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La conversación social, que trasiega entre las redes sociales y luego retumba y resuena en todas las pantallas, alcanza velocidades ya espasmódicas, histéricas. La viralización de cualquier cosa, por magna o inane que sea, se convierte en noticia 'per se'. De modo que lo relevante ... ya parece el chachareo, que todos hablemos de ello, que lo desperdiguemos sin mesura. Así se construyen las glorias efímeras de nuestra actualidad: a base de chisporroteo y de estupefacciones correlativas. Las guerras, ay, son virales por su crueldad, siempre lo fueron. Ahora lo son el triple cuanta más cizaña ofrezcan, o al menos bulos, imágenes sangrientas o pasajes atroces susceptibles de ser mensajeados. Las cadenas televisivas viven con el temor a parecer ajenas a este bullebulle de las redes, al trajín de los temas candentes, encendidos en la candela del perdigoneo de Tik-Tok o de cualquier vídeo chorra con capacidad para pellizcarnos por unos segundos el corazón o la risa. Ahí tienen a la estrella televisiva del momento: María Luisa, encaramada al estrellato por su «Se ha caído la palmera, señores». Del salón de su casa de Pino Montano a los pasillos de Mediaset en cero coma.
Meryl Streep, en cambio, con su firme fama de bambú, ganada a fuego y pulso lento, ha sido la espoleta de los Premios Princesa de Asturias de este año. Su triple ejecución en la recogida del galardón fue sublime: la verbal, con un discurso ecuménico y sensible, trufado de guiños españoles y hasta con referencia a Málaga (vía Banderas, presumimos); la vocal, con sus susurros y giros que tan mal sientan a los aguafiestas de su carrera pero que embelesan por doquier; y la visual, con su calmo proceder y gestos precisos, entre estudiados e hiperrealistas. Su plano de escucha atenta y emocionada a los discursos reales fue tan poderoso como el enigmático recogimiento de Murakami. Al menos ese día las cosas estuvieron en su sitio: María Luisa festejó su éxito fugaz en los magacines de tarde, pero Meryl dio el liderazgo de audiencia a los fastos de Oviedo en TVE. Algo es algo.
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