Rosa Romojaro, Premio de las Letras Andaluzas: «A las de mi generación nos tocó luchar a dos bandas»

La poeta, ensayista e investigadora recibe la distinción de la Asociación Colegial de Escritores «con mucha ilusión para continuar». «Ojalá no defraude», añade

Sábado, 21 de octubre 2023, 00:17

Rosa Romojaro se emociona cuando escucha la justificación del galardón. «Poseedora de una obra total», «tocada por la magia de la palabra», «brillante personalidad literaria», «un modo de escribir que solo se concede a los escasos elegidos», detalla la Asociación Colegial de Escritores de España ( ... ACE) en la concesión del XV Premio de las Letras Andaluzas Elio Antonio de Nebrija. «Me dan ganas de llorar», dice con una voz cargada de verdad. Porque para Romojaro (Algeciras, 1948), poeta, ensayista, crítica literaria, investigadora, profesora, madre y abuela, este reconocimiento significa mucho más que un título para su vasto currículum. Es la recompensa al esfuerzo particular y colectivo de todas esas mujeres que vivieron entre el régimen anterior y la democracia, entre el rol que les correspondía como mujeres y lo que ellas querían como profesionales. «Al estar entre dos generaciones, nos tocó luchar a dos bandas», declara. Con ellas comparte el premio que este viernes recogió en un acto en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga.

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Romojaro recibe la distinción de las letras andaluzas con «agradecimiento», como un «gran honor», y también con humildad. «Ojalá no defraude», expresa. Jubilada ya de la Universidad de Málaga a la que ha dedicado buena parte de su vida, su deseo ahora es volcarse de lleno en la creación todo lo que pueda. «Y me siento con mucha ilusión para continuar». Sobre la mesa, tiene un libro de poemas que espera que vea la luz el próximo año. Le sobran ganas e ideas. Le falta tiempo.

Escribe en los ratos que le quedan libres entre la vocalía de poesía del Ateneo de Málaga y la familia, dos hijas y cuatro nietos. Cuando hace balance, piensa en todas esas horas que ha dedicado a preparar sus clases, a estudiar sus oposiciones (tiene cuatro), a la tesis doctoral y a la poesía, horas que ha robado al juego con ellos. Ahora está «más relajada», pero admite que el sentimiento de culpa siempre le ha perseguido por esto. «Mientras ha sido trabajo, no; pero cuando tenía la necesidad de un poema, sí que tenía culpa de encerrarme en mi habitación», confiesa en un tono casi confidencial. Era una generación de mujeres sin referentes, «de mucho esfuerzo y mucha duda», y aunque afortunadamente todo ha cambiado, aún quedan recuerdos de aquello. «Sigue esa sensación de que todavía es algo especial que las mujeres nos ocupemos con rigor y esfuerzo a lo que nos gusta», reflexiona.

Entrega

Y ella se ha «entregado» por completo a cada cosa que ha hecho. «Toda la vida me veo estudiando exageradamente», dice en un momento de la conversación. «Yo he hecho lo que he podido, en todo», apostilla en otro momento. Incluso cuando fue colaboradora de este periódico: «Para mí era tan importante el artículo como un poema. Y estaba hasta la madrugada intentando ultimarlo, hasta que veía que ya no podía más». El resultado de esa dedicación está en las muchas investigaciones que ha liderado, tanto como catedrática de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la UMA como con centros de investigación y universidades europeas y nacionales. Y en los libros que ha firmado. En poesía, poemarios como 'La ciudad fronteriza' (1988), 'Poemas sobre escribir un poema y otro poema' (1999), 'Zona de varada' (2001), 'Poemas de Teresa Hassler' (2006), 'Cuando los pájaros' (2010), 'Mirar el mundo' (2014) y 'Escribir la memoria' (2016), entre otros. En novela, 'Páginas amarillas' (1992) y 'Puntos de fuga (Cuaderno de Alemania)' (2021). Y en relatos, 'No me gustan las mujeres que lloran y otros relatos', (2007). Además de ensayos, artículos científicos y capítulos de libro.

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Por ellos ha recibido los Premios Manuel Alcántara, el Ciudad de Salamanca, el Antonio Machado y el Andalucía de la Crítica. Hace un año tomó posesión como académica de la Real Academia de Doctores de España. Y lo hizo con un alegato a favor del papel de Málaga en el origen y formación de la Generación del 27. Puso su «alma» y su método para estudiar a Moreno Villa, Altolaguirre, Hinojosa y Prados. «Y considero que, no solamente no son poetas menores, sino que no hubiera existido la generación si no hubiera sido por este grupo malagueño», sentencia.

Lo que ahora desea, por encima de todo, es hacer poesía. «Cuando escribes un poema, jamás sabes si vas a poder seguir escribiendo el segundo. Es un momento muy mágico, muy total. Para mí cada poema es como un empezar de nuevo», concluye.

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