
Ninguna se sorprende, todas sabían que ellas no entraban en el sistema en igualdad de condiciones. Lo han vivido en primera persona. Pero faltaba ponerle ... cifras, transformar esa intuición en datos para que nadie pudiera rebatirlos. «Porque los números no engañan», añade Verónica Ruth Frías. Números que, entre otras cosas, revelan que en los museos y centros culturales públicos de Málaga la participación de las mujeres artistas se limita al 27,2%. Es decir, en el periodo comprendido entre 2008 y 2020, siete de cada diez creadores que expusieron sus obras o se integraron en una colección en la llamada 'ciudad de los museos' era hombre. «Ellas no están porque no las ven», sentencia Isabel Garnelo Díez, profesora de la Universidad de Málaga y una de las responsables del informe 'Situación de las artistas en el sistema del arte de Málaga'.
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La absoluta falta de paridad en el ecosistema expositivo, especialmente en el vinculado a lo público, es una de las conclusiones que arroja el estudio elaborado por la asociación Colectiva Observatorio Cultural Feminista, integrada por más de medio centenar de mujeres de las artes, la cultura y la educación en Málaga. En plena pandemia, desde el encierro del confinamiento, Garnelo recabó el apoyo de las artistas María Bueno y Cristina Savage y de las académicas Belén Ruiz y Carmen Cortés para recopilar datos de centros culturales públicos y privados, de los grandes referentes y también de las pequeñas galerías de la ciudad. La artista y diseñadora Carmen Moreno dio forma al resultado en un trabajo que este lunes se presenta en el Ateneo de Málaga (19.00 horas, entrada libre hasta completar aforo), con la colaboración del Instituto de Investigación en Género e Igualdad de la UMA.
Las lecturas son múltiples. Aunque el desequilibrio de género se mantiene en todos los niveles, se demuestra que la mujer tiene más fácil acceso a las galerías y salas «a pie de calle» que a los principales museos (ellas representan el 38,2% en el subecosistema expositivo, salas polivalentes con otra función además del arte). Pero su presencia está cargada de matices porque la mayoría de las veces se concentra en exposiciones colectivas, donde sus nombres se diluyen. En las individuales ellos se imponen con muchísima diferencia.
El informe pretende ser una llamada de atención a las instituciones para que «tomen conciencia» de la realidad y actúen: «Querríamos que estos resultados lleven a una profunda reflexión y sean un incentivo para trabajar en pos del máximo equilibrio».
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El punto de partida es el año 2008 cuando a nivel nacional comienza su andadura la Ley de Igualdad y a nivel local abre sus puertas la Facultad de Bellas Artes de Málaga. Ambas circunstancias deberían haber sido un revulsivo para las artistas andaluzas, con más posibilidades de formarse profesionalmente y amparadas por una legislación que lucha contra un desequilibrio estructural e histórico. Pero no ha sido así. Es más, si la puerta de un museo se abre pocas veces para una creadora, menos aún lo hace para una artista española.
La brecha de género se observa incluso en instituciones que se presuponen modernas por su juventud y el periodo del que se ocupan. Es el caso del CAC Málaga: en doce años han expuesto un 20,2% de mujeres frente al 79,8% de hombres. El dato es más llamativo cuando se desciende al detalle: de las 36 mujeres artistas que fueron programadas de forma individual, once lo hicieron con la proyección de un vídeo en el Espacio 5, una sala con una repercusión menor de crítica y público.
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Madeleine Edberg
Artista
Algo similar sucede también en el Pompidou: en sus cinco primeros años de trayectoria, los hombres han copado el cien por cien de las exposiciones individuales. Una hegemonía que acaba de romper la última propuesta que ha presentado el centro (fuera ya del periodo de estudio) dedicada a Sophie Calle. La retrospectiva de la artista francesa es en estos momentos la única muestra de una mujer en el circuito oficial del arte en Málaga. Hasta ahora en el Pompidou la mano de ellas solo estaba en colectivas y en dos intervenciones en la escalera. La Térmica se acerca a la paridad en términos generales: el 41,9% de mujeres, frente al 58% de sus colegas masculinos. Pero de nuevo el porcentaje se escora hacia el lado del hombre cuando se trata de propuestas protagonizadas en exclusiva por un artista: en el 73,8% de los casos se trata de un varón.
Cristina Savage
Artista y educadora
El balance por géneros es demoledor en el caso de la Fundación Picasso Museo Casa Natal: solo ocho creadoras han participado de alguna manera en la institución frente a 233 hombres. Un 3,3% frente a un abrumador 96,7%. De ellas, cinco están presentes por la adquisición o cesión de sus obras. El Museo de Málaga, el Picasso Málaga y el Carmen Thyssen le acompañan en ese tramo inferior de la tabla en cuanto a visibilidad de la mujer. En el caso de la Aduana, la colección expuesta solo incluye a tres mujeres frente a 38 hombres. En la pinacoteca del genio malagueño, la presencia femenina se limita al 10,1%. Y al 5,3% se reduce en el Thyssen en el cómputo general de exposiciones individuales y colectivas en sus salas temporales (sube en cursos y residencias artísticas).
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Los mejores datos, por encima del 40%, se registran en Iniciarte (43,2% de mujeres), en la Sala Moreno Villa (41,1%), la sala de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo (47,5%), de la Facultad de Bellas Artes (48,2%) y la Galería Central de la UMA (55,2%), espacios vinculados a centros educativos, destinados a difundir la obra del talento joven o de creadores semiprofesionales.
Isabel Hurley
Galerista
En el terreno profesional, rozan la paridad dos galerías que sí han puesto el foco en ellas: Isabel Hurley (42,9%) y La Casa Amarilla (44,9%). «Soy mujer. Una galería es un proyecto personal basado en la mirada de quien está al frente, y claro que hay sensibilidades afines», reconoce Isabel Hurley, con una sala que ha servido de escaparate para la obra de 60 mujeres y 80 hombres. Cristina Savage es una de las representadas por la Casa Amarilla, donde se potencia de forma consciente la igualdad. «Dolor y rabia» es su primera reacción ante los datos del informe, «un reflejo de cómo está España en estos momentos». Para ella esta invisibilidad se explica, en parte, por el «estigma» de los cuidados que arrastra la mujer, algo que denuncia constantemente en su obra. «Hasta que no empecemos a cambiar desde las casas, no habrá un futuro para las mujeres artistas», declara quien se ha colado en grandes museos como el Reina Sofía y el Pompidou vestida de limpiadora para rebelarse contra esa carga.
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Verónica Ruth Frías
Artista
Verónica Ruth Frías admite que sigue contando cuántos hombres y mujeres hay en una exposición, en un jurado, en una residencia, en un catálogo. Al orgullo de subir un escalón en el mundo del arte y «ser como ellos», siempre le acompaña la «tristeza» de ver que ellas no están. «La magia solo puede ocurrirte si te ven. Y eso le pasa al 94% de los compañeros hombres», dice en referencia a la participación de mujeres españolas en ARCO. Por eso en su Residencia Rara, en Villanueva del Rosario, apuesta de forma decidida por las creadoras. Allí se ha instalado con su familia para conciliar arte y maternidad. Y se puede, aunque «se llora mucho y se duerme muy poco». «Parece que no podemos ser profesionales si tenemos hijos, parece que una artista no puede hablar de la maternidad porque le baja de nivel. No es verdad», sentencia.
Isabel Garnelo DíEz
Artista e investigadora
Para Isabel Garnelo, ahí radica parte del problema: «Lo que es o no es arte se ha determinado siempre desde una perspectiva masculina y patriarcal donde las mujeres, con una experiencia vital distinta, no encajan dentro de lo aceptado y promulgado desde los grandes centros de arte». Es decir, lo que ellas hacen se entiende como arte menor porque hablan «de sus cosas». «Solo nos llaman cuando trabajamos gratis. Siempre han considerado a la mujer inferior», lamenta Madeleine Edberg. Ella ha sufrido una doble discriminación «por mujer y extranjera», pero a sus 83 años, la artista sueca afincada en la Costa se queda con el lado positivo de la vida: «He expuesto en todo el mundo gracias a que aquí me cerraron la puerta». Y, pese a todo, hay lugar para la esperanza: las que vengan «lo tendrán más fácil».
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