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La relación de Benalmádena con el cine viene de lejos. Este municipio de la Costa del Sol puede presumir de haber hecho historia proyectando películas que se transformaban en bocanadas de aire fresco en pleno fraquismo, a través de su Semana de Cine de Autor ( ... SICAB), que entre 1969 y 1989 consiguió situar al municipio y a la Costa del Sol en el mapa de los amantes del séptimo arte, atrayendo a numeroso público, a críticos, periodistas y profesionales del cine tanto españoles como extranjeros.
La llegada de la democracia y por tanto, el fin de la censura y el acceso generalizado a numerosas propuestas culturales, supuso paradójicamente el fin de un festival, que también encaraba problemas económicos a los que no pudo hacer frente. Años más tarde se pondría en marcha el Festival de Cine Español de Málaga, que en sus comienzos se reivindicó como heredero de la antigua Semana del Cine de Autor de Benalmádena.
La SICAB desapareció, pero sus veinte años de trayectoria dejaron «un poso» entre las gentes de la localidad, generaron un «culto al cine» que hizo que un grupo de jóvenes decidiera unirse y conformar una asociación cultural. Nació así Más Madera, que ahora cumple 32 años de historia y que puede presumir de mantener plenamente activo uno de los pocos cineclubs que siguen existiendo en Andalucía y en todo el país.
Cada jueves por la tarde, en la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel, Más Madera reúne a todos aquellos que buscan algo más allá de lo que ofrece el circuito comercial de cine. «Hemos generado una tela de araña de gente a la que le gusta nuestra actividad, que parte de que la película va a ser buena, que vienen de muchos puntos de la provincia y que a veces incluso vienen sin saber si quiera qué vamos a proyectar», cuenta Quique Garrido Caldentey, actual presidente de la asociación y miembro de la junta directiva desde hace 18 años.
Para llegar a ese momento de la gente tomando asiento en la sala de cine, cada cierto tiempo, las once personas que conforman la junta directiva y que trabajan en este proyecto de forma totalmente altruista, se reúnen y hablan de las nuevas cintas que están disponibles, investigan qué es lo que se está programando en cines de referencia para ellos, como puede ser el Albéniz, y con toda esa información elaboran una programación trimestral.
Una programación «de calidad y alejada de los circuitos más comerciales, y no porque el cine comercial no nos guste, pero quien quiera ver una película de Hollywood tiene múltiples canales para hacerlo, lo que nosotros proponemos es un cine de autor, un cine con una función, en cierta forma didáctica, que transmite unos valores y que además permite al público el conocimiento de otras culturas», explica Quique Garrido.
El cine francés o el cine nórdico, además del español, son habituales en la cartelera de Más Madera, pero también el cine Latinoamericano o el asiático. Lo importante es que la cinta en cuestión tenga distribución en España, «sino imposible». Y muchas veces una mejor o peor distribución no tiene nada que ver con la proximidad del país. Según explica el presidente de la asociación, las películas italianas o alemanas no suelen distribuirse bien en España
A día de hoy la película más peculiar, por su país de origen, que se ha exhibido en la Casa de la Cultura de Benalmádena, es un largometraje de Bután. «La gente aplaudió a raudales al terminar, era una película de una sensibilidad y una dulzura extraordinarias», recuerda Quique.
En el cineclub Más Madera todas las películas, independientemente de su país de origen y de su lengua, se exhiben siempre en versión original con subtítulos. «Un cuadro no lo retocas, pues con las películas es igual, son una obra de arte y no puedes cambiarle el doblaje porque le cambias el concepto», defiende el presidente.
Respecto a la temática, «no hay nada vetado», asegura rotundo. «Está claro que no vamos a poner porno, y en principio partimos de que el cine norteamericano ya está suficientemente difundido en las salas de cine, donde llega a copar el 90% de la cartelera. Teniendo en cuenta eso, proyectamos películas de todo tipo y de todas las ideologías, aunque casi siempre tendemos a contenidos humanistas».
Hace ya unos años que Más Madera apostó por las redes sociales, quizás ahí esté la clave de su éxito, con 800 socios en estos momentos. Todos ellos, así como el público en general, tienen información detallada, cada semana, de la película que se va a proyectar, los premios que ha podido ganar, las críticas que ha recibido y una pequeña reseña sobre la misma.
Pero a pesar de la calidad de lo que se exhibe, del trabajo altruista de los miembros de la junta directiva, de la pequeña cuota anual que pagan los socios y de los tres euros que paga el público general (2 euros los socios) cuando acuden a ver una proyección, nada de esto sería posible si el cineclub no estuviera subvencionado.
El Ayuntamiento facilita a la asociación el espacio de la Casa de la Cultura cada jueves por la tarde y además presta ayuda económica para que Más Madera pueda desarrollar su actividad sin contratiempos. «Solo proyectar una película son 400 euros, si a eso le sumamos la promoción o el traslado para una programación estable de nueve meses al año, sin subvención sería completamente imposible que siguiéramos funcionando».
Es reseñable que la financiación no sea una preocupación para un cineclub humilde como es Más Madera. Con todos los gobiernos que ha tenido Benalmádena «nos hemos sentido siempre apoyados y valorados». La preocupación, si es que existe como tal, en este caso viene por el relevo generacional. «Es difícil», reconoce Quique Garrido. «A los más jóvenes les cuesta mucho el movimiento asociativo», asegura. Y eso es algo clave para el futuro de Más Madera, que siempre haya gente dispuesta a trabajar por amor al arte, nunca mejor dicho.
La asociación Más Madera o lo que es lo mismo, quienes deciden la programación del Cine Club de Benalmádena, son personas con perfiles variopintos. El propio presidente, Quique Garrido, ahora jubilado, ha ejercido siempre como teleoperador de telecomunicaciones aeronáuticas. También hay una guía turística, un auxiliar administrativo... En general, lo que los une es que «todos somos amantes del cine».
«En mi caso ese amor por el cine nació porque estudié la carrera en Madrid y entonces en los colegios mayores había cineclubs... aquello me enganchó», cuenta Garrido, que tras todos estos años tiene claras sus dos películas de cabecera: 'Paseo por el amor y la muerte' de John Huston y 'Un lugar en el mundo', de Aristarain.
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