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CRISTINA PINTO
Viernes, 22 de julio 2022, 00:03
Cuando descolgaba el teléfono durante la mañana de ayer jueves, María Pagés estaba en su tierra, Sevilla, junto a su madre. Aunque planeando el siguiente viaje, que tenía destino a Málaga con fecha de hoy. Este fin de semana (23 y 24 de julio) pisa ... las tablas del Teatro del Soho CaixaBank con 'Paraíso de los negros', una obra flamenca que se construye con una coreografía, una música, un canta, una iluminación, una escenografía, un vestuario y un relato dramatúrgico. Así lo definen desde la compañía de esta bailaora y coreógrafa, galardonada este año con el Premio Princesa de Asturias de las Artes. Aunque ahora mismo se encuentra inmersa en una gira con varias obras: «Estamos con diferentes espectáculos, está bien porque vamos alternando y así no nos aburrimos», confiesa la sevillana entre risas.
–Y lleva bailando desde los cuatro años. ¿No se cansa, María?
–Cansan los viajes, o lo que es la gestión. Detrás de los que lideramos una compañía hay una empresa y una gestión que no se ve, eso a veces sí que cansa. Hay un equipo grande de personas trabajando con un objetivo común. Pero exige mucho de tirar de cada uno, de gestionar al grupo y todo lo que es el aspecto empresarial. Por eso sí que a veces dice uno: 'Yo ya no quiero más'. Luego también cansa lo físico; yo voy a cumplir 59 dentro de nada y es lógico que hay que descansar más. A veces dices: 'Ufff, madre mía'. Tenemos la capacidad de reponernos rápido, eso es una realidad, aunque lo que no puede ser es este nivel de exigencia.
–¿Ha pensado en retirarse?
–De este nivel de exigencia sí. Claro que sí. Más allá de los 60 yo ya habré cumplido a este nivel con giras continuas y ya me dedicaría a proyectos muy puntuales, sobre todo al Centro Coreográfico, que llevo junto a El Arbi El Harti.
–Trabaja mucho con él, con su marido. Están en la mayoría de proyectos juntos, ¿cómo se vive eso?
–Pues está bien porque para mí fue un cambio importantísimo conocerle. Yo ya llevaba una carrera con muchas creaciones pero su punto de vista, que él viene del mundo de la literatura, ha sido un antes y un después para mí. Él dirige el Centro Coreográfico, estamos los dos en el proyecto y somos un equipo real e intenso. Intensísimo (risas). Ahora que los proyectos se están consolidando vamos a hacerlo de una forma más tranquila y pausada. A ver cómo lo podemos gestionar para que no sea de esta manera tan frenética.
–Cuando tenga ese momento de tranquilidad y más tiempo libre, ¿qué es lo primero que quiere hacer? ¿Algún viaje?
–Disfrutar de la naturaleza. Esto ya no tiene nada que ver ni con mi actividad ni con mi trayectoria artística, esto es algo que necesitamos como humanos. Creo que a todos nos está pasando ese retorno que nos lleva a la necesidad de conectar, de cuidar y estar con la naturaleza. Tiene que ver con el momento que estamos atravesando y el sistema en el que estamos casi secuestrados que no nos permite tener la atención entre la naturaleza y una misma.
–Y en su conexión con el escenario, ¿qué siente con 'Paraíso de los negros'?
–Precisamente eso, es un trabajo que hicimos por esa necesidad de liberación y de escape en momentos de confinamiento. Pero no solo el de la pandemia, sino los confinamientos internos que siempre están creando muros. De eso se trata 'Paraíso de los negros', de la necesidad de liberarnos de nuestros propios muros internos y de nuestras barreras. Es un ejercicio interesante porque al final nos damos cuenta que lo que anhelamos es eso, mirar hacia horizontes más abiertos.
–¿Qué fue lo primero que se pasó por la cabeza cuando le dijeron que sería Premio Princesa de Asturias de las Artes?
–El ser humano siempre está buscando reconocimientos sea de la manera que sea, ya sea en lo cotidiano o fuera de lo normal. Entonces fue una alegría inmensa, pero también una gran responsabilidad porque cuando te dan un premio lo que hacen es confiar más en lo que haces y al mundo al que perteneces. Yo asumo mi responsabilidad y compromiso con este premio, que es al flamenco, compartido con Carmen Linares a la que tanto admiro y quiero. Se lo dieron a Paco de Lucía hace muchos años y ya luego no ha habido tantos reconocimientos a la danza ni al flamenco. Está bien equilibrar los reconocimientos de este país hacia nuestra cultura.
–¿Siente que España tiene olvidado al flamenco?
–Lo siento totalmente. Esa es una de las cosas a las que nos dedicamos desde el Centro Coreográfico. Ahí entendemos lo que hace falta, lo que es necesario, dónde están las dificultades, las precariedades... Todo lo que pasa en nuestro sector. Y la falta de reconocimiento institucional y social sobre este arte que es con el que más y mejor se nos reconoce. No hay otro en otro lugar, es nuestro y tenemos que cuidarlo, valorarlo y defenderlo.
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