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Fija una hora y media para la reunión, pero Diego Magdaleno nunca va con prisas a estos encuentros. Sabe que cuando los recuerdos empiezan a ... fluir, el reloj se detiene. El narrador recorre los pueblos de Andalucía para recoger su memoria y transformarla después en un cuento que la conservará al modo tradicional, a través de la tradición oral. Una iniciativa de rescate de las vivencias personales y colectivas de las ciudades que ahora llega a Málaga de la mano de la Biblioteca Cánovas del Castillo, de la Diputación. Villanueva de Tapia es la primera parada. Tras escuchar a sus vecinos, Diego Magdaleno regresa este lunes, 9 de agosto, para relatar en la plaza del pueblo el cuento que ha elaborado a partir de las experiencias de sus gentes (Plaza de España, 22.00 horas). Un estreno absoluto «que además no se repite, porque se hace solo para ese día y esas personas».
En esta especie de «juego» hacia el pasado que propone a los mayores de los pueblos, siempre hay un escenario común en todos los lugares (casas sin agua corriente, visitas diarias a la fuente, escasez de lujos...) pero es la anécdota la que marca la diferencia, la que hace única esa localidad. Y eso es lo que Diego Magdaleno busca. En aquella cita de mediados de julio con los habitantes de Villanueva de Tapia, enseguida salió a relucir la «apoteósica» feria del ganado. Es la última de la ruta, lo que convertía al pueblo en un destino muy atractivo por los precios rebajados de final de temporada. La mente de Francisco Sillero se fue entonces directamente a su infancia y a 'los caballitos' que traían los feriantes en esos días, el tiovivo. No había suficiente electricidad para poner en marcha la atracción, de manera que solo funcionaba empujando. Pero quien pagaba no empujaba. Lo hacían los niños que como él no podían permitirse el capricho y, a cambio del esfuerzo de varias vueltas, se ganaban una viaje gratis.
La feria y el circo que siempre aparecía por esas mismas fechas despertó también los recuerdos de Francisca Villalba. Por eso el narrador celebra siempre estas reuniones en grupo, «porque de esta forma se retroalimenta la memoria». Francisca contó que de niña encontró en un baúl de casa una bandera extranjera que tiempo después descubrió que era la de Reino Unido. Su familia le explicó cómo había llegado hasta allí: cuando el circo pasaba por el pueblo, los vecinos les alquilaban sus camas y deambulaban durante la noche mientras los forasteros descansaban en sus casas. En una de esas, una de las mujeres del circo se puso de parto. Sin dinero para poder pagar la estancia, saldó su deuda con aquella bandera que sus padres consideraron valiosa al ser vista como algo «exótico». Y, según confirmaron los mayores, aquel no fue el único hijo de feriante que vino al mundo en Villanueva de Tapia.
Diego Magdaleno escuchaba atentamente sus historias mientras Gerardo Páez 'El carpintero' improvisaba rimas al momento. Un trovador de los de antaño, un poeta y repentista natural de los que ya apenas quedan en los pueblos de Andalucía.
Con esos mimbres, el cuentista sevillano construirá su relato, una ficción basada en la realidad de las gentes, que podrán reconocerse en él. «Y así contado puede que no atraiga a la chiquillería, pero si le doy un carácter de cuento, creo un personaje y una trama también atrapará al público infantil». Porque el objetivo es llegar a cuantos más mejor para que el boca oreja cumpla su misión y las historias permanezcan. «La memoria si no se cuenta se pierde», asegura el responsable de 'Cuentos de la experiencia'.
Al día siguiente, el 10 de agosto, Magdaleno volverá a empezar en otro punto de Málaga. A las 10.30 horas estará recopilando vivencias locales en Cortes de la Frontera. Con lo que se lleve a casa, elaborará un cuento que narrará a todo el pueblo el 24 de septiembre.
Y aún queda por elegir una tercera localidad para cerrar la primera temporada de este proyecto que ampara la Biblioteca Cánovas del Castillo. Una iniciativa que, si todo va bien, tendrá una segunda parte: pasar de lo oral a lo escrito para que cada municipio conserve su cuento.
Hace más de una década que este «cuentista andariego», como él mismo se define, empezó a crear relatos a partir de lo que le contaban los mayores de los pueblos. Surgió de forma espontánea, durante un programa con mayores que le encargó la Consejería de Medio Ambiente. Descubrió lo que se «emocionan» al reconocerse en una historieta y llegó a una conclusión: «Invertimos mucho en materiales para ellos, pero no hay cosa que les guste más que sentirse escuchados».
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