Las memorias perdidas de Trinidad Grund: una novela rescata a la gran emprendedora del siglo XIX

«Siempre había admirado a Trinidad Grund y me parecía un personaje fundamental de la Málaga del XIX, pero cuando vi un reportaje que hablaba de ella como una desconocida, me dolió y me propuse sacarla del olvido», explica a SUR Eloísa Navas, que además tiene una conexión personal con esta historia: su tía, Mercedes Barranquero, fue la última habitante del palacete a la espalda de la Alameda en el que vivió la protagonista de la novela. Convertida también en personaje, Mercedes es la excusa de este libro ya que el hallazgo en el noble edificio de unas memorias ocultas dejadas por la propia Trinidad da pie al repaso literario de este personaje que, como dice el escritor Sergio Barce, está rodeado en la novela de un oportuno «aire galdosiano», de episodio nacional con sabor malagueño.

La sinopsis general sobre Trinidad Grund suele devolver la imagen de una mujer desgraciada y piadosa digna de un novelón del XIX. Y es que esta sevillana de clase alta e hija del cónsul prusiano en la capital hispalense se casó con Manuel Heredia Livermore, con el que tuvo tres hijos. Un matrimonio feliz, pero breve, ya que el empresario malagueño se suicidó cuatro años después en una cacería y, unos meses más tarde, fallecía el hijo pequeño tras una operación. Otros cuatro años más tarde la historia se repetía con tintes ya de tragedia griega cuando la viuda se embarcó en el vapor Miño en dirección a Cádiz, naufragando el navío en el Estrecho y falleciendo las dos hijas de Trinidad, mientras ella se convertía a su pesar en una de las supervivientes. Una superviviente doble.

«Si ella no hubiera sido tan religiosa no habría superado este golpe y la depresión, pero lo acabó aceptando como la voluntad de Dios para darse a los demás y los pobres», señala Eloísa Navas que, no obstante, se resiste a retratar exclusivamente en ese plano piadoso a una mujer que fue mucho más. «Su fortaleza de carácter le otorgó una personalidad tan marcada que en realidad estamos ante una rebelde y una mujer adelantada a su tiempo, además de una empresaria dotada para los negocios», asegura la novelista sobre esa visión emprendedora que heredó de su padre y que la hizo adquirir en 1860 la Cueva de Ardales –denominada también de Doña Trinidad Grund– que hizo visitable como complemento de su negocio termal instalado en un palacete de la vecina Carratraca. Un inmueble histórico que todavía se conserva, mientras la cavidad se ha convertido en uno de los grandes retos de la investigación arqueológica en nuestra provincia.

Para la elaboración de estas documentadas memorias, Eloísa Navas ha investigado durante tres años los pasos de esta malagueña de adopción en los archivos para retratar a la protagonista con total verosimilitud. «Y aunque yo creía que la conocía, he aprendido muchísimo de ella», reconoce la escritora, que ha dado el salto en solitario tras firmar sus anteriores libros junto a Carmen Enciso. «La familia política le pedía siempre opinión y Trinidad fue, junto a su cuñada, Amalia Heredia, las dos mujeres con más peso en la Málaga del siglo XIX, con influencia incluso en el escenario nacional al tener contacto directo con políticos como Cánovas del Castillo y Francisco Silvela», destaca la escritora que incluye en el libro el acto de mayor rebeldía de la protagonista y que la enfrentó a la mismísima reina Isabel II.

Así, durante la visita a Málaga de la monarca y, tras conocer las obras sociales impulsadas por Trinidad Grund, le concedió la Banda de Damas Nobles de la Orden de María Luisa. Pero la distinción no llegó a colgársela, porque cuando la empresaria y ferviente católica supo que la reina había reconocido el nuevo reino de Italia, creado a costa de los Estados Pontificios, devolvió la condecoración, lo que le costó el exilio. Lógicamente, Trinidad Grund aprovechó el destierro para vivir en Roma, cerca del Vaticano, hasta que pudo regresar a Málaga.

Según la novela, las memorias de Trinidad Grund nos llegan a través de la dama de compañía de la propia protagonista, Esperanza, lo que permite a Eloísa Navas mostrarnos también ese siglo XIX convulso y socialmente reivindicativo de las clases trabajadoras. De hecho, la asistente nos cuenta que, de no haber sido viuda, su obra habría quedado bajo la sombra de su marido o no hubiera tenido oportunidad de demostrar su talento. «Paradójicamente, brilló como mujer a costa de una tremenda desgracia personal», reflexiona Eloísa Navas, que no duda en añadir que, además de un poderoso personaje, 'La señora' es su «mejor novela».