Los pequeños detalles son capaces de cambiar nuestra vida de forma drástica: una mirada hacia la radio mientras conducimos; la aparición de una diminuta mancha pulmonar en una radiografía, o la picadura de una araña radioactiva. Tres conceptos que a muchos no se les ... ocurriría mezclar por la banalidad del último, pero, por suerte, Kurt Busiek y Jay Anacleto no pensaban así.
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A comienzos de los noventa los cómics de superhéroes estaban viviendo sus horas más bajas. La Edad de Bronce de los tebeos americanos había terminado y parecía que con ella las grandes ideas. Surgieron nuevos sellos, nuevas editoriales y entre una amalgama de historietas sin sentido que vivían de las rentas apareció una de las mejores series que se han escrito nunca: Marvels.
La premisa parecía sencilla: contar al público, desde una perspectiva realista, la evolución de los superhéroes de la editorial Marvel, desde su origen en la década de 1940 hasta el final de la Edad de Plata (1973). Para narrarlo, el lector se ponía en la piel de Phil Sheldon, un fotoperiodista que veía cómo el mundo se sorprendía ante la llegada de los metahumanos, es decir, seres con poderes. Desde la Antorcha Humana o Namor, con los inicios de la segunda Guerra Mundial, hasta la muerte de Gwen Stacy al caer desde el Puente de Brooklyn (Nueva York). El fotógrafo iba documentando todos los hechos con su visión periodística, algo novedoso, a la par que elogiable (volver a contar lo que todos ya sabíamos y lograr que resultara interesante), que se hizo con numerosos galardones. Aunque todo hay que decirlo, en aquella primera serie el guionista Kurt Busiek contaba con los lápices hiperrealistas de Alex Ross, una apuesta siempre segura.
Aquel relato quedó como una de las obras cumbres de La Casa de las Ideas, pero estaba incompleto. 16 años después, en 2010, Marvel decidió que debía tener una secuela que contara los años posteriores, continuando la historia con un Phil Sheldon jubilado. El fotoperiodista no quiere abandonar el trabajo que le apasiona, pero ve cómo ya no tiene la energía, ni la salud, de años previos. Busiek vuelve a ejercer de guionista en una obra que toma como argumento la anterior. Un ejercicio de metacómic al que acompaña el dibujo de Jay Anacleto, que sin llegar a la calidad de Ross, cumple a la perfección su cometido.
Los superhéroes cambiaron. Se convirtieron en antihéroes, en celebridades y en seres repudiados. Y todo eso es sobre lo que Phil Sheldon escribe, sobre qué llevó a la humanidad a temer a unos y no a otros. Un cómic que sin llegar al nivel de sorpresa y calidad del primero, cumple muy bien el cometido de secuela, y logra narrar de forma rápida y cercana cómo hubiera sido documentar el nacimiento de estos personajes. Aderezado, eso sí, con un drama real que surge a partir de una pequeña mancha en una radiografía.
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El tándem creado por Brubaker y Epting que tan buenos elogios recibió por su trabajo en la serie del Capitán América repite en un producto derivado del cómic 'Marvels'. En esta ocasión, en lugar de seguir la visión de un fotoperiodista, los lectores vivirán los inicios de los superhéroes de Marvel desde la cercanía de uno de los primeros enmascarados: El Ángel. Al igual que la obra principal, esta serie busca dar una perspectiva realista, ambientada, eso sí, en la década de 1940, con la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo.
El nacimiento de los superhéroes, a finales de la década de 1930, se conoce como la Edad de Oro. Su sucesora, la Edad de Plata, fue una época en la que los cómics llegaron a ser mal vistos por la sociedad, debido sobre todo al discurso del psiquiatra Fredric Wertham. Darwyn Cooke, autor completo de este cómic, plasma en sus páginas esa transición hacia la oscuridad heroica, en forma de alegoría aventurera, en la que a modo homenaje devuelve sus principales personajes al status de héroes.
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Una de las características de Marvel es que siempre ha reflejado en sus páginas la situación social del momento. Las plasmación de las minorías con los X-Men, el consumo de drogas en Spiderman, el alcoholismo de Tony Stark, la aparición de presidentes reales, como Obama, e incluso el enfrentamiento del Capi con Hitler. Panini Cómics ha decidido recopilar en un solo volumen las historias más relevantes que sirven como documento histórico de su época de publicación.
Un extraño virus ha desolado la Tierra. Sus supervivientes vagan por ella al más puro estilo The Walking Dead, pero como en ese cómic, los enemigos son los propios humanos. Aquí no hay zombis. Aquí hay una serie de niños con una extraña mutación que les hace tener características animales. Su protagonista, Gus, es uno de ellos. Viaja junto al rudo Jepperd por una «road movie» profunda. Una joya del noveno arte cargada de sentimiento que le hace a uno replantearse la maldad humana.
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