Paco Roji le enseña el libro 'Calle Los Negros' a Sonia Márquez, cuya familia no falta en el volumen. Salvador Salas

De La Paula a Tijeritas y Camarón: la alegría del flamenco reside en calle Los Negros

El experto Paco Roji rescata la memoria de los corralones de la Cruz Verde, de donde salieron El Cojo de Málaga, Miguel de los Reyes y Marisol

Miércoles, 24 de mayo 2023

Lo de ¡no me toques las palmas que me conozco! tiene todo su sentido en calle Los Negros. En sus apenas cien metros de antiguos corralones reconvertidos en apartamentos turísticos se concentra una de las páginas indispensables del arte flamenco, aunque no tuvieran quien la ... escriba. Hasta hoy. Paco Roji dijo basta y se propuso atrapar el «epiléptico frenesí» de La Paula, la presencia poética y «malaje» de El Sopa, los desplantes de Antonio Soto 'El Bizco' desde la terraza de su propia casa con su barrio de público, la niña Pepita Flores que alumbró a 'Marisol' o ese aristócrata gitano del baile y el cante que fue Miguel de los Reyes. Sin olvidarse de otros vecinos nacidos en esta calle con arte jondo, como el pionero El Cojo de Málaga, Daniel Santiago y, más recientemente, el emprendedor Tijeritas que llevó el flamenco a las discotecas, como lo hizo Camarón, un asidúo de la Cruz Verde y que tampoco falta en el libro 'Calle Los Negros: Territorio flamenco'. Solo hay que abrirlo para que suene el taconeo, el quejío y, como no, las palmas.

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  • Título: 'Calle Los Negros. Territorio flamenco'

  • Autor: Paco Roji

«En Málaga tenemos El Perchel y la Trinidad, que son indispensables, pero aquí no estamos hablando de un barrio, sino de una calle en el que coinciden tantos artistas con un don especial que no hay nada igual», explica el flamencólogo, investigador y divulgador Paco Roji, que asegura que no puede venir a Los Negros sin venirse arriba. Solo hay que verlo. La camisa negra de lunares blancos que se ha puesto para esta entrevista es el mejor vestuario para escucharlo hablar con pasión de este rincón del que, paradójicamente, solo había recuerdos orales. En el libro que lleva en la mano se resumen 25 años de trabajo recorriendo estas calles y visitando a unos y a otros para que le contaran. Y le cantaran, palmearan o bailaran. Que de todo esto hay en este volumen en el que el autor ha «partido de cero» para completar una retrato callejero a medio camino entre la memoria y el flamenco, la antropología y la cultura, la vida cotidiana y el espectáculo. «Este encuentro me está sirviendo para ordenar ideas para la presentación de esta tarde», reconocía ayer el experto, poco antes de la puesta de largo de 'Calle Los Negros: Territorio flamenco', editado por Cedma y la Bienal de Arte Flamenco, en un acto en el Centro Cultural La Malagueta.

Mientras nos conduce al corralón en el que vivía La Paula nos relata que «la niña» ya apuntaba maneras cuando se peleaba a comienzos de siglo con su madre, Antonia Fernández 'Antoñica', sobre cómo era un paso o un baile. «Un duelo al que no tardaban de sumarse los vecinos con las palmas», cuenta Roji, mientras busca las fotos de la artista que ha recuperado para el libro. Pero no llega a la página, porque antes le intercepta Sonia Márquez Soto, hija de Paco el Chope y de la Rosi. Abrazos, cariño y búsqueda de las imágenes de esta familia y su popular tienda en el barrio, donde no era raro escuchar al Abuelo Chope cantar. Aunque donde lo daba todo era en las juergas. «Mira mi padre… y mi tío. Qué maravilla, qué maravilla», le dice Sonia al autor del libro, mientras le mira con cara de que le regale el volumen. «Este es el único que tengo ahora mismo, pero dile a tu madre que tengo uno para ella», le promete el escritor antes de seguir la ruta.

En la primera imagen, Miguel de los Reyes con un jovencísimo Camarón de la Isla al que contrató en su compañía. En la segunda, Tijeritas cantando siendo un niño, con Juani Santiago a la guitarra. En la última foto, la mítica bailaora La Paula.

«Como tanta gente aquí, esta familia tiene arte y el hijo de Sonia hizo Bellas Artes, pintaba y ahora hace tatuajes espectaculares», revela el autor que asegura que el duende sigue viviendo en estas aceras, aunque ya no siempre se exprese a pie de calle a través del flamenco. «El libro rescata una época que va desde finales del siglo XIX con La Paula y El Cojo de Málaga a los años 90 con Tijeritas, en el que el cante y el baile no solo era algo cotidiano, sino que para muchos suponía una salida ya que se unía la gracia y el talento con la necesidad», afirma Paco Roji, que viaja cinco siglos atrás para contar que el nombre de Los Negros viene del obispo del siglo XVI que compraba esclavos en el puerto y los instalaba en esta calle después de darle la libertad.

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Uno más de la calle

Hecho el apunte histórico, vuelve a la primera gran estrella del barrio que triunfó con un nombre diferente al que hoy se le recuerda. «La Paula se anunciaba como Paula La Flamenca e hizo gira con los más grandes moviendo sus manos que fue lo que le hizo famosa», comenta Roji, que añade que si ella era la mejor bailaora, el «mejor bailaor fue Daniel Santiago, pese a que no fue completamente profesional». El que sí lo fue y cantaba además de taconear fue el gran Miguel de los Reyes, que tiene plaza propia muy cerca de Los Negros. «En una actuación en San Fernando, su cantaor se fue enfadado porque le robaron el bocadillo y entonces escogió a un niño para sustituirlo», comenta el autor, que hace una pausa antes de soltar el nombre del 'suplente': José Monge Cruz, 'Camarón de la Isla'. De los Reyes integró al de San Fernando en su compañía y se convirtió en uno más de calle Los Negros.

«En calle Los Negros coinciden tantos artistas con un don especial que no hay nada igual»

Paco Roji

Flamencólogo

La historia además se encadena porque Camarón vio cantar a un niño de la calle que le recordaba a sí mismo, José Soto Cortés, al que bautizó como Tijeritas, gran renovador desde sus orígenes tradicionales con el flamenco tecno-pop. El 'cuartillo' de los enseres de la Cofradía de los Gitanos frente a los corralones; los tiempos en los que la vía se denominó 'Doña Ventura'; las familias Soto, los Bizco, los Fernandez, los Maldonado, los Gutiérrez, los Santiago, los Escalona o los Molina; la Taberna Gitana y el bar Los Tarantos y las juergas hasta el amanecer no faltan en el libro que consagra este enclave como la capital en Málaga del palo más popular, la alegría. «Todos los que apreciaban o se sentían flamencos se acercaban a calle Los Negros», abrocha Roji, cuyas palabras se merecen un taconeo para acabar en lo alto.

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