'Lorca por Saura', dos universos unidos para declarar su amor por el teatro

Sobre la base del texto escrito por Natalio Grueso, la mirada del incansable Saura –ahí sigue a sus 91 años y con el Goya de Honor esperándole en la próxima gala de la Academia– comienza con la elección de la artista cordobesa para encarnar al propio Federico García Lorca, el autor más carismático de la Generación del 27. Martínez interpreta a su manera. Cargando sus intervenciones hacia los poemas recitados y cantando temas que ponen los pelos de punta con esa voz que va del terciopelo que acaricia al quejío que desgarra. De 'Los cuatro muleros' del Federico más joven y popular a la maravillosa versión de 'Ojos verdes', para acabar con 'Al alba' de Aute para escenificar con música el amanecer en el que el barranco de Viznar se tiñó de la sangre del poeta en los primeros días de la Guerra Civil.

Lorca y Saura ya se encontraron allá por 1981 cuando el cineasta adaptó a la gran pantalla 'Bodas de sangre'. Una película en la que los escenarios tienen más de teatro que de cine. En este Lorca, la escenografía tiene más de audiovisual que de decorado. Apenas tres sillas, una mesa y un piano –conducido con pasión por Antonio Bejarano- son los elementos de la representación que van cambiando de función conforme las dos grandes pantallas del fondo van proyectando fotos, dibujos y fragmentos de películas de Saura ('El amor brujo' y 'Flamenco') que ambientan los diferentes etapas del viaje a través de la vida del poeta.

De llevar el peso del teatro se encargaron Saturna Barrio y Alberto Amarilla que comienzan encarnando a los padres de García Lorca para después desdoblarse en personajes que poblaron su vida. Sobresalientes los dos con un esplendoroso Amarilla –actor de la escuela malagueña de la ESAD–, que da vida a los amigos del poeta, como Buñuel, Dalí, Falla, el cubano Fernando Ortiz o el cofundador de La Barraca, Eduardo Ugarte. Derroche de versatilidad del intérprete que, junto al duende de India Martínez, regalaron algunos de los mejores momentos de este espectáculo que es una doble declaración de amor. A Lorca y a los escenarios. Porque como proclama el montaje, «en el teatro la muerte es de mentira, pero el amor es de verdad».