Sobre un fondo negro intenso y junto a uno de sus personajes de grandes y brillantes ojos, se lee esta frase: «All grown-ups were once children, but only few of them remember it» («Todos los adultos alguna vez fueron niños, pero pocos lo recuerdan»). ... Una mirada aparentemente inocente y tierna con un potente mensaje detrás. Seña de identidad de Javier Calleja. El artista malagueño vuelve a dejar su sello en China con 'Messages', su cuarta exposición en la galería Almine Rech Shanghái, del 12 de agosto al 17 de septiembre.
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Siete acrílicos sobre lienzo de gran formato integran una muestra compartida con el artista Joseph Kosuth, relevante creador del arte conceptual que presenta 'Tabula Rasa (14 Times)', catorce trabajos realizados en neón e inspirados en la novela de George Orwell '1984'. «Dos caracteres aparentemente dispares en lo que al uso de técnicas y enfoques se refiere, pero unidos para crear un diálogo y punto de encuentro entre el arte pop y el conceptual», se lee en la nota de prensa de la oficina del artista.
Se trata de una nueva parada en la ruta internacional de Calleja que en poco más de dos meses ha llevado su obra a París, Tokio y ahora Shanghái, siempre con piezas inéditas. Y en cada muestra se hace más patente su evolución artística. Sus últimas creaciones reflejan una especie de «mitosis expansiva»: la atención ya no se concentra solo en sus característicos personajes -que pierden redondez y adoptan formas desiguales-, sino en los elementos que lo rodean. Las frases, el contrapunto a la imagen, ganan además protagonismo y fuerza. En muchos casos, parecen salirse del lienzo. «También su intencionalidad es cada vez más informativa, más orientada a la transmisión de una idea», señalan.
En 'Messages' la paleta de color se oscurece: el negro absoluto se impone como fondo en cuatro de los lienzos resaltando el naranja del pelo, el celeste del traje y el verde de los ojos de las figuras al estilo Calleja. Un tono contundente que dota a estas obras pop de un aura de seriedad. Cambia el contenido y también el continente. Los cuadros se enmarcan como si fueran obras clásicas, «enfatizando el carácter intocable que envuelve a los montajes de galerías y museos». Y, al mismo tiempo, el artista mantiene su juego de escalas con el espectador, con grandes marcos y magnificados paspartús que parecen convertir los óleos en dibujos. Una invitación a interrogarse no solo sobre la vida (con frases del tipo «¿qué esperas?» o «grandes palabras pero pequeñas acciones»), sino también sobre el arte en sí mismo.
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