Ni aburrido ni antiguo: Lluís Homar combate en Málaga los prejuicios del verso

Pero esto no es mérito exclusivo de Homar. Doce jóvenes actores de la sexta promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico (seleccionados de entre casi 1.000) sustentan una propuesta nada fácil de representar, porque ellos no recitan ni declaman en verso: lo hablan con absoluta naturalidad. Y la complejidad no solo radica en eso. Todos en todo momento a la vista del público, aunque sea para ejercer de apuntadora, transformar la escenografía o sujetar un foco. De allí nadie se va en las casi dos horas y media de función (que se dice pronto y, admitámoslo, a veces se hace largo). Hasta los técnicos llegan a formar parte del elenco en ocasiones. Una apuesta del director para visibilizar a la «familia» que compone la Compañía Nacional de Teatro Clásico que le da otro toque de modernidad a una puesta en escena absolutamente contemporánea.

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Una especie de andamio coronado con la palabra 'Hope' en luminosos rosas y varias estructuras móviles sirven de esqueleto a un escenario vestido con elementos barrocos, desde una de esas cruces que presidían los caminos hasta sillones en terciopelo rojo. Un contraste entre el pasado y el presente que se repetía en un maravilloso vestuario de tonos neutros, con golas sobre chaquetas de corte moderno, corpiños con pantalón, miriñaques sin falda o botines dorados. Un 'barroco chic' que funcionaba.

Como base, 'La discreta enamorada' cuenta con un texto delicioso con todos los ingredientes, dobles sentidos y capas, que han hecho inmortal a uno de los grandes del Siglo de Oro. Una comedia que encadena un enredo tras otros -tan del gusto de la época- con el motor del amor. Ellas mandan aquí. Fenisa se quiere casar con Lucindo y urdirá todo tipo de tretas para conseguirlo. La joven y bella Fenisa (Nora Hernández en el reparto de Málaga, en otras ciudades irán rotando los roles) quiere al apuesto Lucindo (Marc Servera), pero su padre viudo (Lluís Homar) también la pretende. Belisa (Montse Diez), la madre de la chica, se debate entre el amor del padre y el hijo. Mientras tanto, Gerarda (la malagueña Miriam Queba) se divierte con varios galanes a la vez en un alarde de libertad femenina poco habitual en su tiempo. Alrededor pululan Hernando (Pascual Laborda), Finardo (María Rasco) y Doristeo (Íñigo Arricibita).

Todos -incluso los que no están en primera línea- están fantásticos, en tono y sin estridencias. Lo mismo dicen un texto complejísimo que, de repente, cantan o tocan el teclado como si nada. Marc Servera, el joven que en la ficción bebe los vientos por Fenisa, es precisamente el autor de las composiciones de la obra. Una música que va del son a la electrónica, con el elenco (y el patio de butacas si pudiera) desatado dando saltos en el escenario. Incluso Lluís Homar se apunta a la fiesta. La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico receta en Málaga el mejor antídoto contra los prejuicios del género clásico.