Diversas fuentes identifican a Lorenza Correa en este retrato atribuido al círculo de Goya, que pertenece a una colección privada.
Lorenza Correa, la soprano que inspiró a Rossini y cantó para Napoleón
GRANDES MALAGUEÑAS OLVIDADAS ·
Fue la primera española en lograr el título de 'prima donna' en los templos italianos de la lírica, hasta el punto de que el autor de 'El barbero de Sevilla' escribió para ella una ópera. Y todo empezó con unas tonadillas
Dicen que tenía una garganta prodigiosa capaz de alcanzar registros de extrema dificultad. Cuentan que en Francia Napoleón Bonaparte fue a escucharla 17 noches seguidas. ... Y en Italia fascinó a Gioachino Rossini: su ópera 'Aureliano in Palmira' era para ella. Stendhal, en la biografía del compositor italiano, la describe como «una de las más bellas voces femeninas que han surgido en los últimos cuarenta años». Nunca una cantante española había logrado un éxito similar. Lorenza Correa fue la primera en alcanzar el título de 'prima donna' de los principales templos italianos de la lírica a comienzos del XIX, y de las pioneras en Francia. La soprano malagueña formó parte de la generación de cantantes de ópera que inauguró los triunfos españoles en el extranjero, junto con Manuel García e Isabel Colbran. Dos gigantes de este género (él un célebre tenor; ella la musa y esposa de Rossini) que han «eclipsado» para la historia la impresionante carrera de Lorenza Correa.
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Debutó en las tablas siendo una niña. Una crónica de 'El Correo de Madrid' del 16 de junio de 1787 firmada por C. M. R. y recogida por Baltasar Saldoni, musicólogo del XIX, refleja la sorpresa que causó aquella «cantarina» de «doce años» en la capital. «Con dificultad se hallará en la edad de esta muchacha, y no me parece exageración, igual destreza y tan buen conjunto de circunstancias, voz clara, dulce, dócil, flexible y de muchos puntos de alcance, un estilo agradable y afectuoso, un cantar con sentimiento propio y con una acción expresiva, al paso que modesta«. La edad que cita el artículo parece, no obstante, una estimación del autor porque no cuadra con su fecha oficial de nacimiento: 1773.
Correa empezó cantando tonadillas en los principales teatros de la capital junto a su hermana Petronila. Después incluso se harían la competencia. De su alto nivel da cuenta la musicóloga y soprano Aurèlia Pessarrodona, que publicará en breve un ensayo sobre los inicios de Correa en la revista 'Acta Musicológica' de la Sociedad Internacional de Musicología. Relata que, al poco de llegar a Madrid, las dos hermanas actuaron en los conciertos cuaresmales organizados con los artistas de los Caños del Peral, un coliseo consagrado a la ópera italiana ubicado en el lugar donde hoy se levanta el Teatro Real. Muy pocas voces estaban a la altura. «En ellos solo cantaban los artistas extranjeros de más fama, por lo cual es de notar la excepción que se hizo a favor de las hermanas Correa», apunta también en este sentido el cronista Narciso Díaz de Escovar en su colección de 'Curiosidades malagueñas' (1898).
Poco a poco, Lorenza iría subiendo en el escalafón hasta alcanzar el rango de tercera dama de cantado en las compañías madrileñas, el rol principal. Pero sus retribuciones no crecían en la misma proporción que su éxito. «Desavenencias sobre las condiciones de su contrato en Madrid, la animaron a emprender su carrera europea«, señala Marc Heilbron, uno de los principales estudiosos de la historia de la ópera y profesor de la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña).
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Grabado dedicado a Lorenza Correa por sus éxitos en Italia.
Con su marido, el actor Manuel García Parra, decidió probar suerte en el extranjero. Era una rareza, un signo de valentía y arrojo. «Debía de tener carácter, pero además se sabía muy buena», señala Aurèlia Pessarrodona. Entre 1803 y 1804 realizó una gira por salas de París donde, junto a las arias de ópera, cantaba canciones españolas acompañándose a la vez de la guitarra. Una habilidad muy elogiada en las crónicas de su tiempo. «El teatro era de los pocos espacios de profesionalización de las mujeres. Las cantantes fueron punta de lanza del empoderamiento femenino: que una mujer hiciese esos viajes al extranjero y denotase cierto carácter e independencia profesional, no deja de ser un principio de eso», reflexiona Heilbron.
1804 fue el año de la coronación de Napoleón «y pasaban muchas cosas en París». No es de extrañar que Correa actuara en algunos de los eventos organizados para la ocasión. «Su fama llegó a oídos del inmortal Emperador Napoleón I. Quiso oírla cantar, y fue tal su entusiasmo, que la escuchó 17 noches seguidas«, escribe Díaz de Escovar.
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Saldoni la describe como una mujer «baja de estatura y muy gruesa» con una voz «dulce y angelical»
De Francia pasaría a Italia. Ese mismo 1804 debutó en el Teatro Grande de Brescia con la 'Semiramide' de Orlandi, siendo la primera voz lírica española que se escuchó en el país. Nápoles, Génova, Turín, Trieste y Venecia la recibieron con aplausos, pero el punto álgido de su carrera lo viviría en Milán, donde se convirtió en una habitual de la Scala entre 1811 y 1816.
Allí estrenaría su papel más importante: la Zenobia de 'Aureliano in Palmira' que Rossini compuso expresamente para ella. La premiere fue el 26 de diciembre de 1813, e incluía el único rol que el italiano escribió para un castrato. Dice Heilbron que fue, precisamente, la mala relación del compositor con él lo que determinó que la obra tuviera un debut decepcionante para la crítica. En ese mismo escenario milanés, Correa se apuntaría otro tanto: cantar 'La flauta mágica' de Mozart en el papel de Reina de la Noche, con dos arias de una complejidad extrema que requieren de un espectacular dominio de la coloratura.
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Y «los éxitos cosechados en Italia le permitieron obtener unas excepcionales condiciones económicas en su regreso a los escenarios madrileños a partir de 1818», indica Heilbron. Ella sería una pieza clave en la recepción de la obra de Rossini en España. Conocía a la perfección su repertorio y se convirtió en su mejor embajadora. Como cuenta el musicólogo Emilio Casares Rodicio, Lorenza Correa estrenó la segunda obra de Rossini que se escuchó en Madrid, 'El turco en Italia'. «Es a partir de este estreno cuando la presencia del músico fue masiva, y es una hipótesis clara que fue la presión de la obra de Rossini la que decidió al Ayuntamiento a derogar en 1821 el decreto que prohibía cantar en italiano», argumenta el experto. A partir de entonces Rossini «era cantado en los cafés y sobre todo en los salones» y la propia Correa introducía fragmentos del autor italiano cada vez que podía en sus representaciones.
La malagueña se convirtió en una habitual de la Scala de Milán y fue clave para que la obra de Rossini triunfara en Madrid
Dio a conocer al público español óperas como 'La urraca ladrona' o 'El barbero de Sevilla', «aunque para entonces había iniciado ya su decadencia vocal», apostilla Heilbron. Se retiró en Italia y solo volvió a España en 1831 para gestionar su pensión. Se cree que un año después murió en Génova.
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Pero aún queda mucho por saber de Correa, su figura está rodeada de misterios y espacios en blanco. Un hallazgo reciente de Pessarrodona pone incluso en duda su lugar de nacimiento. Según el 'Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles' de Baltasar Saldoni (1860-1881), era natural de Málaga. Díaz de Escovar añade que, «recientes investigaciones», indican que fue bautizada en la parroquia de San Juan. Pero nunca se encontró su partida de bautismo. La que sí ha descubierto Pessarrodona es la de su hijo Francisco de Paula, donde se lee que Lorenza era de Écija, Sevilla. Un dato pendiente de corroborar 'in situ' cuando se relajen las restricciones por la pandemia.
En lo que no hay discusión es en que Correa fue una gran diva. Así la describe Saldoni: «Era baja de estatura y muy gruesa, pero su voz dulce y angelical, unida a una ejecución especialísima, la colocó entre las primeras, si no la primera cantante europea«.
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