nicolas de Staël se suicidó lanzándose desde la ventana de su estudio en Antibes. Dejaba atrás una producción artística de apenas una década de trabajo, lo suficiente para convertirse en uno de los artistas franceses más respetados del siglo XX. El Centre Pompidou Málaga traza ahora un recorrido cronológico por su melancólica mirada con una exposición que reúne todos los fondos del artista que custodia la casa matriz en París. La muestra, con la colaboración de la Fundación la Caixa, permanecerá hasta el 8 de noviembre.
Una foto de Staël en su estudio parisino, inquietante y seductor a la vez, abre la muestra. Una carta que suena a despedida la cierra: «Si sigo aquí es porque desprovisto de esperanza quiero llegar hasta el final de mis desgarros, hasta su ternura (...) Estoy solo y lloro delante de mis cuadros, que se humanizan despacio, muy despacio y hacia atrás». Entre medias, 25 obras sobre lienzo y papel en las que se visualizan sus conflictos personales y artísticos, en constante lucha entre la figuración y la abstracción. «Detestaba que lo clasificaran, le gustaba la música y la poesía, no se adscribía a una escuela determinada ni admitía los límites», resaltó el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes, que participó por videoconferencia en la rueda de prensa presidida por el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y el director de la Agencia Pública para la gestión de los museo municipales, José María Luna. Les acompañaban el embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa, y el director comercial de CaixaBank en Málaga, Córdoba, Jaén, Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla, Gerardo Cuartero.
Cuando la abstracción se imponía en la Europa de posguerra, Nicolas de Staël superó el debate buscando la densidad de la pintura. Eran unos años difíciles y así lo plasma en el enigmático cuadro 'La vie dure' ('La vida dura'). El joven Stäel había llegado a París tras un periplo vital complicado: vinculado a la aristocracia rusa, toda su familia se ve obligada a emigrar a Polonia donde pronto se quedaría huérfano. Tras estudiar en Bruselas, se instala definitivamente en Francia a finales de los años 30. «Marcado» por el exilio, esa «tragedia latente» en su trayectoria -como la definió el embajador Jean-Michel Casa- se aprecia ya en el aspecto sombrío de esta primera obra de la colección creada a base de barras de pintura espesa que parecen enfrentarse entre ellas. De esta época, entre 1946-1948, son también algunos dibujos de gran formato que reflejan su dualidad estilística: siendo una obra abstracta, en 'L'Ecorché' se intuyen pájaros que parecen revolotear por el cuadro.
Los trazos se hacen más gruesos en la siguiente etapa, entre 1949 y 1951, en la que Nicolas de Staël juega con distintos planos en la pintura. Nada era improvisado, como lo demuestra el lienzo 'Composition' junto a su boceto, en el que ya se distinguen las líneas de fuerza de la composición. En 'Les Toits' levanta una muralla construida con pintura a modo de teselas y ladrillos: todo en tonos negros y grises, salvo un desconcertante toque rojo que subyace en buena parte de su creación. Y, de repente, en 1952 todo cambia. Por un lado, con su traslado a Antibes, la luz del Mediterráneo entra de lleno en sus obras con una explosión de color en 'Le lavandou'. Por otro, descubre nuevas músicas que le fascinan y que consigue trasladar al lienzo. En 'Les musiciens', las potentes tonalidades equivalen a la estridencia de un clarinete en un combo de jazz. En 'L'Orchestre', de gran formato, despliega toda una armonía de suaves grises, azulados y vaporosos para evocar a los miembros de una agrupación de música contemporánea, su otra pasión.
Su producción final anticipa lo que está por venir. Nicolas de Staël se encierra en su taller, al que dedica una serie de cuadros nocturnos con una composición «fantasmagórica e inquietante», en palabras del comisario. Y la ventana del fondo abierta ('Coin d'atelier fond bleu'). En lo estilístico, se acerca a Matisse. También resulta perturbador el retrato que hace de su amante, desnuda, reflejándose en una superficie y con el rostro distorsionado separado del cuerpo, en un extremo inferior de la obra. Fue de sus últimas creaciones. «Cada uno de sus cuadros se puede considerar un evento aislado por sí mismo en el que se observa el destino de sacrificio y trágico que él ha elegido voluntariamente», resumió Lasvignes.
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