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La quiniela que acertó Franco y otros goles de la dictadura

La quiniela que acertó Franco y otros goles de la dictadura

El historiador Cristóbal Villalobos analiza en 'Fútbol y fascismo' el uso de este deporte como arma propagandística de las dictaduras para legitimar su poder. Un uso que llega a la actualidad

Jueves, 9 de julio 2020, 00:38

Confiesa que tiene equipo, el Málaga, y le gusta el fútbol. Aunque fue otra camiseta albiceleste, la de Argentina, la que le aproximó al tema de las relaciones del balompié y el fascismo cuando analizó el Mundial del 78 y el uso propagandístico que hizo del campeonato la dictadura de Videla, a la par que ejecutaba los vuelos de la muerte con disidentes. Pero el historiador Cristóbal Villalobos no tardó en comprobar que aquella afición desmedida por los goles no fue exclusiva de los totalitarismos de la Iberoamérica de la segunda mitad del siglo XX, sino que tuvo su origen en los fascismos europeos de entreguerras. La España de Franco fue una entusiasta aficionada al fútbol, aunque más que por pasión el régimen buscó una rentabilidad ideológica. No obstante, se ve que el dictador fue un estratega en meterle goles a las democracias, a la vez de un ultra de las quinielas hasta el punto de acertar un boleto de diez, como recuerda el investigador malagueño en su nuevo libro, 'Fútbol y fascismo'.

«A Franco le dio por las quinielas y todos los fines de semana hacía una con la firma de Francisco Cofrán, su apellido invertido, y después incluso con su nombre hasta que logró acertar un boleto un tanto curioso porque eran partidos de la liga italiana ya que en España no había Liga esa semana», cuenta Villalobos que añade que hay mucha controversia sobre la que supuestamente ganó el dictador como premio ya que mientras que la leyenda sostiene que se embolsó un millón de pesetas de la época, fuentes recientes reducen a 2.848 pesetas, la mitad de un sueldo medio de la época, aquellas ganancias.

Arriba, Cristóbal Villalobos, con su libro, ante el estadio de la Rosaleda. Abajo, imagen de la selección italiana haciendo el saludo fascista en 1934. A la derecha, la parafernalia nazi en un partido de Alemania. Francis Silva y SUR
Imagen principal - Arriba, Cristóbal Villalobos, con su libro, ante el estadio de la Rosaleda. Abajo, imagen de la selección italiana haciendo el saludo fascista en 1934. A la derecha, la parafernalia nazi en un partido de Alemania.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Cristóbal Villalobos, con su libro, ante el estadio de la Rosaleda. Abajo, imagen de la selección italiana haciendo el saludo fascista en 1934. A la derecha, la parafernalia nazi en un partido de Alemania.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Cristóbal Villalobos, con su libro, ante el estadio de la Rosaleda. Abajo, imagen de la selección italiana haciendo el saludo fascista en 1934. A la derecha, la parafernalia nazi en un partido de Alemania.

Esta anécdota recordada en el libro 'Fútbol y fascismo' sirve para mostrar el interés de la dictadura franquista por el uso de este juego popular para «adormecer y entretener a la población», aunque la gran manipulación fue como elemento de legitimación del poder no solo dentro de nuestras fronteras, sino hacia el exterior. «El régimen organizó la Copa de Europa de 1964 para demostrar que España no era menos que el resto de países del continente, un gran evento propagandístico que se vio multiplicado con el mítico gol de Marcelino que permitió ganar nuestro primer título internacional coincidiendo además con los 25 años del franquismo», explica el historiador Cristóbal Villalobos, que subraya el hecho que el equipo contrario de la final fuera la URSS, lo que se utilizó como «una reedición de la Guerra Civil y una nueva victoria frente al comunismo».

El autor también le tira alguna pena máxima al franquismo al exponer la poca gracia que le hacía 'la roja' al régimen por la vinculación de ese color con la ideología soviética, lo que provocó la introducción del pantalón azul y la segunda equipación de ese mismo color. Villalobos entra también en la recurrente acusación del Real Madrid como el equipo preferido y privilegiado por las autoridades. Y aporta una visión histórica en lugar de la deportiva y pasional. «Bernabéu fue el que consiguió resucitar al Madrid, que estuvo muchos años sin ganar ni una liga hasta que a mediados de los 50 comienza a triunfar con lo que hoy es la Champions y es entonces cuando el régimen lo usa de embajada y trata de capitalizar ese éxito», explica el historiador y futbolero, que añade que todos los equipos de la época saludaban con la mano en alto y que incluso el Barcelona tenía presidentes que aplaudían a Franco.

Mussolini, más que entrenador

Todo este uso populista del fútbol de la dictadura española no fue pionero. Aquí el que podría considerarse inventor de la utilización de los goles con fines propagandísticos fue el fascismo de Benito Mussolini que, tras el surgimiento del balompié en los años 20 como gran deporte de masas, lo convirtió en el estandarte de su legitimación ante el mundo. «Todas las dictaduras tienen un componente racista, por lo que para demostrar que los italianos eran mejores que el resto Mussolini se lanzó a conseguir un mundial», cuenta Cristóbal Villalobos sobre el campeonato de 1934. «Presionó a la Fifa para organizar el torneo, designaba a árbitros italianos o afines para los partidos clave y hasta la noche antes de la final cenó con el árbitro para aleccionarlo», relata el historiador que confirma que el ganador de aquella contienda fue finalmente Italia después de que se adelantara Checoslovaquia.

No obstante, el partido más escandaloso fue el que jugó el país transalpino con España, a la que le anularon dos goles, mientras que a la 'azzurra' le concedieron uno previa falta al portero hispano. El árbitro del encuentro, el suizo René Mercet, fue sancionado a perpetuidad por su actuación.

Hoy día, el fútbol se ha convertido, ante todo, en un gran negocio, aunque no está exento de esa manipulación ideológica, política y populista. Así, aquellas presiones para celebrar un mundial del 34 como ocurrió en Italia han vuelto saltar con la presunta corrupción destapada en la adjudicación del próximo campeonato de Qatar en 2022. «En la actualidad lo más parecido a aquellos fascismos se da en los países árabes, que compran equipos como el Málaga o el Paris Saint-Germain, u organizan mundiales con el objetivo de lavar su imagen ante Occidente para hacer olvidar que son teocracias», concluye el experto, que apostilla que en las democracias también están a salvo. Y se acuerda de casos cercanos, como Jesús Gil en Marbella o Berlusconi en Italia, que le metieron un gol al poder enarbolando las bufandas de sus equipos y convirtiendo a los votantes en aficionados. Lo suyo fue otra forma de ganar la quiniela.

El libro

Título: 'Fútbol y fascismo'.

Autor: Cristóbal Villalobos.

Editorial: Altamarea, España, 2020.

Páginas: 200.

Precio: 18,90 euros.

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