María González presenta 'Debajo de las palabras' (Plataforma Actual). Luis Gaspar
Mediadora y coach

María González: «No le puedes decir a tu hijo 'eres un desastre' porque tenga la habitación desordenada. Es injusto»

«Pensar que la comunicación no violenta puede ayudar es lo que me motiva a hacerme visible», asegura la hija de Felipe González, mediadora y coach, que este viernes presenta libro en Málaga

Viernes, 29 de septiembre 2023, 00:10

María González transmite serenidad al otro lado del teléfono. Habla de forma pausada, con un tono amable y eligiendo muy bien cada palabra que pronuncia. ... Forma parte de su personalidad, pero también de su trabajo. Mediadora y coach, González vuelca su propio aprendizaje personal sobre la comunicación no violenta en 'Debajo de las palabras', el libro que este viernes presenta con Héctor Márquez en El Tercer Piso de la librería Proteo (19.00 horas). Defiende que hablar sin agresividad, sin imponer, ofreciendo alternativas, describiendo los hechos y sin juzgar –algo más común de lo que parece en el día a día– cambia las relaciones. «Es lo que me motiva a hacerme visible cuando toda la vida me he hecho la invisible», asegura la hija del expresidente Felipe González y su directora de gabinete durante nueve años.

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–¿Somos violentos cuando hablamos sin darnos cuenta?

–A veces sí. A veces esa falta de conciencia hacia lo que dices y el momento y el tono en el que lo dices puede generar violencia.

–¿Hay expresiones que tenemos asimiladas y que conllevan una fuerte carga de violencia?

–¡Muchas! «Me sacas de quicio», «me pones de los nervios», «siempre estás con lo mismo». Son vaguedades que no dicen concretamente cómo te sientes y qué necesitas. Y además ponen la responsabilidad en el otro de lo que tú estás experimentando.

–Y entonces, cuando alguien nos saca de quicio, ¿cómo se lo hacemos saber con educación?

–Esto de la comunicación no violenta no va de modales, va de generar cercanía y conexión en la relación. Si lo que estás viviendo con la otra persona te hace sentir exasperación, puedes decir «me siento desesperada, no puedo más con esta situación».

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«Esto de la comunicación no violenta no va de modales, va de generar cercanía y conexión en la relación»

–¿Cómo se corrige? ¿Pensando antes de hablar?

–Básicamente sí. Esto es una forma de comunicación un poco más reflexiva y que requiere que uno aprenda a contener el primer impulso para poder elaborar un mensaje que esté un poquito más cerca de la realidad que vives por dentro. En formato automático dices «me sacas de quicio», pero puedes generar una conversación distinta con tu hijo diciendo «oye, me gustaría hablar contigo de una cosa que sucede muy habitualmente y me encantaría transformar y quiero escuchar cómo lo vives tú, ¿te parece si charlamos un rato?». Y entonces buscas un espacio de conversación y a continuación le puedes decir «cuando te duchas y dejas la toalla encima de la cama, quiero compartir contigo que me siento impacientísima, exasperada y desinflada en mis ganas y mis energías de que esto cambie, porque veo que la conducta se repite y me noto fuera de mis casillas».

–Pone el foco en la relación madre-hijo. ¿Hay mucha comunicación violenta en ella?

–Mucha, pero también en muchos entornos, en relaciones de pareja, de familiares, en el trabajo, en los colegios. Es muy habitual que las personas hablemos dictando sentencia y transmitiendo lo que no deja de ser nuestra valoración de un hecho o nuestra opinión. «Eres un desastre», «no estás nada comprometido con este proyecto» o «siempre estás con lo mismo».

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–¿Y qué sucede cuando dictamos sentencia?

–Es como una foto fija de una película que es continua. Un ser humano no es sólo una cosa concreta. Tú no puedes describir a tu hijo como «eres un desastre» porque tenga la habitación desordenada. Es injusto, deja muchas cosas fuera. Es habitual que las personas reaccionen a la defensiva porque se perciben juzgadas de manera muy limitada. La mayoría de nosotros no queremos ser violentos, pero hemos aprendido a relacionarnos así.

–En este acercamiento a la comunicación no violenta, ¿tuvo que ver su paso por la comunicación política?

–La realidad es que no, porque por más que yo trabajé unos años con mi padre, mi labor no tenía tanto que ver con la comunicación política. Creo que es más una inquietud y una curiosidad hacia la esencia del ser humano. Me topé con la comunicación no violenta en una escuela de coaching y se abrió un melón en mi vida.

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–Que en la política cada vez hay más crispación, es una realidad.

–Hay una crispación y una polarización muy evidente en muchos entornos. Y la política no es más que una expresión más de la sociedad que somos.

–Deberían repartir su libro en el Parlamento.

–Pues mira, vamos a matizar la frase. «Deberían» es en sí violento. No es que la gente debería hablar así, en el fondo esto es una propuesta más, no es la única ni la mejor. Es una más, una manera de encontrar un camino que te permita acercarte y generar conexión con las personas para favorecer que nos entendamos. Sería fabuloso que más personas conocieran esto y lo aplicaran para que fuese más sencillo llegar a lugares de acuerdo.

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Sobre los gritos de 'cobarde' en el Parlamento: «Cuando una persona grita eso, en el fondo está hablando de sí mismo, de una necesidad no atendida»

–¿Cómo valora esos gritos de 'cobarde' en el Parlamento?

–Cuando una persona grita eso, en el fondo está hablando de sí mismo, de una necesidad no atendida y de un sentimiento. Y esto sí es comunicación no violenta: aprender a traducir lo que dice el otro, aunque lo diga como un insulto, en clave de cómo se siente y qué necesita para decir eso.

–¿Y qué ve detrás de ese grito?

–Claramente debe haber un sentimiento de frustración, de impotencia y de exasperación. Habría que analizarlo un poquito más, pero quien lo expresó tendría una necesidad concreta que no se estaba satisfaciendo. A lo mejor tenía una expectativa que no se estaba cumpliendo.

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–¿Le ha dado algún consejo a su padre, ahora que ha tenido ese intercambio de mensajes no muy cordiales con el partido?

–No, en absoluto, porque somos adultos y yo no soy quién para aconsejar a nadie.

–Decir que Felipe González y Alfonso Guerra ya no son el PSOE actual. ¿Es violento?

–Eso es una opinión. No porque opines distinto hay violencia, no. Podemos discrepar profundamente y a la vez tener intención de comprendernos, independientemente de que opinemos muy distinto.

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–¿La política le decepcionó de alguna manera?

–Yo es que nunca me dediqué a la política.

–Pero estaba vinculada a ese mundo. Tener un padre expresidente del Gobierno, algo influye. No me lo podrá negar.

–Claro, pero es como si le dices al hijo de un premio Nobel de Física que si la física le influye. Soy una persona diferente que circunstancialmente he trabajado para él, pero mis intereses van por otro lado.

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–Me da la sensación de que le incomoda que le pregunten por su padre.

–No, me siento súper orgullosa de ser hija de mi padre y admiro las cosas que ha hecho. Pero el trabajo de mi vida es encontrar la manera de sentirme vista y valorada por lo que soy y lo que aporto sin más. Porque ser hija de mi padre no es mérito mío. Creo que es mucho más útil hablar de comunicación no violenta que hablar de que yo sea hija de mi padre, que puede ser curioso pero que en el fondo no le aporta mucho a casi nadie. Sin embargo, si hablamos de comunicación no violenta de repente se una ventanita a una cosa que a lo mejor sí les ayuda. Eso es lo único que me motiva a escribir un libro y hacerme un poco visible cuando toda la vida me he hecho la invisible.

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