El mal de Dion

En la caterva de imágenes actuales, donde triunfan los memes o los montajes virales que azuzan la sorna o la crítica, me pregunto qué diantres habrá llevado a Céline Dion a exponerse tan salvajemente como lo hace en el documental sobre su vida recién estrenado ... por Prime Video. La afamada cantante, aquejada del Síndrome de la persona rígida, enfermedad rara pese a que el nombre de tal mal nos haga pensar lo contrario, abre las puertas de su casa en Nevada y nos adentra hasta la cocina. En 'Yo soy Céline Dion', claro, priman en especial los momentos íntimos, sobre todo con sus hijos gemelos adolescentes; o los recuerdos hacia sus padres y sus ¡trece! hermanos, mediante grabaciones de vídeo y fotografías llenas de cardados, de cuando ella era todavía pipiola y aún no había ganado Eurovisión. Hasta ahí, lo esperable, junto a los típicos extractos de actuaciones míticas, con su derroche vocal en esas baladas poderosas que a muchos recuerdan a música de ascensor. O con imágenes de sus bailes como si nadie la estuviera mirando, ante miles de personas, ya fuera en Las Vegas, en Australia o en la Cochinchina. Y para sus fans más curiosos, la cantante del trillado 'My heart will go on' pasa un rato largo visitando un almacén de polígono donde conserva y cataloga todo su pasado, desde vestuarios míticos hasta dibujos de sus niños, todo bien encapsulado y prístino, sin polvo alguno, aunque trasluciendo un Síndrome de Diógenes que solo un patrimonio millonario puede mantener tan organizado, ah. Pese a todo, el 'mal del famoso', o la megalomanía que pueda intuirse también con sus guiños a María Callas, quedan refutados por la escena en la que aparece en primer plano sufriendo un ataque muscular y espasmódico, ay, que pone los pelos de punta. Su verdad desmaquillada, su impotencia al no disponer ahora de su poderosa voz, es uno de los testimonios más atroces que se recuerdan de una estrella. Con dosis de humor y esperanza, vale, pero con la honestidad de a quien no le duelen prendas exhibirse como un ser humano herido ante la adversidad.

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