Lo dice su mismo nombre: Genna-Alwacir, 'jardines del Visir'. Genalguacil es un vergel en pleno Valle del Genal, con el 98% del municipio conformado por masa forestal y uno de los últimos bosques de pinsapos de Europa. Además de castaños, quejigos, alcornoques… Una frondosidad ... que solo se explica por el abundante agua que corre por su escarpada orografía. Una veintena de arroyos y dos ríos, el Almarchal y el Genal, riegan los alrededores del pueblo y también la memoria de sus gentes. De allí se nutren las huertas, y sus muchas pozas y charcas sirven de lugares de encuentro y de divertimento. El genalguacileño crece junto al agua, un bien natural que el pueblo museo eleva ahora a la categoría de arte.
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Arte Vivo 2023, la propuesta cultural que sirve de transición entre los veteranos encuentros de arte de carácter bienal, fluye en esta edición por esos cauces reales e imaginarios para poner en valor el papel del agua en la evolución de Genalguacil y en la vida de sus vecinos. Lo hace desbordando los límites del propio Museo de Arte Contemporáneo Fernando Centeno, colándose en el interior de la institución con las piezas de las artistas Linarejos Moreno y el colectivo Moreno&Grau.
La exposición 'Cursos de la memoria, márgenes de vida' da un paso más en la transformación artística de este pueblo blanco, con intervenciones urbanas que dejarán huella en sus fuentes y con una oferta cultural que cada año trasciende las fronteras de la provincia. El último Observatorio de la Cultura, que elabora anualmente la Fundación Contemporánea, incluye a Genalguacil Pueblo Museo en el 'top 20' de las mejores iniciativas culturales de Andalucía, además de reconocerle su labor en el medio rural y su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En esta ocasión, Moreno&Grau, pareja artística que integran Alba Moreno y Eva Grau, trasladan a la sala el paisaje fluvial que recorre el municipio. Llevan el agua con dos estanques que salen de las paredes, rodeados de cerámicas elaboradas con los moldes obtenidos de los hongos, troncos y piedras que bordean el río. «La pareja se apodera de parte del espacio expositivo, haciendo que nos relacionemos con él como si nos encontráramos en el entorno de un río, aspirando a acercarnos a una sensación de libertad que podríamos calificar como telúrica, ancestral o atávica», explica Juan Francisco Rueda, comisario de la exposición. Un río que se escucha en el agua de esa intervención y también en una videoinstalación que proyecta la naturaleza hídrica del lugar y los recuerdos de sus gentes con testimonios de los vecinos.
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La fotografía de Moreno&Grau completa la panorámica de Genalguacil: por un lado, cinco imágenes sutiles que capturan las ondas que dibuja en el agua el movimiento de un insecto zapatero; y por otro, una piedra erosionada por la acción del agua. Instantáneas que Alba Moreno y Eva Grau han ido tomando in situ en Genalguacil a lo largo de un año, localizando escenarios y registrándolos mediante diferentes técnicas. Es una de las normas de esta iniciativa: «Las piezas han sido producidas en Genalguacil o en talleres de la comarca y la provincia, ajustándose a la máxima de generar un proyecto de kilómetro 0 y de economía circular», se especifica.
La imagen fija es también el medio de expresión de Linarejos Moreno. Ella hace de la fotografía un indicio científico, enmarcándola con un cúmulo de datos sobre la temperatura, la calidad del agua, las especies botánicas y acuáticas y un sinfín de información obtenida durante la captura. La artista, señala Rueda, «levanta un acta científica de lo que se produce en el momento en el que se hace la foto». Usa para eso las escalas que emplean los arqueólogos en las excavaciones porque también aquí hay algo de labor de rescate del patrimonio. Linarejos Moreno pone el foco en unos impresionantes orificios encontrados en un arroyo de la zona de Los Morteretes de origen incierto. Para unos son accidentes geológicos, pero para otros los hicieron los fenicios para usarlos como lavaderos de minerales allá por el siglo VIII a.C.
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Sus fotografías esconden así multitud de capas, entre ellas la alusión a la propia disciplina fotográfica. Sobre el terreno, aparecen cinco adolescentes del pueblo vestidos de científicos de bata blanca que toman anotaciones. «Incorpora así un punto disruptivo, de distorsión, entre el documento científico y una foto escenificada. Mete el relato, la ficción, algo que resulta erosivo», apunta Rueda. Y, al mismo tiempo, hace partícipes de la acción artística a jóvenes de Genalguacil, que en algunos casos nunca habían estado en ese lugar. Porque tan importante es que estas acciones sirvan para el conocimiento «como para el reconocimiento», que las sientan parte de su identidad.
La inauguración de esta exposición este sábado dará el pistoletazo de salida al festival Arte Vivo 2023, una semana –hasta el 14 de agosto– de talleres, mesas redondas, música, teatro y danza. Un programa para todos los públicos donde la unión del arte, la cultura y la naturaleza transforma cada verano de forma insólita un pequeño pueblo de 400 habitantes.
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