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Lea los microrrelatos ganadores del II Premio Pablo Aranda

Lea los microrrelatos ganadores del II Premio Pablo Aranda

Eva González Parada gana el concurso organizado por SUR y cuya entrega de premios tendrá lugar en la fábrica de Cervezas Victoria el 13 de octubre

SUR

Sábado, 8 de octubre 2022, 00:17

Estos son los ganadores del II Premio Pablo Aranda de Micorrelatos. Eva González Parada recibirá el primer premio, dotado con 1.500 euros, y Alejandro Mardones y Dela Valero, los dos segundos premios, con 500 euros cada uno. El certamen ha sido organizado por SUR en colaboración con la Diputación Provincial de Málaga y el Ayuntamiento de Málaga. La entrega de premios tendrá lugar en la fábrica de Cervezas Victoria el 13 de octubre a las 12 horas con la presencia del escritor Javier Castillo, que apadrinará el evento. La entrada al acto es libre y gratuita, limitada a mayores de edad. Para asistir hay que enviar un correo solicitando entrada a forossur@diariosur.es o rellenando el siguiente formulario:

Eva González Parada

Los amantes

Después de meses de contactos interminables y tonteo por aquella aplicación para nuevos solteros que prometía la pareja ideal y no solo sexo, deciden verse en persona. La sorpresa fue mayúscula. Ninguno articuló palabra, solo se miraban sin salir del asombro. Al final él rompió el hielo y dijo: «Verás cuando se enteren los niños». Ella respondió: «Siempre te dije que como amantes habríamos funcionado de maravilla, mejor no les decimos nada».

Alejandro Mardones

Bruja

Martina siempre había querido ser médico. Se ataba ella sola la bata, agitaba con fuerza el termómetro, comprobaba que el estetoscopio no estuviera muy frío. Cambió de parecer cuando escuchó el primer latido de su peluche.

Dela Valero

Cálculos

Sé que la piña está madura cuando la sobrevuelan exactamente tres mosquitos. Con dos está verde. Uno es anecdótico. Cuatro indican putrefacción. De ahí la importancia de saber contar para comer ananás en su punto. Siempre compro una sola piña, aunque la frutera me haga precio para que me lleve dos. Me da miedo verlas juntas, tan semejantes a las ilustraciones de pulmones atrofiados. Por supuesto que podría poner una en la mesa de la cocina y otra en la del comedor, pero me parece una mutilación separarlas. Mi abuelo, a causa de un accidente, tenía un solo pulmón. Aun así, no dejó de fumar, sembrando los pañuelos de fresones. Yo imaginaba su pulmón como una piña huérfana. La mañana que vi sobre su camisa exactamente cuatro mosquitos tuve claro su fin. Lo recuerdo porque ese fue el día en que aprendí a contar.

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