
Cantinflas se quedó prendado de un cuadro suyo que vio en el pabellón español de la Bienal de Venia, pero la pieza acabó en la casa de José María García. Él no tiene ni idea de cómo pudo terminar una de sus obras decorando la vida cotidiana del periodista deportivo, así que se encoge de hombros, sonríe por encima de las gafas y lanza una mirada cómplice y socarrona. Una mirada a estrenar con 83 años cumplidos. Porque el otro día se reencontró de nuevo con el bermellón, con los reflejos de algunos azules, con el blanco radiante y las profundidades abisales del negro. «¿Tú sabes lo que es eso?, ¿tú lo sabes? Me hinché de llorar». Porque a estas alturas, una operación de cataratas pospuesta durante largo tiempo le ha devuelto los colores a un artista que demuestra aquella máxima de otro compañero de latitud y gremio: cuando se ha sido joven de verdad, uno es joven toda la vida.
Publicidad
Un joven como aquel chaval que se subió al Mercedes de Enrique Brinkmann para ir juntos hasta Alemania, cruzarse entonces con el bosque de cruces blancas de Verdún como la espuma de un mar en calma, el recuerdo a los caídos en la guerra mundial, el tuétano crucial de la memoria en cualquier asunto que merezca la pena, como los libros. Él cogía una lupa y curioseaba en las fotografías de Picasso en su estudio para fisgonearle al genio los lomos de sus libros y averiguar qué leía. Los íberos, el arte azteca, África. Y entonces meneaba la cabeza, un resoplaba un poco y ajustaba las cuentas con todo lo que aún quedaba por ver, aprender y pintar. En su caso, cuadros como bodegones de memoria íntima y universal.
Su padre y Dostoyevski, sus hijos y los poetas de la Generación del 27. Cuadros en el Pabellón de España en la Bienal de Venecia de 1983. Un hito que aquí pasó sin pena ni gloria. Él lo sabe y lo cuenta sin asomo de amargura, levanta de nuevo los hombros, sonríe y sigue su paseo por el recuerdo y los cuadros. Sus cuadros. Su pop sin pasteurizar, con cuajo, a varios cuerpos de distancia política de las estampas hechas al otro lado del charco. Equipo Crónica, Eduardo Arroyo, Luis Gordillo, Darío Villalba, él mismo. Una reivindicación de que la imaginación también puede –debe– ser figurativa, reconocible, accesible y nueva en cada mirada, como la suya ahora, después de la operación que le ha resucitado los colores.
Una paleta serenada con el paso del tiempo, en un viaje que recuerda al tránsito del relámpago al trueno. Su trazo firme y liviano en los manteles del Nerva durante la sobremesa, mientras se iba levantando una casa con esperanza de hogar. Habían llamado a su puerta Picasso y ella y pronto había sabido que Italia ya no tenía sentido, que su ciudad era de nuevo su sitio. Lo compartía esta semana, el jueves por la tarde, en el Aula de Cultura de SUR junto a Pablo Aranda, que iba picoteando en la vida ancha y larga de un artista que lo mismo funda el Ateneo de Málaga que la Peña Juan Breva, que firma un tríptico imponente y la portada de la Feria en la calle Larios, que sueña con Prokófiev y los verdiales.
Aunque ahora suena un lamento, que en su boca siempre lleva un regusto de rabia contenida. Él y sus compañeros de generación, quienes engrasaron la bisagra de la puerta que abrió la modernidad del arte hecho por aquí han quedado en una anécdota en las colecciones de los museos públicos de la tierra. Siguen Brinkmann, Peinado, él mismo. Murió hace poco Stefan y apenas le echan de menos sus esculturas en el Parque del Oeste. Se fueron Lindell, Alberca, Ruano y Barbadillo. ¿Y qué? Eso debieron pensar algunos gestores de lo público. De los autores de aquella Generación del 50 hay algunos cuadritos expuestos en algún museo de la ciudad. Otros ni eso. El olvido que seremos ha llegado demasiado pronto, demasiado injusto y desmemoriado.
Publicidad
Y él sabe que casi todo es memoria. Memoria y trabajo. Pintar, pintar y pintar. Cada mañana en su estudio con la terraza mirando a la calle del Agua, el sol entrado por la ventana y las pinturas siempre a punto, dispuestas, esperando, porque camino de los 84 aún le quedan «un par de cosas» por hacer a Eugenio Chicano.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Pillado en la A-1 drogado, con un arma y con más de 39.000 euros
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.