El Nacional de Danza premia a Luz Arcas por la innovación desde sus raíces malagueñas

El fin de semana se subió a las tablas de la saga Gades para inaugurar temporada con 'Mariana', la propuesta más flamenca de una artista a la que le gusta pisar por donde otros no han bailado. Y aunque hace un par de años volvió a fijar su residencia en Málaga, Luz Arcas estaba este lunes en Madrid con su compañía La Phármaco. Ensayando nuevo montaje. En sesión de mañana y tarde. Con un descanso en medio que aprovechó para apagar el teléfono. Claro, no esperaba que la llamara el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, para comunicarle que había ganado el Premio Nacional de Danza, en la modalidad de creación.

«Es un gran reconocimiento, pero no solo estoy contenta, sino también agradecida por el fallo de un jurado que forman compañeros de profesión, bailarines, coreógrafos, programadores y periodistas», ha reconocido a SUR la propia Luz Arcas (Málaga, 1983), que este lunes confesaba estar haciendo esfuerzos para aterrizar ya que estaba como «en una nube» desde que vio que tenía una llamada perdida en el móvil y resultó ser el propio ministro para comunicarle este «inesperado» paso en su carrera. Una trayectoria marcada por la experimentación, la vanguardia y el riesgo sin perder sus raíces malagueñas y andaluzas.

Precisamente, el jurado ha destacado de Luz Arcas su «mirada poliédrica y la versatilidad de su danza, cristalizadas en una eclosión creativa que la ha llevado a concluir dos sorprendentes trilogías, 'Bekristen. Tríptico de la prosperidad' y 'Ciclo de los milagros'». Según el acta, «las piezas de Arcas engloban una suma de estilos en los que destaca un compromiso absoluto con un lenguaje propio» y añade que «su obra combina el riesgo y la innovación con una revisión continua de sus raíces».

Sin ir más lejos, la obra que representó el pasado sábado en Málaga, 'Mariana', ilustra a la perfección la valoración del jurado ya que explora el flamenco con la bailarina y coreógrafa malagueña transformándose en animales -una cabra, una mula, una yegua…-, bestias de carga hembras que acompañaban al campesino en el campo o al gitano como medio para ganarse la vida. Una búsqueda de un lenguaje propio a través del cuerpo que asegura que es su auténtico motor creativo, pero no exento también de compromiso y reflexión. En este caso, con la mujer, con su cuerpo y con la domesticación.

Ganadora de numerosos premios -como los Lorca y Godot- y finalista dos veces de los Premios Max, Luz Arcas ha actuado y vivido en diferentes países que también han abierto y alimentado sus coreografías. «Estoy muy arraigada en Málaga y he trabajado con el folclore malagueño como fuente de creación y experimentación, aunque siempre he tenido la inquietud del diálogo con lenguajes de otras partes», ha asegurado la bailarina y directora escénica por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, que también se formó en flamenco, danzas clásicas indias y contemporánea en Bruselas, Ámsterdam, Croacia y Berlín junto a referentes como David Zambrano, Erna Omärsdottir, Bruno Caverna, DD Dorvillier, Laura Aris e Iñaki Azpillaga, entre otros.

Fundadora de la compañía La Phármaco en 2009, Luz Arcas recoge todas estas influencias para reivindicar las tablas y la danza como un «espacio de absoluta libertad creativa», cuyo vanguardismo y originalidad no ha pasado desapercibido para el premio nacional. Por ello, ha reconocido la «emoción» que supone para una artista recibir este galardón, además de un empuje vital y laboral. «Anima a seguir creando y trabajando, pero sobre todo espero que también contribuya a que cada vez sean mejores las condiciones para la danza y para pagar a los equipos», ha reivindicado la bailarina y coreógrafa, que conoce muy bien el suelo que pisa la cultura, muchas veces marcado por la temporalidad o la intermitencia.

Concedido anualmente por el Ministerio de Cultura a través del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem) y dotado con 30.000 euros, el Premio Nacional de Danza para Luz Arcas se suma al de la también malagueña Rocío Molina, otra exploradora y transgresora de la danza que lo ganó en 2010 en la modalidad de interpretación.

Junto a la coreógrafa malagueña, el jurado también ha premiado con el Nacional de Danza, en la modalidad de interpretación, a Lorena Nogal «por su incuestionable dominio técnico y su capacidad expresiva, que la convierten en una de las intérpretes de mayor influencia e impacto cultural en el panorama dancístico nacional e internacional». Según recoge el acta, «Nogal encarna el lenguaje coreográfico de la compañía La Veronal desde sus comienzos, dando forma a una identidad propia reconocible, como ha podido verse recientemente en creaciones como 'Firmamento', 'Opening Night' o 'Sonoma'».

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