El pasado 4 de mayo abrían las librerías tras el confinamiento. Y de los primeros en llegar aquella mañana a Luces fue un tipo espigado, con barba y vaqueros que no ocultaba su ansiedad lectora. Aquel anónimo aficionado a la buena literatura, también era un ... conocido escritor, poeta y crítico literario: Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970). Tras un periplo internacional en la dirección de sedes del Instituto Cervantes en EE UU y Marruecos, el autor se afincó hace un tiempo en el castizo Perchel. Y ejerce de vecino tanto en lo vital como en lo literario. El pasado diciembre logró el Premio Málaga de Novela con 'Centroeuropa', un relato «arqueológico» que indaga en la identidad del viejo continente desde una premisa argumental fascinante: la llegada de un agricultor a la Prusia del XIX, donde comienza a desenterrar cuerpos congelados en su nueva propiedad.
Publicidad
–La novela ha tardado en llegar a las librerías.
–El confinamiento lo retrasó todo y elegimos septiembre para poder presentarla, pero me temo que estamos en las mismas. Para los escritores que sacamos libros este año está siendo muy complicado.
–Lo primero que sorprende de 'Centroeuropa' es su capacidad para retratar un espacio tan diferente al nuestro como la Prusia del XIX. ¿Cómo surgió?
–Hace tres años leí 'Antes de la tormenta', de Theodor Fontane, que me voló la cabeza. Con la introducción de la traductora Elena Cortés tuve una epifanía y empecé a ver la historia. Aunque quiero aclarar que no es una novela histórica porque los hechos son imposibles. Quería que nada le chirriase al lector, pero mi intención ha sido escribir una novela arqueológica.
–¿En qué sentido?
–Igual que ahora hacemos una excavación y de los restos podemos deducir como era la historia de esos tiempos, esta novela hace arqueología y busca en la Prusia de las primeras décadas del siglo XX para ver en lo que nos podemos sentir reflejados 200 años después.
–Lo de novela arqueológica es literal ya que el protagonista comienza a desenterrar cuerpos.
–Freud ya trabajó con esta idea ya que nuestra mente esta construida de capas. Me interesaba hacer una novela estratigráfica en la que todas esas capas de tiempo superpuesto van dejando su huella.
Publicidad
–En la novela, esos restos son de soldados. ¿Estamos hechos de guerras y revoluciones?
–La historia de Europa es dura, pero hemos podido sacar enseñanzas. Quiero pensar que todas esas personas dieron su sangre por una Europa más libre, solidaria, rica y hermanada. Vivimos un momento de confusión, también en sentido europeo, pero por eso hay que hacer arqueología para saber de dónde venimos y entender a dónde no debemos ir.
–La novela explícita la animadversión de Francia y Prusia, que contrasta con la actualidad.
–Todos esos problemas históricos entre potencias ha acabado superándose, aunque a veces existan tensiones coyunturales más relacionadas con lo económico. Pero si dos países como Francia y Alemania han podido llegar a entenderse y ser la locomotora de la UE, quiere decir que podemos superar las rencillas en el encuentro. Además, estos conflictos de identidad están en el protagonista, Redo, que viene de un país e intenta insertarse en otro. Me gusta pensar en Redo como en la personificación de esa Europa hacia su identidad y que el personaje tuviera esa dimensión de estado.
Publicidad
–¿La Europa actual se explica en su novela?
–No quiero dirigir la interpretación del libro. Si pretende algo la novela es suscitar en el lector lo que significa Europa para él y que llegue a su propia conclusión.
–¿Y qué es para usted Europa?
–Uf, uno tiene claro qué es Europa hasta que alguien te pregunta por ella. Es algo parecido a lo que decía San Agustín sobre el tiempo: «Si no me preguntan lo que es, lo sé». Con sus contradicciones, una Europa unida, me parece buena idea. Hay algo que hace que no nos sintamos completamente extraños cuando viajamos por Europa. Cada país es un mundo, pero todas esas diferencias son riquezas. Esa pequeña sensación de pertenencia es mi idea de Europa.
Publicidad
–El sentimiento europeísta existe, ¿pero cada país no está volcado en su individualismo?
–No pienso que eso sea malo. Lo interesante de Europa es que no es una identidad que se te imponga como una nacionalidad, sino un sentimiento de afinidad y pertenencia. Y en la mía hay bastante de Europa, porque yo lo quiero no porque me obliguen. La UE es mejorable, pero si nos preocupamos por ello es porque nos sigue pareciendo una idea interesante.
–¿Cómo se está portando Europa con esta pandemia?
–Por lo menos, no nos hemos sentido abandonados y eso es positivo. Lo que hay que ver es cómo se materializa y si va a las personas que lo necesitan, a las capas más bajas y también a los pequeños y medianos empresarios.
Publicidad
–¿Y Europa se entiende sin Gran Bretaña?
–Mi idea de Europa va más allá de 'Brexits' y de la UE. El inglés ya lo tenemos hasta en nuestro currículum y hace poco leía la influencia de la obra de Cervantes y Calderón en Gran Bretaña. El 'Brexit' podrá ser económico, pero el 'Brexit' cultural no existe.
–Me ha llamado la atención que usted use la palabra «confinada» en un texto escrito antes del coronavirus.
–El premio Málaga de Novela fue en diciembre, mucho antes de saber que nos iban a confinar. Su uso responde a que la historia también está ambientada desde el punto de vista léxico en el siglo XIX. Dentro de la riqueza del castellano, busqué el lenguaje vigente entonces y que valiera también para este momento. Ha sido un trabajo de encaje de bolillos, pero estoy contento con el resultado.
Noticia Patrocinada
–En esta vida no da tiempo a leer todos los libros que uno quisiera. ¿Esto es frustrante para un novelista, ensayista, poeta y, además, crítico literario?
–Por eso son fundamentales los buenos críticos literarios. Porque son esas voces que te proponen libros para que no pierdas el tiempo leyendo 'best sellers' o de poco interés habiendo libros que te van a entretener igual o más y que además van a formar parte de tu tejido cultural y te van a dar instrumentos para entender el mundo. Los críticos literarios me evitan perder el tiempo o, más bien, me hacen ganar mucho tiempo señalándome libros que valen la pena.
–¿Y el crítico literario que hay en usted aconseja al escritor?
–Juan Goytisolo solía decir que los poetas que más estimaba, como Valente o Cernuda, lo que tenían en común es que eran muy buenos críticos. Cuando uno lee con atención crítica la obra de otros se aprende muchísimo, también para su propia obra. El crítico no perjudica al creador, sino que le ayuda a mejorar su obra y dejarla en términos de dignidad textual.
Publicidad
–Por cierto, usted es el único que puede presumir de tener el premio Málaga por partida doble, con el de novela y el de ensayo.
–Sí, le comenté al alcalde en broma que ya solo me quedaba que creasen el Premio Málaga de Poesía para presentarme también. Estos galardones son un gran estímulo a la creación porque los escritores somos la parte más débil del tejido editorial. Pese a que hacemos posible el sector, solo cobramos a veces, mientras que el resto, desde maquetadores a libreros, cobran siempre. Y estos premios son un reconocimiento del escritor como trabajador cultural.
–Bueno, también le queda el Málaga de literatura infantil...
-Ja, ja, todavía no he ido por ahí pero ya se verá.
-¿Qué fue de la Generación Nocilla de la que usted formaba parte?
-Prefería no responder.
Publicidad
-¿Por qué?
-Por desmarcarme. Esos autores siguen ahí y están ganando premios, pero el fenómeno de Nocilla Mutante fue pasajero.
-¿Con perspectiva se ha quedado en un llamativo titular y poco más?
-Tengo perspectiva, pero quiero separarme de esa etiqueta. Uno tiene que defender su camino individualmente.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.