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Decíamos ayer, bueno el otro lunes, que sólo la joven Mikye Madison de 'Anora' podía amenazar a Demi Moore en los Oscar. Y la amenaza ... se hizo realidad, pues la de Sean Baker, además del premio a mejor actriz, se llevó otras cuatro estatuillas para el propio creador: a mejor película, guion, dirección y montaje. Recompensa excesiva, dicen algunos utilizando el diminutivo, para una comedieta dramática que sin embargo esconde una joyita detrás de su banal brilli-brilli y de la ágil urdimbre trivial de su trama.
La he visto en alquiler casero estos días de Monzón malagueño, que hilvanan borrascas y que amenazan con dejarnos sin ropa seca de aquí a vete tú a saber, ah. Al menos se mitigará la sequía: no hay mal de falta de calcetines que por bien no venga. Un lema ese, hacer de la necesidad virtud, que justo guía al personaje de Anora. Ella, Ani, bailarina erótica estajanovista o algo más, con la armadura de sus pestañas postizas y hecha a dormir en el metro tras miles de batallas indignas, ve la luz cuando el hijo locuelo de unos rusos ricachones se encapricha de su vitalidad no tan inocente. La primera parte de la película, pelín rutinaria pero con una apabullante noria de localizaciones y de desfases, cuenta el inicio de una historia de amor ¿salvador? que pronto transmuta en conflicto.
Del cielo abierto al cielo negro con un diamante de cuatro quilates a cuestas. Porque cuando llegan a poner orden los matones de la familia de su príncipe rojo, todo se convierte en una hilarante sucesión de diálogos sembrados, ratos rocambolescos y altercados excelsos sin fin. Una segunda parte casi como una 'road movie' de huida, de vuelta hacia la nada de la pobre mujer Anora. Sin ningún ápice aquí, menos mal, del almíbar de 'Pretty Woman': porque el único héroe posible, el único dispuesto a abrazar en su regazo a esta alma descarriada es otro obrero del capital. Y a través de los ojos de Igor (Yura Borisov), actor que no pudo conseguir el Oscar, ay, miramos todos a Anora, perdida en su triste noria, consciente desolada de su triste cuento.
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