Luz Arcas lleva sus arreos a la Bienal de Sevilla

La bailarina malagueña se convierte en animal en 'Mariana', una obra jonda con un lenguaje contemporáneo que la vuelve a sacar su zona de confort

Sábado, 24 de septiembre 2022, 00:29

Este no es un espectáculo flamenco, pero se estrena en la Bienal de Sevilla. Los movimientos son contemporáneos, pero el compás lo marcan los cantes ... de Bonela Hijo, las palmas de Carmen Ríos y la guitarra de Bonela Chico. La propuesta es tan «impura» que la artista principal no es aquí la estrella: «Yo soy la mula, soy el animal». La bailarina Luz Arcas sale una vez más de su zona de confort y lleva sus arreos a la Bienal de Sevilla con 'Mariana', la obra que despide el ciclo en el Teatro Central el 1 de octubre y que ayer se ensayaba en el Teatro Cánovas de Málaga.

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La malagueña se 'viste' de mula, de yegua y de cabra en un ejercicio de justicia y dignificación del animal hembra que siempre ha acompañado al hombre y le ha dado de comer como fuerza productiva. Con su cuerpo contorsionado, a cuatro patas o al galope, Luz Arcas construye potentes imágenes que hablan de la sumisión, del agotamiento y del trabajo repetitivo del animal. Pero también de su fuerza y de ese instinto de tirar hacia adelante pese a todo. La analogía con lo humano, con la lucha histórica de la mujer, resulta inevitable.

A través de esa bestia con la que el campesino trilla o el gitano errante se gana la vida, Luz Arcas se relaciona con el flamenco a un nivel más espiritual que carnal. Su cuerpo habla un lenguaje contemporáneo. Cuando se arranca a zapatear sin zapato al ritmo de la percusión de Carlos González, por ejemplo, no es la técnica de una bailaora la que mueve sus pies sino la que se emplea en los bailes de la India para obtener la sonoridad con la planta descalza.

Y sin embargo rezuma flamenco por los cuatro costados. Desde la estética negra y sobria que envuelve el montaje hasta la música. Porque la base de todo es la misma. «Se trata de buscar las raíces profundas del folclore más allá del arte flamenco como tal», apunta Abraham Gragera, el otro puntal de La Phármaco y asistente coreográfico en 'Mariana'. Luz Arcas encarna los movimientos primitivos de las culturas que ha ido aprendiendo con los años y los viajes. Y los mezcla. Su baile tiene mucho de ancestral y eso lo conecta al folclore de aquí y de allí, de todos los lugares a la vez. Es tribal en unos momentos y sensual en otros; brusco en algunos pasajes e incluso irreverente en otros porque también así es el folclore.

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Migue Fernández

En lo musical, Bonela Hijo rescata cantes de su pueblo –Casarabonela– que escuchó a su padre y que éste a su vez aprendió trabajando el campo antes de ser cantaor. Canciones de trilla y de arar para amenizar la faena y arrear al animal que rara vez han sonado en un teatro. «Está siendo una experiencia maravillosa. Me lo paso bomba», asegura Bonela Hijo sobre la singularidad de cantar a una bailarina. Lo dice junto a su hijo, Bonela Chico, de 19 años, que continúa la saga familiar al toque de guitarra. El cuadro lo completa Abraham Romero a la corneta, un instrumento que aporta un aire ritual al conjunto.

Aquí es malagueño hasta el vestuario, otro de los grandes aciertos de esta propuesta que firma Ernesto Artillo. El artista ha trabajado junto a una talabartera y dos guarnicioneros, los artesanos que visten a los animales, para confeccionar tres diseños que contribuyen al dramatismo de 'Mariana'. Un modelo para cada una de las tres partes diferenciadas de la pieza. Junto a Lourdes Díaz, una de las últimas talabarteras de Málaga, ha trasladado el traje de los burro-taxis de Mijas al cuerpo de Luz Arcas. Con Juan Zumaquero ha creado las riendas de piel que rodean a la bailarina con cascabeles para que no solo parezca un caballo sino que suene como tal. Y con Manuel Núñez diseña los mosqueros (lo que se coloca en la cabeza del animal para alejar las moscas) con cerdas de caballo.

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Instalada en Madrid desde hace años con su compañía La Phármaco, esta obra ha querido gestarla y parirla en casa. Buena parte de los ensayos han sido en la Asociación de Vecinos de la Mosca. Necesitaba pisar la tierra para crear su montaje más andaluz, la evolución natural de una carrera sustentada en los folclores del mundo que cada vez mira más al propio. Un trayectoria en los márgenes de la danza contemporánea y al filo de la cultura popular que salta de los escenarios a las librerías: su libro 'Pensé que bailar me salvaría' (Continta me tienes) ya está a la venta.

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