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«Cada encuentro con Picasso es un auténtico diálogo». Lejos caer en el lugar común, la sentencia del profesor de la Universidad de Nueva York Pepe Karmel surge como la espina dorsal del discurso que el Museo Picasso Málaga (MPM) ha planteado en su ... nueva colección, cuya inauguración quedó pospuesta el pasado 30 de marzo, debido a la alerta sanitaria provocada por la expansión del virus covid-19 y la declaración posterior del estado de alarma. Karmel firma el montaje que debe permanecer en el MPM los próximos tres años y cuyas líneas maestras ha desgranado de la mano de la Universidad de Málaga (UMA) en una conferencia virtual organizada por el Departamento de Historia del Arte de la UMA, con la colaboración del Grupo de Estudios Artísticos y Visuales y de la Cátedra Picasso de la Fundación Málaga.
Durante casi dos horas y ante una audiencia que superaba el centenar de asistentes, Karmel reiteraba el «desafío» que supone enfrentarse a la obra de Picasso. Un envite que la nueva colección del MPM acomete a partir de sus fondos propios, enriquecidos de manera crucial con las obras cedidas por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), que de nuevo aporta las grandes novedades de la propuesta del museo malagueño. Con esas bases, estos «diálogos» con Picasso parten de tres bloques fundamentales, resumidos por Karmel: el primero se refiere a las obras de juventud del artista, el segundo tiene que ver con el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales y el tercero pone el foco en los años de madurez de Picasso.
Según el esquema trazado por Karmel, la primera sala ofrecerá un conjunto de fotografías del artista malagueño, que darán paso a la estancia dedicada a las obras iniciales del autor, datadas entre finales del siglo XIX y los primeros años del XX. 'Cabeza de mujer' y 'Fernande con mantilla' (ambas fechadas en 1906) cobran protagonismo en estos primeros compases del paseo, donde se mantienen 'viejos conocidos' del público habitual del MPM como 'Retrato de Lola' (1894) y otras piezas realizadas por el artista durante sus años de formación.
El geometrismo y la figura humana centrarán el siguiente espacio del montaje, donde espera una de las curiosidades más sugerentes de la nueva propuesta del MPM: un tapiz de 'Las señoritas de Avignon' realizado en 1958, más de medio siglo después del cuadro del mismo título de 1907. «Aquí se plantean interrogantes muy interesantes sobre conceptos como la originalidad de una obra», establece Karmel, quien reflexiona sobre la capacidad del artista para volver sobre sí mismo para «reinterpretarse».
El tapiz de 'Las señoritas...' establecerá un diálogo con 'Mujer desnuda' (1908) y 'Mujer desnuda de pie' (1910). Karmel se detiene de manera especial en esta última pieza, realizada por Picasso durante el verano que pasó en el pueblo leridano de Gósol y que ilustra cómo Picasso «abordó el cuerpo como una serie de ejes de visión».
La muestra viajará entonces de la primera a la segunda década del siglo pasado, del cuerpo humano a los bodegones. Así, la tercera sala relatará cómo el malagueño libera el cubismo del «adamiaje» que él y Georges Braque le colocaron durante sus primeros años, según el relato de Karmel. El especialista señala aquí la especial relevancia de la escultura 'Copa de ajenjo' (1914), planteada, según sus palabras, como «un collage en tres dimensiones» y enfrentada a otro 'clásico' de la colección del MPM como es el lienzo titulado 'Frutero' (1919). No en vano, la nueva colección del MPM incide en la fórmula de combinar piezas ya vistas en el recorrido de larga estancia del museo con notables incorporaciones de obras en muchos casos apenas vistas en público y procedentes de la colección de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte.
La siguiente escala en el camino abordará «cuando Picasso se convierte en el faro de la vanguardia», en palabras de Karmel. 'Clasicismo moderno. Retratos y cuerpos, 1922-1923' es el título provisional de la sección donde permanecerá 'Las tres Gracias' (1923) y donde el profesor de la Universidad de Nueva York reivindica la influencia que en este periodo tuvieron sobre la obra de Picasso los grabados realizados sobre espejos etruscos, elaborados entre los siglos V y VI a. C.
El periodo de entreguerras queda reservado para la siguiente sala del MPM. El grabado 'Pintor trabajando, observado por una modelo desnuda' (1927-28) y la escultura 'Busto de mujer' (1933) son las piezas destacadas por Karmel en este punto del camino, que abre paso a la quinta sala, donde está previsto que reine el lienzo titulado 'La siesta' (1932) para evidenciar las «tensiones» que acoge la obra picassiana entre la angulosidad cubista y la voluptuosa sensualidad vinculada a las piezas más próximas al surrealismo.
Tensiones, contradicciones, que Picasso lleva incluso al relato mitológico para mezclar en una misma imagen a Teseo y el minotauro. Este último personaje, 'alter ego' recurrente del artista malagueño, casi monopoliza la iconografía de la sala siguiente. El espacio, además, ofrecerá según Karmel una pieza apenas vista en público hasta ahora: la enigmática 'Cabeza de minotauro' fechada en 1937.
'Rostros obsesivos. Retratos, 1934-1939' es el epígrafe previsto para la estancia siguiente. Marie-Thérèse Walter y Dora Maar conviven aquí. La infrecuente combinación cromática del 'Retrato de Dora Maar' (1939) y la potente escala de grises de 'Hombre con sombrero de paja con cono de helado' (1938) marcan la pauta en el relato de la obra de Picasso que enfila «el horror» de la segunda guerra mundial.
Recuerda entonces Karmel que Picasso vivió aislado en el París ocupado por los nazis y establece el paralelismo con la actualidad, cuando millones de personas permanecen confinadas para intentar frenar la expansión del coronavirus. Justo 'Picasso contra el coronavirus' era el sugerente epígrafe de la ponencia de Karmel, que tuvo como moderador al catedrático de la UMA, Eugenio Carmona, y que contó con la participación de, entre otros, el director del MPM, José Lebrero, y la directora del Departamento de Historia del Arte de la UMA, Nuria Rodríguez Ortega.
Así, el esfuerzo tecnológico de la institución docente servía para ofrecer un jugoso adelanto de lo que espera en el MPM cuando amaine la alerta sanitaria. En el MPM aguarda también el imponente 'Busto de mujer' (1943), llamado a convertirse en una de las obras referenciales del museo durante los próximos años.
De ahí pasa el recorrido al «bestiario» particular del artista y, después, a los «paisajes carnales» de Picasso, por usar la expresión de Karmel, que relata cómo en obras como 'Nu couché' (1960) el autor «trata el cuerpo de la mujer como un paisaje».
La alegría de vivir de los años 50 y los retratos familiares desembocan en las obras seminales del artista. Para Karmel, esos años postreros son un periodo que «necesita mayor investigación». Una invitación, otra más, a seguir dialogando con Picasso.
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