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Debería ser lo habitual, pero la franqueza no siempre sobresale en una entrevista. En esta sí. Marta Ribera nos recibe en el restaurante Tercer Acto, junto al Teatro del Soho, media hora antes de una de sus larguísimas jornadas de ensayo. Es la gran protagonista ... de 'Gypsy', el musical que se estrena el 17 de octubre bajo la dirección de Antonio Banderas, pero ella no va de estrella. No se siente ni 'la reina de los musicales' ni la 'Liza Minnelli española', por más que se lo diga el «boss». En esta charla se muestra vulnerable, sin ningún complejo. Admite que más de una vez ha querido tirar la toalla en esta profesión e incluso se emociona cuando recuerda a compañeros que se han dejado la piel por este género. Porque el teatro musical es muy difícil, y hay que decirlo. Luego sobre el escenario, en el papel de 'Rose', una ambiciosa madre de artista, hará que todo parezca fácil y brillará.
–¿Está ya en esos días en los que intenta no hablar más de lo imprescindible?
–Intento no hablar. Es que es primordial. Cantando los temas que canto en esta función, con un personaje con la energía arriba todo el rato, sin salir casi de escena, es lo que se tiene que hacer. Soy muy exigente. Tengo un sentido de la disciplina y de la responsabilidad que a veces me hace ser demasiado dura conmigo misma y con los otros, pero es que creo que si no, no hubiera hecho la carrera que he hecho.
–Las personas con tanto nivel de exigencia sufren mucho.
–Sí, se pasa mal, evidentemente. Y más cuando ya eres mayor y tienes mucha experiencia detrás. Porque lo ves desde una perspectiva en la que sabes por dónde van las cosas. Ya soy vieja para muchas cosas, soy perro viejo.
–Vieja es una palabra que hay que reivindicar y darle ese sentido positivo de la experiencia.
–Claro, por supuesto. Y deberían usar la experiencia para darle más valor a las profesiones.
–Porque intuyo que papeles como este, hay pocos.
–Hay muy pocos papeles como este, tan exigente a nivel vocal y actoral. Durante un proceso de ensayos, donde estás once horas en un teatro, la concentración general es muy necesaria para que un actor no esté agotado mentalmente.
–¿Hay que estar preparada física y mentalmente para esto?
–Yo, cuando no estoy trabajando, me cuido. Voy al gimnasio, bailo, tomo clases y cuido la alimentación. Ahora durante los ensayos es complicado. De aquí me voy a un ensayo (son las 12.30 horas) y engancho ya hasta las once de la noche. Es un trabajo muy desagradecido. Había una maestra que me decía que a veces igual tienes que demostrar que es difícil lo que estás haciendo. Igual un día sales resfriada y la gente no se da ni cuenta. Y me dijo, 'tienes que ser pilla y que en algún momento vean que estás resfriada, que vean el esfuerzo que estás haciendo'. Cuando haces las cosas fáciles a veces se piensa que no cuestan nada. Y en teatro musical hacemos cosas muy complicadas y muy difíciles que la gente no tiene en cuenta. Ni los mismos compañeros de profesión saben lo duro que es estar en un espectáculo de teatro musical.
–Hábleme de 'Gypsy', de entrada aborda una época y un lugar muy alejados del nuestro.
–Cuando hago una versión de teatro, no una franquicia, sino una producción propia, hay que olvidarse de lo que se ha visto. Sentarse en la butaca y ver 'Gypsy' bajo la dirección de Antonio Banderas y bajo su punto de vista. Están las mismas canciones, la historia es la misma, pero hay que abrir la mente y dejarse sorprender. Sin prejuicios, sin juzgar. El espectáculo es maravilloso. Antonio es un mago y él quiere que la gente salga de aquí pensando que ha visto el mejor espectáculo que ha visto nunca en su vida.
–Y usted, ¿siente que es el mejor de su vida?
–Ahora mismo no siento nada (ríe). Siento que todavía estoy en el camino, que es un gran paso en mi carrera. Siento el apoyo de Antonio y de todos los que están a su alrededor, pero vamos a ver qué pasa.
–¿Cómo es Antonio Banderas como 'boss' (jefe)?
–Es muy cercano y es muy jefe también. Para mí, ahora mismo, es el mejor director que he tenido. Me dice 'gracias por estar ahí conmigo', y yo le digo 'es que tú eres el director, yo soy la actriz y tú me tienes que moldear como tú quieres que yo sea'. Siempre hay que pensar en que él es el que tiene la visión en conjunto de todo lo que él quiere. La máxima responsabilidad es de él, es el jefe, el capitán del barco.
–Imagino que ser dirigida por alguien que también ha actuado en teatro musical, marcará la diferencia.
–Supongo que él es más capaz de ponerse dentro de nosotros y de saber el esfuerzo que puede significar el que nos pida una cosa u otra.
–Si no hubiera nacido en España, ¿sería una Liza Minnelli, como le dijo Antonio Banderas en 'El Hormiguero'?
–A ver, tuve la ocasión de irme a Estados Unidos porque me llamó cuando era muy jovencita un productor y director de Broadway. Pero era la época en que todavía no estaba Internet, para mí eso quedaba muy lejano y no di el paso. Le agradezco con todo el alma a Antonio que me compare con una de las más grandes, ojalá yo fuera Liza Minnelli, pero yo soy Marta y yo doy lo que yo puedo dar de mí. Le agradezco muchísimo que valore tanto mi talento y mi persona.
–¿Se arrepiente ahora de no haberse atrevido a dar el salto a Broadway?
–Sí, muchísimo. Pero no ahora, sino al cabo de unos años. Ahí tenía 27 años y hoy tengo 53. España es un mundo muy duro a nivel de teatro musical, a veces es demasiado exigente con los propios actores y actrices. Se juzga demasiado. Igual no hubiera hecho nada allí, pero hubiera vivido una experiencia, hubiera crecido a nivel profesional, hubiera aprendido otro idioma. Muchas veces que he querido tirar la toalla, que han sido muchas, he pensado en qué tonta fui de no irme. Porque a veces cuando tú te vas a otro país, te valoran más. Sí, me arrepiento.
–¿Y por qué ha querido tirar la toalla? Porque desde fuera ha tenido una carrera brillante.
–Es que hay que estar dentro. Yo he dado mi vida para el teatro musical, y son casi 30 años. Yo no soy de Madrid, pero he estado veintitantos años trabajando en Madrid y a mi hija no la veía, ni a mi familia, porque no había AVE, ni Internet. Me he sentido muy sola. He trabajado muchísimo. Me he dejado la vida por este género cuando tampoco había tantas facilidades como ahora. Sí, he querido tirar la toalla. Y más cuando te haces mayor y ves que muchas cosas de las que has hecho parece que caen en un saco roto. Por eso le agradezco a Antonio que me valore.
–Y, sin embargo, muchos se refieren a usted como 'la reina de los musicales'. ¿No se siente valorada?
–Yo no soy muy de etiquetas. Yo soy una currante, una persona que me dejo la vida en esto y las etiquetas están allí, pero luego a la hora de la realidad...
–Porque, ¿qué pasa aquí en España?
–Yo estoy muy agradecida y sé que hay mucha gente que me quiere, pero ha habido momentos tristes y momentos en que estás un año sin trabajar y sientes que nadie te valora, que estás cumpliendo años y que has trabajado con empresas para quienes luego no eres nadie. Y que ahora estoy trabajando en 'Gypsy', pero lo más previsible es que cuando termine ya no haga nada más. En el cine o en televisión no suele pasar. Nosotros no tenemos un nombre. En teatro musical, no, nadie sabe quién eres, nadie te valora porque no te conocen. Como dice Antonio, hay que crear un 'star system' de la gente del teatro musical. Igual sí, y no solo para mí, sino para todos. Yo he conocido muchas personas de mi generación que han tenido que tirar la toalla, y personas muy válidas, pero muy válidas, que ya no están ahí. Me emociono porque les recuerdo y son mi gente, con la que yo empecé.
–Hay menos opciones para trabajar en teatro musical. Esto que está haciendo Antonio es una rareza.
–Sí, porque Antonio va a lo máximo y está dando la oportunidad a mucha gente. Dentro de esta producción, hay profesionales ya con mucho nombre dentro del teatro musical. Está Carlos Seguí, está Lydia Fairén, está Paco Morales, está Laia Prats y muchos bailarines profesionales. Está Borja Rueda haciendo la coreografía, Arturo Díez-Boscovich como director musical y se me olvidan muchos nombres. Mucha gente muy válida ahí detrás a los que les está dando la oportunidad de estar ahí.
–La elección del título, ¿también es una osadía? Porque no es un 'Cabaret' o un 'Chicago'. 'Gypsy' es un musical de culto, pero en la calle no se conoce.
–Es como cualquier obra de teatro. Hay muchas obras que se llaman, yo que sé, 'La flor del paraíso', que nadie sabe de qué va. Pero hay un actor que se llama no sé qué y que sale en no sé dónde, y van a verla. Hay que culturizar al público. Y Antonio lo que está haciendo al escoger títulos de culto, que igual no son tan mediáticos como 'Grease' o 'West Side Story', es educar al público español, mostrarle que hay otro tipo de teatro musical. Al público no se le pueden dar las cosas mascadas, solo lo que ellos quieren ver. Lo mismo pasa con el teatro, lo hay más comercial y más de culto. Lo que pasa es que a veces hay que poner a una estrella o a una persona de la televisión para que vaya a ver esa función. Y eso no debería ser así.
–Hay actrices que han denunciado que ahora cuentan más los seguidores de Instagram que la experiencia o la calidad.
–Yo soy de una época en la que no usábamos esto. Soy de otra generación, yo trabajo con el trabajo. Y me gustaría también que retrocediéramos un poquito a valorar lo que es realmente un actor a través de su trabajo, no de los seguidores que pueda tener en Twitter o Instagram. Y también es un recuerdo a los productores. He visto productoras que han sacado a actores para poner a otro que sea más mediático y les lleve gente al teatro. Y la otra persona se queda de 'cover'. Yo lo entiendo, la productora se está gastando mucho dinero, pero si nadie apuesta por nosotros, ¿qué va a ser de nosotros?
–Después de las temporadas que ha pasado aquí con 'Company' y ahora 'Gypsy', ya es una malagueña más, ¿no?
–A mí me encanta Málaga. Siempre se lo digo a Antonio y a todos los malagueños. He tenido la suerte de hacer muchas giras aquí. He estado dos veranos con 'The Hole', también. Así que me ha dado tiempo a conocer muchísimo. Me encanta el mar y estar en una ciudad así para mí es lo más maravilloso.
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