Entrevistó a Joseph Goebbels y dejó por escrito que el nazi fusilaría a su madre sin pestañear. Visitó la Rusia de la revolución y constató que «los obreros viven mal». Pasó por la Roma fascista y comprobó que no había aumentado « ... ni un gramo la ración de pan del italiano». Contó en 1939 la descomposición de Francia un año antes de que estallara la II Guerra Mundial. Y se exilió de España lamentándose de que la muerte y la sangre había triunfado en ambos bandos. El compromiso periodístico de Manuel Chaves Nogales llevó al reportero a los lugares de la noticia para contarlo en primera persona, pero también hizo que su historia personal se convirtiera en la de un desterrado, un perdedor. Al que el olvido borró definitivamente del mapa. Hasta que en las últimas dos décadas su legado ha ido recuperándose con la culminación el pasado noviembre de la publicación de su 'Obra completa' (Libros del Asteroide). Aunque más que un final ha sido un principio, el del triunfo postrero de su honestidad, humildad, ética y brillantez literaria, como ha quedado este miércoles claro en la reivindicación de su figura coincidiendo con el Día de la Lectura en Andalucía.
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El Centro Andaluz de las Letras (CAL) en Málaga y la ciudad natal del periodista, Sevilla, han sido los escenarios de este homenaje al autor de 'A sangre y fuego', «un perdedor que contó lo que veía y por eso es fascinante leer los acontecimientos tan duros con los que se topó», como lo ha retratado el escritor y director de Casa Gerald Brenan, Alfredo Taján, que ha pronunciado en la sede central del CAL una conferencia sobre la mirada de Chaves Nogales a la Europa de entreguerras y ha leído el manifiesto 'Libros que se enredan en la vida', que a su vez era también recitado en la capital hispalense por la catedrática de Lengua Castellana y Literatura, María Isabel Cintas, una de las grandes expertas en la obra del periodista y escritor fallecido en Londres en 1944.
En su intervención, Taján se ha centrado en dos obras europeístas de Manuel Chaves Nogales, 'Lo que ha quedado del imperio de los zares' y 'La agonía de Francia', en la que ha destacado el «aliento investigador» del periodista al enfrentarse a los hechos, la «maravillosa sensibilidad decadente» de sus retratos de la herencia de los Romanov y el «don profético» y su «pavorosa lucidez» a la hora de anticipar un año antes el fracaso de la sociedad francesa ante el empuje nazi. Una posición siempre incómoda para el poder que provocaría que, pese a que el periodista andaluz se definía como un «liberal burgués», tuviera también que abandonar París después de haber tenido que dejar su propio país.
A la crónica actualizada de Manuel Chaves Nogales se han sumado también varios periodistas en una mesa redonda que completó esa reivindicación del hombre que, dicho en castizo, no se casó con nadie. Así, frente a la bandos enfrentados en la guerra civil, el que fue director del periódico 'El heraldo de Madrid' es «el símbolo de la tercera España que no es tan reducida», ha señalado José María de Loma, redactor jefe de 'La Opinión de Málaga', que participado en el debate moderado por la periodista de SUR Ana Pérez Bryan. Frente a ese país de los extremos ideológicos, a Chaves Nogales le «interesaban los hechos» y por ello fue un «republicano que estaba en el lado de la legalidad, pero que también denunció los excesos de la izquierda lo que explica que estuviera olvidado, incluso al comienzo de la democracia», ha argumentado De Loma que recordó que ya va siendo hora de reivindicar al «Chaves Nogales malagueño, el periodista Esteban Salazar Chapela», que también murió en el exilio de Londres.
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Por su parte, la tibieza que algunos achacan al periodista sevillano fue rechazada de plano por los presentes. «No hay equidistancia, sino un absoluto compromiso con la libertad de alguien que se define como un liberal burgués», explicó el profesor y colaborador de SUR Cristóbal Villalobos, que no dudó en señalar a Chaves Nogales como un impulsor y antecesor del nuevo periodismo que contaba la realidad con las armas de la literatura, adelantándose décadas a los padres de este fenómeno, como Truman Capote, Gay Talese o Norman Mailer. La única diferencia, dijo Villalobos citando a Andrés Trapiello, es que el periodista español tenía «conciencia de artesano y no se da tanta importancia como ellos».
Y que no lo hiciera no quiere decir que no le correspondiera. «Fue el mejor periodista español del siglo XX», ha reconocido sin regates Cristóbal G. Montilla, periodista de 'La Opinión', que ha insistido en la idea de que el autor de 'Juan Belmonte, matador de toros' fue el «padre» del nuevo periodismo, que practicó sin sectarismo «porque había contraído un compromiso con la vida a través del periodismo y la literatura». Y se preguntó si, en lugar de fallecer antes de los cincuenta, hubiera tenido una trayectoria más larga y hubiera dejado una obra más amplia. Desde luego, el olvido hubiera sido más difícil de justificar. Aunque su reciente renacimiento le ha devuelto la razón. Porque como ha sentenciado Montilla, «la derrota de esa apuesta de Chaves Nogales por llegar hasta las últimas consecuencias ha merecido la pena».
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